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Mirada de Fe sobre el Corán

Este libro es traducido por el autor del original árabe. Está dirigido a todos aquellos que quieren liberarse del yugo del fanatismo religioso impuesto por las tradiciones religiosas anticuadas y los prejuicios arbitrarios. Es dedicado a todos los hombres de buena fe, sedientos de verdad y de justicia, a la búsqueda de la fraternidad.

«¡Aportad vuestras pruebas, si es verdad lo que decís!»
(Corán XXVII, Las Hormigas,64)

DEDICACIÓN

A MARIA
NUESTRA MADRE LA VIRGEN
MADRE DEL MESSIAS,
A FATIMA,
LA MADRE DE LOS CREYENTES

Y

A LOS CREYENTES INDEPENDIENTES
DE TODOS RITOS, RELIGIONES Y RAZAS.

colombes
Dos pájaros de la misma especie representan la Biblia y el Corán

Introducción

La mayoría de la gente cree que hay una diferencia entre el Corán y la Biblia. Sin embargo, la inspiración divina está una en la Biblia y el Corán. Dios, que inspiró la Biblia, Testamentos Antiguo y Nuevo, también inspiró el Corán. Esté último da fe de la autenticidad de la Biblia. La diferencia no está entonces en la inspiración, pero en la interpretación. Dios dice en el Corán:

«Vosotros, los que habéis recibido la Escritura (La Biblia), ¡creed en lo que hemos revelado (El Corán), en confirmación de lo que ya poseíais (La Biblia)…» (Corán IV, Las Mujeres,47)

Este libro es un estudio breve sobre el concepto autentico de la inspiración divina. Invita a abrirse con fe a la inspiración coránica. Y por ella, al Evangelio y la Tora, atestados por intermedio del Corán.
(El Corán usa la palabra «Tora» para todos los libros del Antiguo Testamento)

Es una mirada de fe sobre la inspiración divina, en general, para reunir a los creyentes por el descubrimiento de la unidad de la inspiración bíblico-coránica. De hecho, el Corán confirma sus dos predecesores, la Tora y el Evangelio, y da testimonio de que Dios es uno y sólo inspirador de la Biblia y del Corán:

«…Nuestro Dios y Vuestro Dios es Uno. Y nos sometemos a Él.» (Corán XXIX; La Araña,46)

(La palabra «sometido» es la traducción de la palabra árabe «musulmán». Islam significa Sumisión (a Dios))

Sin embargo, nos encontramos que las confesiones religiosas han dividido a los cristianos y los musulmanes por parte de sus tradiciones heredadas de generación en generación. Esta división, debida a estas mismas tradiciones humanas, no se limitó a las comunidades musulmanas y cristianas, pero ganó el interior de cada una de estas dos comunidades hermanas, separando Cristianos de Cristianos y Musulmanes de Musulmanes. Por eso le pido al lector a abrirse objetivamente al contenido de este libro, más allá de la mentalidad del rito al que pertenece, más allá de cualquiera mentalidad sectaria estrecha, porque el propósito de este estudio es la liberación del espíritu de clanes confesionales y del racismo espiritual, inconscientemente infiltrados en cada uno de nosotros. No podemos liberarnos de este espíritu que sobre el conocimiento de lo que Dios ha realmente revelado en los Libros Inspirados. Este conocimiento solo puede liberarnos de las cadenas de tradiciones y prejuicios que nos desvían de las enseñanzas de la Biblia y del Corán.

Estas tradiciones y estos prejuicios han ido, con el tiempo, en las venas de los hombres y se heredan de padres a hijos, aceptados sin que su autenticidad o veracidad se discutan. Algunos «creyentes» se aferran a estas tradiciones al punto de matar a cualquier oponente, teniendo en cuenta estas tradiciones vanas como absolutos intocables, sin asegurarse de su exactitud. Todos hemos sufrido de este hecho, y hemos ignorado que estas tradiciones no tenían ningún fundamento divino.

Por tanto, es importante estar convencidos de la necesidad de volver a la Biblia y el Corán para darse cuenta de la verdad o la falsedad de estos rumores difundidos por algunos para crear intrigas como le ha señalado el Corán:

«Él es Quien te ha revelado la Escritura (El Corán). Algunas de sus aleyas son unívocas y constituyen la Escritura Matriz; otras son equívocas. Los de corazón extraviado siguen las equívocas, por espíritu de discordia y por ganas de dar la interpretación de ello. Pero nadie sino Dios conocen la interpretación de ello. Los arraigados en la Ciencia dicen: Creemos en ello (El Corán). Todo procede de nuestro Señor. Pero no se dejan amonestar sino los dotados de intelecto.» (Corán III, La Familia de Imran,7)

Algunos líderes religiosos se conceden el derecho de monopolizar la interpretación de la Inspiración divina. Pero la inspiración no es el monopolio de nadie. De acuerdo con el versículo mencionado anteriormente: «Sólo Dios sabe la interpretación», y Él es «Dios, que guía a» los elegidos, como dice el Corán en el capítulo XLII, La Deliberación,52.

De hecho, los eruditos judíos religiosos se concedieron el derecho de interpretar, solos, la Biblia, y evitaron a los creyentes de aplicar las profecías mesiánicas, sin embargo claras, que están allí, a Jesús.

Algunos líderes religiosos y teólogos cristianos también monopolizan el derecho de interpretar el Evangelio, y rechazan de aplicar las profecías explícitas que están allí para denunciar la entidad israelí injusta, claramente visada por estas profecías. Esta actitud culpable -que esta contra-testimonio a Jesús- se debe a la solidaridad de Los cristianos con Israel y el sionismo internacional, aunque denunciado por San Juan como el Anticristo próximo (1 Juan 2,22).

Del mismo modo, muchos líderes y eruditos musulmanes monopolizan el derecho de interpretar el Corán a favor de una tradición fija. Exponen interpretaciones personales, no divinas, que reflejan un espíritu fanático y separatista. De este modo, evitan a los hombres de comprender los versos coránicos independientemente de sus concepciones estrechas, tan lejas de la intención divina. Se detienen en los versículos «equívocos» y los interpretan en su favor «por espíritu de discordia».

El Corán exige a los creyentes de discutir los temas sagrados a partir del conocimiento de los «Libros luminosos», Dios les ha inspirado como guía. El hombre no debe por lo tanto seguir, imprudentemente, cualquier propuesta que pueda generar discordia sin tener que recurrir a un «Libro luminoso», como le comanda el Corán:

«Hay algunos hombres que discuten de Dios sin tener conocimiento, y siguen a todo demonio rebelde… Hay algunos hombres que discuten de Dios sin tener conocimiento, ni dirección, ni Escritura luminosa.» (Corán XXII, La Peregrinación 3,8)

Por eso, en nuestra discusión, utilizamos dos «Libros Luminosos», la Biblia y el Corán, para que nuestra fe no se base sobre las arenas movedizas de los rumores que nos hacen presa de «todo demonio rebelde» y fanático. Queremos construir nuestra fe sobre la roca del conocimiento y la certitud. Así que desarrollarnos plenamente porque vamos a estar expuestos a los rayos que emanan de la fuente divina, y no sometidos a las tradiciones y fábulas puramente humanas. Estas son de naturaleza que nos condenan, que no tienen fundamento en los «Libros Luminosos.» Es por eso que han sido un fracaso, produciendo frutos amargos de la división entre hermanos. La Intención divina, sin embargo, consiste en reunir a los creyentes por la Inspiración única, no en separarlos por tradiciones que Dios desaprueba.

«Dijo: ¡Señor! ¡Infúndeme ánimo…» (Corán XX; T.H., 25)

Pero el corazón no prospera que en la liberación del yugo de la fe ignorante, fruta de tradiciones figadas. Si aspiramos a la salvación, debemos deshacernos de esta fe malsana para abrazar la fe verdadera, basada en el conocimiento de «Libros Luminosos.» Este conocimiento será nuestra guía en nuestras discusiones sobre los temas divinos.

Para entender la espiritualidad verdadera del Islam, debemos ser conscientes del abismo enorme que separa el Corán de la mayoría de los musulmanes. Este abismo no tiene igual que lo que separa la Biblia de la gran mayoría de los judíos y los cristianos. Los responsables de esta diferencia son los seguidores de tradiciones rituales y cultuales, deseosas de salvar un patrimonio religioso humano, un culto material en detrimento de un culto «en espíritu y verdad» prescrito por Jesús (Juan 4,24).

El Profeta Muhammad dijo en sus «Discusiones Nobles»:

«Llegará un momento para los hombres en que no quedara del Corán que su diseño y del Islam que su nombre. Afirman Islam y son los más alejados de él»

El difunto jeque Muhammad Abdo también dijo en este sentido:

«Lo que estamos viendo actualmente del Islam no es el Islam. No hemos retenido
de las obras del Islam que alguno similar a las oraciones, al ayuno, a la peregrinación y poco
de palabras desviadas en parte de su significado. La gente ha conseguido a la estagnación que he mencionado debido a las herejías y mentiras que han llegado a su religión, viéndolos como religión. Que Dios nos preserve de estas personas y de sus calumnias sobre Dios y Su religión porque todo lo que culpamos a los musulmanes hoy no pertenece al Islam. Esto es otra cosa que se llama Islam.» (Del libro: «El Islam y el cristianismo»)

El Mesías, del mismo modo, interroga sus Apóstoles y habla de la fe al fin de los tiempos:

«Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» (Luca 18,8)

Él nos advierte que el amor de Dios desaparece del corazón de muchos hombres a causa de la injusticia y la impiedad que prevalecen en el fin de los tiempos (Mateo 24,12). Es por eso que advirtió a los creyentes y dijo:

«No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos (de creyentes falsos) me dirán aquel Día (viendo me furioso en contra de ellos): Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?» Y entonces les declararé: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!» (Mateo 7,21-23)

El apóstol Pablo también certifica en sus cartas:

«…en los últimos días sobrevendrán momentos difíciles; los hombres serán egoístas, avaros, fanfarrones, soberbios, difamadores,… que tendrán la apariencia de piedad, pero desmentirán su eficacia…» (2 Timoteo 3,1-5)

Por lo tanto, la inspiración divina nos pone a todos en guardia contra las prácticas inútiles y
superficiales a las que se unen muchos creyentes. Estos cultos ilusorios son estériles a los ojos del Juez divino que no conceda su misericordia a causa de tales actos de inspiración pagana, pero se deja tocar por la bondad, el amor y el esfuerzo que nos ve ofrecer para llegar a conocer la verdad y practicar la justicia.

En la inspiración evangélica, la prueba de la fe al fin de los tiempos es la aparición de una
«Bestia» anunciada por el apóstol Juan en el libro del Apocalipsis. Esta «Bestia», el Anticristo,
es la encarnación de las fuerzas del mal y de la injusticia en el mundo. Aparece en
Palestina hasta el corazón de Jerusalén (Apocalipsis 11,2 y 20,7-9), donde une a su
ejército y sus súbditos «para la guerra», y no para la paz. La prueba de la fe es en el
grado de entusiasmo establecido para luchar contra esta Bestia. Más grande la fe es, más aumenta el discernimiento espiritual para reconocer la identidad de este monstruo y mas se intensifica el compromiso de lucharle hasta la muerte. Por contra, una fe vacilante o ausente, lleva al hombre a someterse a la Bestia, diciendo, ante de su potencia aparente, «¿Quién como la Bestia? ¿Y quién puede luchar contra ella?» (Apocalipsis 13,4). La inspiración evangélica anuncia a los creyentes la buena noticia de su victoria sobre la bestia, el Anticristo.

He manifestado y demostrado en mi libro, «El Apocalipsis desenmascara el Anticristo», que la entidad israelí es la «Bestia», que reunió a sus tropas sionistas de cuatro esquinas de la tierra… para la guerra… en Palestina. El Estado de Israel, este «ersatz», hecho de todas habitaciones, construido sobre la delincuencia y la sangre, simboliza la injusticia y el mal. Él va a su perdición.

Los creyentes verdaderos hoy, son los que disciernen la identidad de la «Bestia» del Apocalipsis y entienden que en ella se encarna el «mal absoluto», en palabras del Imam Moussa Sadr que nota: «Trabajar con Israel es un pecado.» Hoy en día, los creyentes son los que se levantan contra el enemigo de Dios, el sionista escrito en Palestina ocupando todo el territorio y que desborda su injusticia hasta el sur del Líbano.

La «Bestia» apocalíptica es la medida temible por aquella Dios sonda el corazón de los creyentes para condenar a los que trabajan con ella y bendecir eternamente los corazones nobles y valientes que le luchan con fe. Por lo tanto, la unidad de todos los creyentes se opera hoy por su unión en contra de Israel, el enemigo de Dios y de Jesús, su Mesías. La lucha contra el Estado de Israel es equivalente a un nuevo bautismo.

La Inspiración coránica también anunció la aparición de una Bestia en el fin de los tiempos:

«Cuando se pronuncie contra ellos (Los no creyentes) la sentencia, les sacaremos de la tierra una Bestia que proclamará ante ellos que los hombres no estaban convencidos de Nuestros Signos.» (Corán XXVII, Las Hormigas, 82).

También es la «Bestia» del Apocalipsis (capítulos 13 y 17). Muhammad ha anunciado en sus «Discusiones Nobles» la aparición del Anticristo y sus seguidores en Palestina, y «oleada de todas partes», como fue el caso de los Judíos. El Profeta continúa diciendo que cruzan el Mar de Galilea y que estos «charlatanes» engañan a muchos creyentes. Los creyentes verdaderos los combaten y triunfan. He mostrado en mi libro «El Anticristo en el Islam», la relación entre este «Mesías charlatán» y la entidad israelí, y he apoyado mis argumentos por «las Discusiones Nobles» recogidas en el libro del Jeque Sobhi Saleh «Manhal al Waridin».

Muchas doctrinas falsas se han infiltrado en las filas de los creyentes, y se implantan como tradiciones fuertes indiscutibles. Entre ellas se encuentran:

  1. La pretensión -que muchos Cristianos creen-que el Corán contradice el Evangelio
  2. La pretensión- que muchos musulmanes creen-que el Evangelio es falsificado y que una contradicción existe entre los cuatro evangelios.

Algunos musulmanes no dan crédito al Evangelio, con el pretexto de que fue escrito después de la Ascensión del Mesías. Ellos ignoran que el Poder de la inspiración de Dios no se detiene ni a la presencia física del Mesías en el mundo, ni a un momento y un lugar específicos. Todas estas ideas muestran la ignorancia y el infantilismo de la gente capaz de creer estas trivialidades.

Queríamos, en este estudio, penetrar en el mundo de la Inspiración por la puerta del Corán. Por esto, conseguimos a la Biblia. Fue entonces cuando hemos descubierto la unidad de la inspiración bíblica-coránica. Es por eso que no entendemos porque los que creen en uno de los dos libros luchan con los que creen en el otro. Es ilógico de aceptar uno sin el otro.

El Corán es un texto árabe de la Biblia

La trampa en la que se han abatido Cristianos y Musulmanes, es de considerar que la religión del Corán se opone a la de la Biblia. El Corán no es responsable de ese error. Al contrario, se presenta como un resumen del mensaje bíblico, inspirado por Muhammad en «lengua Árabe clara», dirigido a los habitantes de la Arabia, porque no recibían –como la gente de la Biblia, mensajeros divinos para avisarlos. El Corán dice:

«El Corán es, en verdad, la Revelación del Señor del universo. El Espíritu digno de confianza lo ha bajado (del Cielo) a tu corazón (Mohamed), para que seas uno de los apóstoles que advierte en lengua árabe clara. Y estaba (El Corán), ciertamente, en las Escrituras (La Biblia) de los antiguos (Judíos y Cristianos).»(Corán XXVI; Los Poetas,192-196)

Debemos notar que la inspiración coránica ya está en la Biblia, que precedió al Corán. El Corán no se diferencia de la Biblia, ya que emana de la Biblia. La única diferencia es que se reveló «en lengua árabe clara»:

«Así lo hemos revelado como juicio en lengua árabe…» (Corán XIII, el Trueno, 37)

«Así es como te revelamos un Libro (El Corán) árabe, para que adviertas a la metrópoli (La Meca) y a los que viven en sus alrededores.» (Corán XLII; La Consulta,7)

«es (El Corán) la Verdad venida de tu Señor, para que adviertas a un pueblo al que no ha venido monitor alguno antes de ti. Quizás, así, sean bien dirigidos.» (Corán XXXII; La Adoración, 3)

A pesar de estos versos claros, algunos fanáticos deseosos de convertir la humanidad a un Islam fundamentalista, ascienden a «defender» el Corán, proclamando que no es sólo para los árabes, sino para todo el mundo. Entonces, deberían referirse a los textos coránicos dirigida inspiración es a los Árabes de «la Madre de los pueblos.» Sin embargo, pero con un espíritu muy diferente, argumentamos que el Corán es en realidad una luz para el mundo, su mensaje no es otro que el mensaje bíblico. Eso es del versículo anterior:

«Y estaba, (El Corán) ciertamente, en las Escrituras de los antiguos.» (Corán XXVI, Los Poetas, 196)

Muhammad, como todos los profetas, fue enviado como guía universal, más allá de las confesiones religiosas de hoy.

La palabra «Corán», en árabe, significa lectura, este Libro sagrado es una «lectura» árabe de la Biblia árabe, cuyo original es en hebreo (por el Antiguo Testamento) y el griego (el Nuevo Testamento). Los árabes de la época de Mahoma ignoraban estos dos idiomas. Ellos justifican su ignorancia de la Biblia con el pretexto de la incapacidad de leerla. Ellos llegaron a afirmar, con orgullo, que si hubieran podido tener conocimiento del mensaje bíblico, habrían sido- a causa de su inteligencia superior-más estudiosos que los judíos y los cristianos. Para acortar estos argumentos, Dios ha inspirado el Corán «en lengua árabe clara», informando el contenido de los «Libros de los antiguos.» De hecho, Dios dice:

«…No sea que dijerais: ‘Sólo se ha revelado la Escritura a dos comunidades (Los Judíos y los Cristianos) antes que a nosotros y no nos preocupábamos de lo que ellos estudiaban’. O que dijerais: ‘Si se nos hubiera revelado la Escritura, habríamos sido mejor dirigidos que ellos’. Pues ya ha venido a vosotros de vuestro Señor una prueba clara (el Corán), dirección y misericordia. Y ¿hay alguien más impío que quien desmiente los Signos de Dios y se aparta de ellos? Retribuiremos con un mal castigo a quienes se aparten de Nuestros Mensajes, por haberse apartado.» (Corán VI; Los Rebaños,156-157)

Los versículos del Corán-que es una versión en árabe de la Biblia -fueron «modelados» con precisión, en una mentalidad y un estilo árabe, para adaptarse a los árabes:

«Escritura (el Corán) cuyas aleyas han sido explicadas (o sujetas) detalladamente como Corán (una lectura) árabe para gente que sabe. No se te dice (Mahoma) sino lo que ya se dijo a los enviados que te precedieron (bíblicos)… Si hubiéramos hecho de ella un Corán no árabe, habrían dicho (los árabes): ¿Por qué no se han explicado detalladamente sus aleyas? ¿No árabe y árabe? (Para entenderlos) Di (Entonces a los árabes): Es (el Corán en árabe) dirección y curación para quienes creen…» (Corán XLI; Aleyas Claramente Esposadas,3 y 43-44)

A medida que el Corán es una lectura de la Biblia modelada para los árabes, este libro que he traducido del árabe tiene como objetivo presentar al Occidente el mensaje coránico modelado a la mentalidad occidental.

El Corán, como es una lectura árabe de la Biblia, no añade nada de nuevo o de contrario a ella, ya que Dios no revela nada a Mahoma «que no le había dicho a los enviados, sus predecesores», como mencionados por las áyelas anteriores.

El Corán, sin embargo, no contiene todo el mensaje bíblico, porque Dios le dijo a Mahoma:

«Ya mandamos a otros enviados antes de ti. De algunos de ellos ya te hemos contado, de otros no…» (Corán XL, Que Perdona,78)

Los profetas y los Apóstoles, que no se mencionan en el Corán, se encuentran en la Biblia. Por eso he dicho que el Corán se presenta como una inspiración en resumen de la Biblia y por lo tanto no difieren en esencia.

Por eso, en el tiempo de Mahoma, algunos musulmanes pidieron a los cristianos de convertirse en musulmanes, esos respondieron que eran musulmanes ante el Corán, la palabra musulmán significa en árabe resignado a Dios:

«Aquéllos a quienes hemos dado la Escritura (la Biblia) antes de él (antes del Corán) creen en él. Y, cuando se les recita éste, dicen: ¡Creemos en él! Es la Verdad (que viene) de nuestro Señor. Antes de él nos habíamos sometido… Recibirán doble remuneración…» (Corán XXVIII, El Relato,52-54)

Note la frase «éramos musulmanes antes de venir». Esto significa que estos cristianos no dudaron en declararse musulmanes, sometidos a Dios, antes de la revelación del Corán. La actitud del Corán y de Mahoma fue de proporcionar una «doble remuneración» a los creyentes que, sin renunciar a la cristiandad, se reconocían, sin restricciones, al igual que los musulmanes y cristianos. La conclusión lógica que se desprende de estos versos es que el Islam, a la luz del Corán, no es mas que otro nombre del cristianismo. Esto es confirmado por el propio Corán:

«….Él (Dios) os eligió y no os ha impuesto ninguna carga en la Religión! ¡La Religión de vuestro padre Abraham! Él (Abraham) os llamó ‘Musulmanes’ anteriormente y aquí (en el Corán), para que el Enviado sea testigo de vosotros!…» (Corán XXII, La Peregrinación,78)

Durante una visita a una sociedad llamada musulmana, participé en un debate en el que dije: «Yo soy un musulmán antes del Corán.» Uno de los religiosos fundamentalistas presentes fue furioso y dijo: «Estas palabras son una blasfemia». Yo dije: «La diferencia entre el Corán y vosotros, es que consideráis que mis palabras son una blasfemia, mientras que el Corán, por el contrario, me bendiga a decirlas y me da una doble remuneración.» Este es sólo uno de muchos ejemplos en ámbitos diversos llamados cristianos o musulmanes. Estas experiencias me han enseñado a distinguir entre la fe verdadera y el chauvinismo religioso.

En testimonio de la unidad del Islam y del cristianismo, citamos estos ejemplos:

  • El Corán considera musulmanes los Apóstoles de Jesús venidos al mundo siete siglos antes de él:

    «Y cuando inspiré a los Apóstoles: ‘¡Creed en Mí y en Mi enviado!’ Dijeron: ‘¡Creemos! ¡Sé testigo de nuestra sumisión!’» (Corán V; La Mesa Servida, 111)

    (Las traducciones francesas del Corán mencionan a veces «sometidos» a veces «resignados» para la palabra árabe «musulmanes»)

  • Abraham, que llegó veintisiete siglos antes del Corán, es considerado por el Corán como musulmán:

    «Abraham no fue judío ni cristiano, sino que fue hanif, Musulmán (sometido)…» (Corán III; Familia de Imran,67)

  • El Profeta Muhammad dijo en el Corán:

    «yo soy el primero de los Musulmanes.» (Corán VI;163)

La interpretación oficial reportada por los «Jalalein», explica que Muhammad es el primer musulmán entre los árabes.
(La Interpretación del Corán «Al Jalalein» es aceptada oficialmente en el mundo musulmán y árabe en su autoridad.)

El Corán consola el corazón de todo creyente verdadero por los versículos anteriores del capítulo XXVIII, El Relato, por decir la apertura de los Cristianos de esta época al Corán y la doble bendición transmitida por este sobre ellos. Donde podemos ver, hoy en día, en un mundo fanático por los diversos cultos y rituales, tal magnanimidad de los dos lados? Si un cristiano se atreve a decir hoy que es un musulmán ante el Corán, él levanta contra él la ira de muchos cristianos y musulmanes tradicionalistas. Aquí vemos la diferencia entre el diseño original de Dos y las tradiciones humanas desviadas.

El Corán pide a Los Musulmanes:

«No discutáis sino con los mejores argumentos con la gente de la Escritura (la Biblia), excepto con los que hayan obrado impíamente (argumentos). Y decid: ‘Creemos en lo que se nos ha revelado (el Corán) a nosotros y en lo que se os ha revelado a vosotros (la Biblia). Nuestro Dios y vuestro Dios es Uno. Y nos sometemos a Él.’» (Corán XXIX; La Arana;46)

El musulmán debe creer en la Biblia. Debe esforzarse sin descanso con un corazón puro, para descubrir el «mejor de los argumentos» para apoyar esta fe. Esta es el «la vía recta» (Corán I; la Fatiha,6).

Ser cristiano o ser musulmán son dos nombres de una misma verdad. Porque, ser cristiano significa dar testimonio de que Jesús es el Mesías. Esto es atestiguado por el Corán. Ser musulmán es darse a Dios, ser sometido a Él; esta es la actitud que todo verdadero cristiano debe tener.

Lamentamos y estamos sorprendidos del comportamiento de algunos países musulmanes que prohíben la Biblia fuera de sus fronteras. No se dan cuenta que el Corán los condena? El Corán no predica otra religión, ni revela un Dios otro cuya inspiración se encuentra en la Biblia. Aquellos que son capaces de comprender esta verdad simple cruzan un camino gigante en el Camino de Dios.

Algunos creen que el Corán dispensa de la Biblia e van hasta despreciarla. Otros se bastan con la Biblia y desprecian el Corán. Todos tienen sus argumentos y sus pretextos. Todos caen en la trampa del racismo religioso contrario a los mandamientos de Dios en todos los libros inspirados.

El Corán nunca ha pretendido ser un sustituto de las Escrituras bíblicas y el trae el lector judío o cristiano cerca de ellas:

«Di: ¡Gente de la Escritura (la Biblia)! No hacéis nada de fundamento mientras no observéis la Tora, el Evangelio.» (Corán V; La Mesa Servida,68)

El Corán empuja los árabes mismos a conocer la Biblia; Dios le dijo a Muhammad:

«Tú no sabías lo que eran la Escritura (la Biblia) y la fe, pero hemos hecho de él luz con la que guiamos a quienes queremos de nuestros siervos.» (Corán XLII; La Consulta,52)

A pesar del testimonio, repetido en muchas ocasiones, del Corán a favor de la Biblia, muchos eruditos musulmanes han interpretado los versículos coránicos sin recurrir a la Biblia. Por esta razón, sus interpretaciones son ajenas al espíritu y la lógica de la Inspiración e incluyen las semillas de la discordia y de la separación entre los creyentes. La inspiración coránica se encuentra en «los libros de los primeros», y no está aislada de la Inspiración bíblica. El Profeta Muhammad ignora «la Biblia y la fe», Dios le ha revelado el Corán para instruirlo del mensaje bíblico en árabe.

Cada persona que lee la Biblia y el Corán con objetividad, sin prejuicios, se dará cuenta de la paridad de los dos mensajes y las dos inspiraciones y crecerá en sabiduría y perspicacidad.

Algunas historias narradas en la Biblia se encuentran en el Corán. Y el Corán se refiere sólo a historias de la Biblia desde la creación hasta el fin de los tiempos a través de Noé, Abraham, las doce tribus, la ruptura del Pacto por los Judíos, el Mesías Jesús, hijo de María. ¿Porqué alejarse de uno de los dos libros ya que la Biblia contiene más luz que explica la inspiración coránica?

Mucha gente discuta de religión y se dedica a eso con entusiasmo, pero este entusiasmo ignorante no es iluminado por el contenido de los libros inspirados. Estas personas se pierden entonces en los redes del fanatismo. Tal actitud es una abominación para Dios y sus profetas.

Quién quiere discutir de religión debe aprender a dar un paso atrás y consultar la Biblia y el Corán de cerca antes de embarcarse en un diálogo que el fanático transforma en desafío y lucha. La inspiración divina, por contra, pide de discutir «por lo mejor» argumentos y comportamientos. ¿Cuántos líderes religiosos pisotean este mandamiento coránico, ignorando los Libros, lejos de la inspiración en el mismo nombre de ella? De este modo, siembran la discordia en las filas de los hermanos creyentes.

Después de estas reflexiones, entendemos la esencia del Islam a través de la definición que el Corán nos da. Así, lo despojamos de las ideas tradicionalistas- añadidas como parásitos, a lo largo de los siglos, y acontecimientos- que han desfigurado la pureza de sus líneas.

Nos entendimos perfectamente, que en los ojos del Corán, el musulmán es:

«Quien se somete a Dios y haciendo el bien se hace del Asidero más firme.» (Corán XXXI; Luqmán,22)

Esta es la esencia del Islam coránico. Sin embargo, es el bien que hacemos a través de someterse su rostro a la Biblia, porque Dios está allí como en el Corán. Bienaventurados son los hombres que se someten a Dios mediante de sus Libros y que creen en ellos. Agarran «el Asidero más firme».

Debemos tener en cuenta aquí el hecho siguiente: los árabes, antes de Muhammad, fueron incapaces de estudiar la Biblia, porque fue escrita en hebreo y griego. Hoy en día, la Biblia fue traducida al árabe y a otros lenguas entendidas por los árabes (como el Inglés), entonces, no tienen excusa para ignorarla.

En el espíritu de lo que se dijo a la gente de la Biblia, decimos hoy a la gente del Corán: «! No hagáis nada de fundamento mientras no observéis la Tora, el Evangelio», porque sin ellos no entrareis por el Espíritu divino en el Corán (ver Corán V; La Mesa Servida,68).

En efecto, la plenitud del Espíritu coránico no puede ser entendida sin recurrir a la Biblia que es la fuente.

Creemos que el Judaísmo de la Tora, el cristianismo del Evangelio y el Islam del Corán tienen una sola y misma esencia. No dudamos en proclamar nuestra fe en el Islam y su noble profeta Muhammad. Los necesitamos para fortalecer nuestro testimonio a Dios, el Mesías y el Evangelio.
Queremos, en este estudio, enseñar, sin compromiso, el espíritu de la comprensión mutua y la armonía entre los creyentes verdaderos de todas las religiones mediante la exposición del acuerdo total entre la Biblia y el Corán.

Mis compañeros y yo, muy conscientes de las dificultades y persecuciones que enfrentamos de los fanáticos de confesiones distintas, sin embargo, nos hemos comprometido a seguir adelante con paciencia y determinación. En el nombre de Dios, caminamos, haciendo caso omiso de todas las interpretaciones mezquinas y contradictorias de las que causan desordenes. Hemos intentado incansablemente de encontrar el «mejor de los argumentos», y no le perdemos de vista, para satisfacer Dios sólo y nuestra conciencia, caminando en esta «Vía recta» del saludo espiritual.

Los creyentes de todas las corrientes espirituales y de todas religiones que logran a liberarse de los prejuicios contra los libros sagrados, descubren con alegría que son hijos de un mismo Dios, que son hermanos y amigos, después de creer mucho que eran enemigos mortales.

Los principios del estudio

Nuestro estudio de la Inspiración divina se basa sobre los principios inmutables siguientes:

  1. El retorno al texto coránico mismo.
  2. La búsqueda del significado espiritual del texto.
  3. La pedagogía divina en la Inspiración.
  4. La unidad de la inspiración.

Con respecto a estos principios en el estudio de la inspiración bíblica-coránica, seremos capaces de penetrar en la intención divina para finalmente descubrir la unidad de las dos revelaciones.

El retorno al texto coránico

Dios requiere de los creyentes la prudencia en la búsqueda de verdades espirituales. Les pide de apoyarse siempre sobre los libros inspirados e de ignorar los rumores difundidos por los alborotadores. Dios advierte, diciendo:

«Hay algunos hombres que discuten de Dios sin tener conocimiento, ni dirección, ni Escritura luminosa.» (Corán XXII; La Peregrinación,8)

El Libro luminoso que usamos para entender el espíritu del Corán es el Corán mismo, apoyando nuestros argumentos en este Libro inspirado y en la Biblia, para manifestar la unidad que existe entre los Libros inspirados. Es intencionalmente que no prestamos ninguna atención a las protestas vanas de los que gustan las controversias superficiales para ahorrar su tiempo y el nuestro.

Esta necesidad de utilizar un Libro luminoso fue sentida por los apóstoles del Mesías mismos, para convencer a los judíos que Jesús era de verdad el Mesías anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. De hecho, la inspiración evangélica dice que los Judíos que
han creído en el Mesías

«… aceptaron la Palabra (anunciada por los Apóstoles) de todo corazón. Diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así.» (Hechos 17,11)

El Mesías había hecho lo mismo con sus Apóstoles después de su resurrección:

«Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.» (Luca 24,27)

El creyente avisado debe entonces constantemente referirse a los Libros Luminosos si está buscando una dirección sólida brillante para basar su fe en el conocimiento, al ejemplo de los Apóstoles, sus predecesores.

La búsqueda del significado espiritual del texto

Dios nos ha mandado a buscar siempre el significado espiritual de los textos inspirados, advirtiéndonos contra la trampa de la interpretación literal y estricta, que se desvía de la intención divina. La inspiración divina es para inflamar nuestros corazones y estimular nuestro interés por la vida espiritual eterna que es, sin mesura común, más allá de la vida corporal. Por eso, el Corán, después del Evangelio y de la Tora, nos anima y nos sensibiliza a ajuntarnos al espíritu a través de la letra. El Corán dice en efecto:

«Hay entre los hombres quien sirven a Dios, pero se atienen a la letra en servir a Dios. Si recibe un bien, lo disfruta tranquilamente. Pero, si sufre una tentación, gira en redondo, perdiendo así la vida de acá y la otra: es una pérdida irreparable.» (Corán XXII; La Peregrinación,11)

Encontramos la misma advertencia en el Evangelio con un estilo diferente:

«…el cual nos capacitó para ser ministros de una Nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida.» (II Corintios 3,6)

El Mesías nos recomienda de no entender la Inspiración a la letra, de no persistir en el significado literal, pero de elevarse a la intención divina manifestada por palabras proféticas:

«El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida.» (Juan 6,63)

El Antiguo Testamento también nos invita a ir más allá de la letra para unirse al Espíritu. Citamos como ejemplo la circuncisión y el ayuno. El profeta Jeremías (siglo VI aC) dice de la circuncisión:

«Circuncidaos para Iahveh y extirpad los prepucios de vuestros corazones.» (Jeremías 4,4)

Por tanto, este gran profeta había entendido que la intención divina sobre la circuncisión tenía el objetivo de la purificación del corazón, no la eliminación del prepucio, un acto espiritual, no físico, que lava el alma de los pensamientos impuros y las tendencias impuras. Es por eso que St. Pablo dijo, a este respecto:

«La circuncisión es nada, y nada la incircuncisión; lo que importa es el cumplimiento de los mandamientos de Dios.» (1 Corintio 7,19)

En efecto, los que guardan los mandamientos de Dios eran

«circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal.» (Colosenses 2,11)

Esta es la circuncisión espiritual realizada por la mano de Dios para purificar el alma a través del arrepentimiento y la gracia. Esta no puede ser comparada a la circuncisión física hecha de manos del hombre, incapaz de lavar el alma de las contaminaciones.

La circuncisión, el ayuno, los sacrificios, la peregrinación… etc. son todos símbolos «alegóricos» que evocan realidades espirituales; son parte de «alegorías» que debemos interpretar espiritualmente, no literalmente, como siguen haciendo:

«Los de corazón extraviado siguen las equívocas, por espíritu de discordia y por ganas de dar la interpretación de ellos. Pero nadie sino Dios conoce la interpretación de ellos. Los arraigados en la Ciencia dicen: Creemos en ello. Todo procede de nuestro Señor. Pero solo se acuerdan de eso los dotados de intelecto» (Corán III; La Familia de Imran,7)

La interpretación de «alegorías» no es conocida que de Dios revela el Corán. ¿Cómo algunos entonces se atreven de interpretarlas de una manera y de un estilo que provocan la discordia y la división entre los hermanos? En cuanto a nosotros, no avanzamos nuestra propia interpretación, pero usamos la Palabra de Dios en la Biblia, y en particular en los libros del Evangelio. Allí encontramos la interpretación de Dios mismo sobre las «alegorías», y eso por su propia «Palabra que Él ha comunicado a María» (Corán IV; Las Mujeres 171). La Palabra de Dios se encarnó en Ella para iluminar el mundo sobre las intenciones de Dios en su Inspiración. Esta Palabra bendita esta correcta y sobrepasa y confunde toda interpretación humana. Solos «los hombres de inteligencia» que están abiertos libremente y sin restricciones sobre toda la inspiración bíblico – coránica lograran a aprender de esta Palabra Divina. Todos aquellos que fueron engañados en las redes del fanatismo pueden liberarse de esta esclavitud viciosa si se guían por la Palabra total de Dios. Evitarán así el juicio severo de Dios y glorificaran su inspiración bíblica – coránica santa repitiendo el Corán:

«Creemos en ello. Todo procede de nuestro Señor.» (Corán III; La Familia de Imran,7)

En cuanto al ayuno, el profeta Isaías (siglo VIII aC) le había explicado diciendo que la intención divina no era para beber y comer, pero las obras de justicia:

«¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?» (Isaías 58,6-7)

Sí, de hecho, creemos que el ayuno verdadero es de retener el lenguaje de las palabras vacías, de las calumnias que afectan a los hombres, de abstenerse de comer las propiedades de otra persona. Esta es la comida que debemos abstenerse como Cristo dijo:

«Luego llamó a la gente y les dijo: Oíd y entended, No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que contamina al hombre.» (Mateo 15,10-20)

El Corán, inspirado para confirmar el Evangelio, confirma estas palabras conmovedoras de Jesús. De hecho, se informó en la sura La Familia de Imran las palabras dirigidas por Jesús a los judíos:

«Os he traído un Signo que viene de vuestro Señor… Y en confirmación de la Tora y para declararos lícitas algunas de las cosas que se os han prohibido.» (Corán III; La Familia de Imran,49-50)

Los seguidores de Dios entienden que ningún alimento está prohibido o considerado impuro por Dios. La Tora y el Corán no mencionan estos prohibidos que para preparar para el concepto de puro e impuro en las acciones y comportamientos humanos, dirigiéndose a los hombres que ignoraban a Dios, el bien y el mal. Es por esta razón que Dios vuelve a este tema, y clarifica la intención de lo puro y lo impuro en la Sura de la Mesa, explicando que:

«Hoy se os permiten las cosas buenas. Se os permite el alimento de quienes han recibido la Escritura (Biblia), así como también se les permite a ellos vuestro alimento.» (Corán V; La Mesa Servida,5)

Dios todavía confirma esta intención en la misma Sura:

«¡Creyentes! ¡No prohibáis las cosas buenas que Dios os ha permitido! ¡Y no violéis la ley, que Dios no ama a los que la violan! ¡Comed de lo lícito y bueno de que Dios os Ha proveído!» (Corán V; La Mesa Servida,87-88)

Debemos señalar que este mandamiento es dirigido a los creyentes para practicarlo: «¡Oh, creéis», y no a los incrédulos que transgreden la voluntad de Dios sin practicarla . Somos aquellos que creen en las palabras de Jesús que dijo «legal alguna de lo que estaba prohibido» de alimentos, como se explicaba anteriormente. No somos transgresores. También creemos en Muhammad, su compañero de misión celestial, el cual fue enviado para confirmar el Evangelio y las palabras de Jesús en ello.

Bajo esta fe nuestra, hemos decidido de no prohibir lo que Dios declara lícita, ya que Dios dice también en la Sura de la Mesa:

«Quienes creen y obran bien, no pecan en su comida si temen a Dios, creen y obran bien, luego temen a Dios y creen, luego temen a Dios y hacen el bien. Dios ama a quienes hacen el bien.» (Corán V; La Mesa Servida,93)

Hacer el bien! Este es el puro que Dios ha prescrito. Hacer el mal! Este es el impuro que Dios ha prohibido. Además, en el Sura VI, los Rebaños, Dios le pidió a Muhammad de decir:

«Di: ¡Venid, que os recitaré lo que vuestro Señor os ha prohibido: que Le asociéis nada!… alejaos de las deshonestidades…no matéis a nadie que Dios haya prohibido, sino con justo motivo! Esto os ha ordenado Él: ¡No toquéis la hacienda del huérfano…! ¡Dad con equidad la medida y el peso justos!… Sed justos Cuando declaréis! Esto os ha ordenado Él. Quizás, así, os dejéis amonestar Y: Ésta es Mi Vía, Recta. Seguidla…» (Corán VI; Los Rebaños,151-153)

Debemos notar que no se trata de los alimentos puros e impuros en estas prescripciones divinas de la Vía Recta. Así que ahora tenemos que superar estas prohibiciones culinarias y materiales para poner en práctica lo que dice Jesús en el Evangelio de Mateo y la Sura de la Familia de Imran. Sólo un corazón maduro en la fe sana, a la escucha de las direcciones de Dios, logra a liberarse de las cadenas de la letra para embarcarse en esta «Vía Recta» del espíritu prescrita por el Corán.

Esto también se aplica al ayuno del Ramadán. Este ayuno no es obligatorio como lo pretenden los fanáticos, ya que, según lo prescrito por el Corán mismo, «Y los que, pudiendo, no ayunen podrán redimirse dando de comer a un pobre» (Corán II; La Vaca,184). El ayuno verdadero es entones de no «comer el dinero de otras personas», según lo prescrito por el Corán a continuación. Los que llevan una vida reglada, bien equilibrada en todo son los que ayunan durante su vida.

Hemos visto a personas que ayunan para caer de nuevo sobre la comida como salvajes sobre mesas bien surtidas, y para vomitar después de sus comidas enormes, desregladas, de la noche hasta la madrugada…

Bienaventurados los que entienden la intención divina y practican el equilibrio y el control en todas las cosas.

Por eso, el Corán prescribió:

«No cabe imposición en religión.» (Corán II; La Vaca,256)

Esto se aplica, ciertamente, al ayuno.

La inspiración coránica menciona también el hecho de que el ayuno es abstenerse de oír mentiras y de comer el dinero de la gente:

«Esos tales son aquéllos cuyos corazones Dios no ha querido purificar Sufrirán ignominia en la vida de acá y terrible castigo en la otra. Dan oído a la mentira y devoran el soborno.» (Corán V; La Mesa Servida,41-42)

Dios también dijo en su Libro Santo:

«No os devoréis la hacienda injustamente unos a otros. No sobornéis con ella a los Jueces para devorar una parte de la hacienda ajena injusta y deliberadamente.» (Corán II; La Vaca, 188)

Aparece claramente de estos versículos que la purificación deseada es la del corazón, y que el ayuno es de abstenerse de escuchar las mentiras y de «comer» el dinero injustamente sin nunca obtener suficiencia y no de abstenerse de comer productos materiales por un tiempo limitado. Moisés dio a los judíos una Ley, la Tora. Algunos persisten, hoy en día, a entender esta Ley a la letra, negándose a abrirse a la intención divina. Este cierre les ha aislado de Dios, esta es la razón principal del rechazo de Jesús por los Judíos. Ellos esperaban un Mesías militar beligerante, un político autoritario y un economista genial. Pero el Mesías vino para hablar de arrepentimiento, del amor de los demás, no de lucha armada, del desprecio del dinero, no de su importancia. Explicó además el concepto espiritual de la ablución (purificación física por el agua), del ayuno, del descanso del sábado y de la ley mosaica en general. Pero los Judíos fanáticos se aferraban a la letra de la Ley, no a su espíritu, y rechazaron de reconocer al Mesías quien los invitaba a lavarse de la fuente de las Aguas Espirituales, no materiales, las fuentes del arrepentimiento, solas capaces de purificar el corazón de las impurezas reales.

Es por eso que Dios nos invita en el Corán a un examen serio de conciencia. Esto justifica o condena cada uno de nosotros:

«Di: ¿Habéis visto el sustento que Dios ha hecho bajar para vosotros? ¿Y habéis declarado esto lícito y aquello ilícito? ¿Es que Dios os lo ha permitido (de decir eso) o lo habéis inventado contra Dios? El día de la Resurrección ¿qué pensarán los que inventaron la mentira contra Dios? Sí, Dios dispensa Su favor a los hombres, pero la mayoría no agradecen.» (Corán X; Jonás,59-60)

Estos versículos temibles revelan que es el hombre que, por su locura, distinguió, «contra Dios» el permitido y el prohibido. ¿Cuál será la respuesta de cada uno de nosotros frente a esta pregunta en el Corán: ¿Es Dios que distingue entre lo que es permitido y lo que es prohibido en los productos que el mismo nos dispensa, o es el espíritu derecho de los creyentes malos que atribuyen esta mentira a Dios?

Además, y en cualquier caso, el Corán revela que Dios es libre de borrar lo que quiere en los Libros revelados:

«Cada época tiene su Escritura, Dios abroga o confirma lo que quiere. Él tiene la Escritura Matriz» (Corán XIII; el Trueno,38-39)

Por lo tanto, hemos visto que el Mesías dijo «puros todos los alimentos» (Marcos 7,19). Además, sobre todos los animales, Dios repitió a Pedro tres veces:

«Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.» (Hechos 10,15-16)

Pablo, por su parte, ha aclarado la cuestión de puro e impuro en estos términos:

«No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro, ciertamente…» (Romanos 14, 20)

El confirma también esta verdad a su discípulo Tito:

«Para los limpios todo es limpio; mas para los contaminados e incrédulos nada hay limpio, pues su mente y conciencia están contaminadas. Profesan conocer a Dios, mas con sus obras le niegan…» (Tito 1,15-16)

El conflicto entre la interpretación literal y espiritual es permanente. Dios no nos pide simplemente de tener fe en su Inspiración, pero la fe buena: la que se somete a su voluntad. Dios es espíritu y el desea la elevación de nuestro espíritu. Sin eso no podemos, cualquier cosa que hagamos para purificar el cuerpo, elevarnos hasta Dios. La Ablución física forma parte de las «alegorías» y no es que el símbolo de la necesidad de una purificación espiritual, pero es incapaz de producirla. Esta purificación se obtiene por la fe y las obras buenas.

Los creyentes que buscan el significado espiritual de la inspiración llegan a las alturas de la vida espiritual, en contra, los que se aferran a la letra son enanos mencionados en el Corán en el verso siguiente:

«Hay entre los hombres quien adora a Dios pero se atienen a la letra (harf). Si recibe un bien, lo disfruta Tranquilamente. Pero, si sufre una tentación, gira en redondo, perdiendo así la vida de acá y la otra: es una pérdida irreparable.» (Corán XXII; La peregrinación, 11)

La palabra «harf» en árabe tiene un significado primero, preciso de «letra». Sin embargo, algunos lo traducen por la palabra «borde», que es el segundo significado. Si la intención de Dios era «borde», la palabra árabe más exacta seria «Hafat». La intención divina tiene como objetivo claro aquellos que creen con un espíritu temeroso, unido «a la letra» por miedo del castigo, sin tratar de comprender la intención del Espíritu Santo, por el amor de Dios. O «la letra mata», dice el Evangelio. «El Espíritu es el que da vida» (2 Corintios 3,6).

Cómo, el creyente unido a la letra, no puede «caer» en la cabeza, confundido y agitado cuando dos pasajes de una misma inspiración son contradictorios? En verdad, esta contradicción es sólo aparente y se sitúa en términos de la letra. Sin embargo, estos textos están de acuerdo en el nivel espiritual y en la intención divina.

Así, el hecho de elevarse hasta la intención espiritual es una necesidad para la salvación, sin la cual nos sumergimos en las marismas de la letra y en la impureza del fanatismo y la ignorancia, como es el caso, por desgracia, para muchos. Esta necesidad de elevarse a la intención divina y al significado espiritual de los textos aparece en dos pasajes sobre la creación aparentemente diferentes.

«…Él es Quien ha creado en seis días los cielos, la tierra y lo que entre ellos hay. Luego, se ha instalado en el Trono.» (Corán XXV; El Criterio,59)

Se trata aquí de una creación en seis días. Pero encontramos en un otro capítulo:

«Di: ¿No vais a creer en Quien ha creado la tierra en dos días…» (Corán XLI; Han Sido Explicadas Detalladamente,9)

Las interpretaciones que tratan de conciliar literalmente la creación en seis días y la de dos días son interpretaciones cómicas y con torsiones. Son más oscuras por desvíos y contorsiones y no logran a convencer al hombre reflexivo que tiene una mentalidad madura y sensata. Ciertamente, están lejas del propósito de Dios en su Inspiración.

También encontramos en el Antiguo Testamento dos historias de la creación. El primer relato habla de la creación en seis días, cuando Dios creó al hombre y la mujer en el sexto día, después de creer los animales y las plantas (Génesis 1). El segundo relato dice exactamente el contrario: Dios creó a Adán en primero, luego, le puso solo en el paraíso, y luego creó el resto de los animales, y finalmente creó a Eva de una costilla de Adán. El relato no menciona un número de días de la creación (Génesis 2).

¿Hay entonces una contradicción en la inspiración? No! La inspiración divina no se contradice: Debemos entender que Dios, a través de estos relatos, sólo quiere revelar al hombre politeísta la existencia de un Creador único. Esta verdad simple, sola, causó el odio contra los que la predicaban… El objetivo de los textos es de revelar a los hombres el conocimiento del Creador único y de poner fin a la adoración vana de ídolos y al culto ofrecido a varios dioses de la mitología.

Este Dios único nos invita, por la diversidad de los relatos de la creación, a ir más allá de la letra y a elevarnos para cumplir con el espíritu. Lo importante no es saber cómo se creó el universo, pero saber que hay un sólo Dios creador para adorar. No es para satisfacer una curiosidad científica, buscando en los textos sagrados verdades de orden numérico y temporal (número de días de la creación, etc…), pero para entender el mensaje espiritual: la Existencia de un solo Dios y de la manera apropiada de adorarlo. Esto es lo que la inspiración quiere revelarnos.

La pedagogía divina en la Inspiración

Dios, como un padre a sus hijos, siempre se ha basado sobre la pedagogía en la inspiración para guiar a los creyentes, y llevarlos gradualmente de donde están hasta la madurez psicológica y espiritual donde los quiere. Cada creyente sabio y perspicaz observa que en el Corán, Dios usa la pedagogía para los árabes del siglo VII AD. Esta pedagogía misma fue aplicada por Dios a los judíos y los cristianos en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Los árabes de la Península Arábiga no conocían la vida espiritual a causa de su ignorancia de las verdades divinas reveladas. Antes del advenimiento del Profeta Muhammad, adoraban a La Meca más de trescientos sesenta ídolos juntos en la Quaba, monumento cúbico que abrita la «Piedra Negra» que los árabes creen que desciende del Cielo.

Estos dioses de la mitología árabe comían, se casaban entre ellos y procreaban. Los árabes creían entonces en una mitología comparable a la de los griegos antes de la penetración del cristianismo en Europa.

No fue posible de dar a los árabes la plenitud de la luz a la vez, a causa de su distancia total de la Verdad divina. Al igual que es imposible para el ojo humano, que fue mantenivo mucho tiempo en la oscuridad , de abrirse de repente a la luz solar sin ser encandilado o ciego, del mismo modo, debemos dar gradualmente la luz divina a los que mantuvieron por mucho tiempo en las oscuridades.

Dios, como siempre, actúa con sabiduría para revelarse a los árabes no sólo «en lengua árabe clara», pero poco a poco. Actúa como el maestro le enseñó a su alumno en la escuela, pasándole por las clases primarias, secundarias, hasta los diplomas superiores.

El Creador había hecho lo mismo con Abraham, Moisés y los Judíos en la Tora, y luego con los cristianos en el Evangelio, revelando poco a poco la esencia de su Ser único y espiritual. Esta pedagogía se encuentra en el Corán donde Dios revela a los árabes las verdades bíblicas con finura y delicadeza infinita, como un padre disciplina a su hijo hasta la madurez. Para ilustrar esto, vamos a presentar dos ejemplos de la pedagogía divina, uno sobre los sacrificios de animales, y otro sobre el matrimonio?

Los sacrificios

En El tiempo de Moisés, los judíos estaban contaminados en Egipto con la idolatría. Ellos adoraban a los dioses egipcios y les ofrecían muchos sacrificios. Para mantenerlos lejos de estas prácticas paganas que habían utilizado durante más de cuatro siglos, y para llevarlos gradualmente cercas del Dios Único, Moisés, en la Tora, les dio un culto. Esto consistía en los sacrificio ofertes, no A los dioses egipcios, sino A un Dios único que habían olvidado. El propósito de estos sacrificios no era de satisfacer Dios, pero de mantener los judíos lejos de la adoración de ídolos. Esto fue el primer paso, que debía llevarlos más cercas de la adoración verdadera.

Moisés no fue ni capaz de cancelar abruptamente y, finalmente, la práctica de los sacrificios, ni capaz de convencer a los Judíos de su incapacidad para obtener la misericordia divina. No podían en ese momento, entender la esencia del arrepentimiento que consiste en acercarse a Dios a través del perdón, no a través de los sacrificios. Así que Dios permitió estos sacrificios como un primer paso para acercarlos a Él.

El paso segundo tuvo lugar más de cinco siglos después de la salida de los Judíos de Egipto. Entonces Dios inspiró a sus profetas la vanidad de los sacrificios y los holocaustos de animales, afirmando que el único sacrificio aceptable a Dios es el sacrificio espiritual de si-mismo. El regalo verdadero que satisface a Dios es un alma arrepentida que se somete por completo a la voluntad divina. David, el rey profeta habla a Dios en el Salmo 51 (50):

«Abre, Señor, mis labios, y publicará mi boca Tu Alabanza. Pues no te agrada el sacrificio, si ofrezco un holocausto no lo aceptas. El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.» (Salmos 51 (50),17-19)

En otro Salmo Dios dice también:

«¿Es que voy a comer carne de toros, o a beber sangre de machos cabríos? Sacrificio ofrece a Dios de acción de gracias, cumple tus votos al Altísimo; e invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me darás gloria.» (Salmos 50 (49),13-15)

En la Biblia, Dios declara por boca del profeta Jeremías (siglo VI antes de Jesucristo) que nunca había exigido sacrificios y holocaustos, sino que Él quería que nosotros sigamos sus mandamientos. De hecho, Jeremías dijo a los judíos irónicamente:

«Así dice Iahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y comeos la carne. Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni les mandé nada tocante a holocausto y sacrificio. Lo que les mandé fue esto otro: ‘Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguiréis todo camino que yo os mandare, para que os vaya bien.’» (Jeremías 7, 21-23)

El profeta Miqueas, también, en el siglo VIII antes de Jesucristo, había denunciado la vanidad de los sacrificios y llegó a decir:

«Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Iahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.»(Miqueas 6,6-8)

El Corán nos invita a exceder los sacrificios de animales y entender la intención real de Dios. Hablando de sacrificios, el dijo:

«Dios no presta atención a su carne ni a su sangre, sino a vuestro temor de Él…» (Corán XXII; La Peregrinación,37)

A pesar de esto, vemos a los «creyentes» acelerar por millones a los lugares de peregrinación donde innumerables ovejas y otros se ofrecen a Dios que no presta atención «a su carne ni a su sangre» .Esta costumbre es social más que espiritual, y tiene como objetivo a menudo a complacer a una sociedad hipócrita que ignora toda piedad verdadera en la vida cotidiana.

El matrimonio

El matrimonio poligamia entre los árabes de la Antigüedad era un caos, como el divorcio. Dominado por el capricho de los hombres y sus instintos, el matrimonio exponía la mujer a la mayor inseguridad y a muchos peligros: el divorcio es libre, la mujer recibió ninguna compensación. El papel indigno de la mujer en los harenes del antiguo Oriente Medio árabe dispensa de comentario.

Por tanto, el Corán viene, en una primera etapa, a restringir el número de esposas e imponer una ley al divorcio, según la cual el hombre debe indemnizar a la mujer divorciada. El matrimonio está limitado a cuatro esposas legítimas, a condición, sin embargo, de ser justo con ellos. Sino el hombre debe casarse con una. Aquí viene la pedagogía divina, porque la limitación del matrimonio es en sí mismo un gran desarrollo para el hombre árabe de la época, evolución sobre la que la gente de la Biblia había pasado. El Corán dice:

«Si teméis no ser equitativos con los huérfanos, entonces, casaos con pocas mujeres
Que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero, si teméis no obrar con justicia (con ellas), entonces con una… Dad a vuestras mujeres (esposas) su dote Gratuitamente.» (Corán IV; Las Mujeres, 3-4)

Debemos señalar que el primer versículo comienza por llamar la atención del hombre a los huérfanos, abriendo un camino hacia el altruismo. Luego, hablando del matrimonio, el Corán no sólo le restringe, sino que también impone al hombre una dote para dar a cada mujer. Por un lado, esto no alienta la poligamia, y en segundo lugar, eleva la situación de la mujer a través de exigir una dote del marido, no de la mujer, tal como eso se practicaba mucho tiempo, incluso en el Occidente cristiano. El Corán permite a las mujeres de retirarse libremente de esta dote a favor del marido:

«Dad a vuestras mujeres su dote gratuitamente. Pero, si renuncian gustosas a
una parte en vuestro favor, haced uso de ésta tranquilamente.» (Corán IV; Las Mujeres, 4)

Después de haber restringido el matrimonio, el Corán recomienda la monogamia. Más allá comentando el mismo tema, al presenta la monogamia come el medio único y ejemplar para evitar cualquier injusticia con las esposas:

«Jamás podrán ser justos con sus mujeres aunque se muestren vigilantes.» (Corán IV; Las Mujeres,129)

Es claro que Dios invita al hombre, por este versículo, a la monogamia. Después de conducirlo poco a poco de la unión desreglada con la mujer, pasando por el matrimonio condicionado por la igualdad con cuatro esposas, Dios finalmente prescribe la monogamia, ya que nunca será justo con varias esposas, «aunque viendo». Cualquier creyente sincero que busca a agradar a Dios, no a satisfacer sus propios deseos, entenderá esta pedagogía divina, si ha madurado en la fe.

Así, es con gran finura y delicadeza que el Creador introduce la monogamia en las mentalidades árabes. Sin embargo, la primera impresión, que sigue siendo predominante entre muchos musulmanes, es que la poligamia está permitida por el Corán. En realidad, esta sólo se tolera hasta que el hombre alcanza una cierta madurez psicológica y espiritual. Dios le da entonces al hombre, esta criatura que le sabe frágil, el tiempo suficiente para hacer, a través de la experiencia, la importancia de la monogamia para la vida espiritual y temporal.

En cuanto a la sociedad árabe moderna, notamos el éxito del plan pedagógico de Dios en la práctica de la monogamia. Los árabes, en la gran mayoría, no tienen hoy que una sola mujer y la poligamia es bastante desacreditada. Del mismo modo, el divorcio es despreciado por la mayoría de las familias árabes, el constituye generalmente el recurso último en estos casos severos y graves. Mayor es la diferencia entre la sociedad islámica después del pasaje del soplo vivificador del Corán.

El Evangelio, también adopta la misma actitud pedagógica sobre el matrimonio y el divorcio: los fariseos que practicaban libremente el divorcio, cuestionaron el Mesías en este tema, para avergonzarle:

«¿Puede uno repudiar (divorciar) a su mujer por un motivo cualquiera? El respondió: ¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Dícenle: Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla? Díceles: Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así…» (Mateo 19,3-8)

Debemos notar la actitud conmocionada de los Apóstoles mismos que oyen las palabras del Maestro y le dijeron:

«Dícenle sus discípulos: Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta casarse. Pero él les dijo: No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda» (Mateo 19,10-12)

Dos hechos importantes surgen de esta historia: el primero es Moisés, que ha permitido de dar una carta de divorcio, y no Dios. Moisés ha permitido esto como un paso pedagógico, una concesión temporal en razón de la inmadurez psicológica de los hombres de este tiempo, concesión que debíamos exceder después para volver a la condición original querida por Dios, como Jesús le explicó. Pero los judíos, unidos a las tendencias humanas, se adhieren a la letra de la ley, negándose de elevarse a la intención divina.
El segundo hecho a recordar es que el Mesías, de su discurso sobre el matrimonio y el divorcio, fue más allá, elogiando la castidad de las personas «que se han hecho a sí mismos eunucos por tener el Reino de Dios». Esta expresión no implica una operación quirúrgica ni un celibato perpetuo, sino un matrimonio fiel cargado de sentimientos profundos y espirituales. No es de satisfacer los instintos puramente sexuales, pero de superarlos, hasta la reunión con el compañero o la compañera seleccionado (a) por Dios. Entonces se hacen espiritualmente «eunucos», es decir, castos y fieles en el matrimonio único toda su vida.

El Corán, también, habla de la castidad diciendo:

«Que los que no puedan casarse observen la continencia hasta que Dios les enriquezca con Su favor (enviado el compañero o la compañera).» (Corán XXIV; La Luz, 33)

Los árabes de la época de anarquía despreciaban la continencia y la castidad antes del matrimonio. Esta virtud estaba ignorada o despreciada, hasta el punto de que aquellos que la practicaban fueron acusados de falta de virilidad. Este es el caso, hoy, en los países llamados cristianos.

Las enseñanzas coránicas han dado sus buenos frutos en el corazón de muchos árabes. El Corán es el instigador de la evolución de la sociedad islámica, aunque algunos de sus enseñanzas quedan sin frutos para muchos musulmanes que están cerrados al espíritu coránico. Del mismo modo, el Evangelio no ha dado sus frutos en el corazón de muchos cristianos que desprecian la castidad y la santidad del matrimonio.

La Unidad de la Inspiración

La inspiración en la Biblia y el Corán es una. Ella emana de un mismo Dios que se ha revelado, manifestando su existencia en los libros del antiguo y Nuevo Testamentos e del Corán. Esto es lo que el Corán afirma diciendo a la gente de la Biblia.

«Nuestro Dios y vuestro Dios es Uno. Y nos sometemos (Musulmanes a Él)» (Corán XXIX; La Araña,46)

De un solo Dios emana una sola Inspiración inmutable, sin falsificación. Lo que afirma el contrario es un blasfemador.

Para descubrir la unidad de la Inspiración de los versículos bíblicos y coránicos, tenemos que ir más allá de las expresiones y los estilos literarios diferentes para entender el significado espiritual profundo, penetrando entonces el Espíritu de Dios. Como entendemos este punto importante, podemos entonces ser testigos del monoteísmo, ya que no es ni lógico ni conveniente de demostrar la existencia de un Dios sin ser testigo de su Inspiración única.

Los fanáticos buscan a divisar esta Inspiración, a través de difundir rumores que tiene como objetivo incitar el odio y los trastornos. Los rumores principales son los siguientes:

  • El Corán no es inspirado por Dios
  • El Corán abolió la Biblia
  • El Evangelio es falsificado
  • El Evangelio se contradice por supuestas diferencias entre los cuatro Evangelios etc…

Estas calumnias no tienen ninguna base en el Corán. Muchos eruditos honestos denunciaron estos rumores, incluido el Jeque Muhammad Abdo, ex primado de la mezquita El-Azhar en Egipto. Este certifica más de una vez la autenticidad del texto bíblico.

Para descubrir la unidad de la inspiración, debemos respectar dos principios:

  1. Reemplazar la Inspiración en su contexto histórico, geográfico y social
  2. Discutir por «el mejor» de los argumentos como lo exige el Corán.

Las mejores interpretaciones del Corán son las que confirman la Biblia. Esta es la «Vía Recta» (Corán I, la Fatiha, 6). Por el contrario, las interpretaciones coránicas que contradicen el espíritu bíblico deben ser rechazadas porque están en contradicción con el Corán que autentica las Escrituras bíblicas que vienen delante de él. Estas interpretaciones falsas representan el camino tortuoso que toman «los lejos que incurren la ira de Dios.»

Reemplazar la Inspiración en este contexto

Para comprender una inspiración, ya sea bíblica o coránica, debemos conocer el profeta a quien Dios ha inspirado el mensaje, la razón por la que este mensaje fue dado así como su contexto social e histórico. De hecho, Dios dice en el Corán:

«No mandamos a ningún enviado que no hablara en la lengua de su pueblo, para que les explicara con claridad.» (Corán XIV; Abraham,4)

Esta es la razón por la que debemos saber la gente, el tiempo, el lenguaje de cualquier profeta y la sociedad en la que se envió y el contexto histórico para comprender el alcance del mensaje inspirado.

En el caso del Corán, la inspiración se dio en la Península Arábiga, para informar sus habitantes sobre la existencia de un Dios único y la ausencia de sus dioses mitológicos.
El Corán anuncia a los árabes que este mismo Dios se ha hecho conocer antes a la gente de la Biblia y que, a través del Corán, se presenta a ellos y les presenta esta Biblia en «lengua» o «lectura árabe clara» para que siguen el mismo camino que sus predecesores (Judíos y cristianos):

«Dios quiere aclararos y dirigiros según la conducta de los que os precedieron…» (Corán IV; Las Mujeres, 26)

El camino del Islam es entonces el de la Biblia. Además, Dios invita a los árabes a creer no sólo el Corán, pero la Biblia también. Aquí se manifiesta la unidad de la inspiración:

«¡Creyentes! Creed en Dios, en Su Enviado (Mohamed), en la Escritura que ha revelado (el Corán) a Su Enviado y en la Escritura que había revelado antes (La Tora y el Evangelio).» (Corán IV; Las Mujeres, 136)

Creer en la Biblia y el Corán es una condición por la fe monoteísta y por la realización de la unificación de la inspiración. Es por creer en la autenticidad de la Biblia que encontramos la interpretación correcta del Corán, ya que certifica la autenticidad de la Biblia.

¿Cómo algunos pretenden entonces que la Biblia, y en particular los Evangelios, son falsificados, mientras que el Corán mismo dice explícitamente lo contrario? De hecho, el Corán informa:

«Aquéllos a quienes hemos dado la Escritura (la Biblia) y la leen como debe ser leída, creen en ella. Quienes, en cambio, no creen en ella, ésos son los que pierden…» (Corán II; La Vaca, 121)

Nuestra creencia en la unidad de la inspiración divina y su protección por Dios nos impone una fe en la Biblia y el Corán que emana de ella. Los seguidores de la falsificación de la Biblia contradicen el Corán. De hecho, como hemos visto, Dios dice:

«Quienes, en cambio, no creen en ella, ésos son los que pierden.» (Corán II; La Vaca,121)

Queremos llamar la atención del lector sobre el hecho de que el Corán testifica a favor de la lectura «correcta» del Evangelio, es decir, «como él se inspiró,» de acuerdo con la interpretación coránica de «Jalalein». El hecho de que el profeta árabe Mahoma siempre ha confiado en «los que leen las Escrituras» (la Biblia), cuando se dudaba de su misión, aumenta aún más nuestra fe y nuestra relación con estas Escrituras Santas. Dios le guió «a la gente de la Biblia»:

«Si tienes (Mohamed) alguna duda acerca de lo que te hemos revelado, pregunta a quienes, antes de ti, ya leían la Escritura. Te ha venido, de tu Señor, la Verdad. ¡No seas, pues, de los que dudan!» Corán X; Jonás,94)

Hemos tratado de limitarnos a la lectura del Corán en nuestra búsqueda de la Verdad, pero el Corán nos incita a referirse al Evangelio diciendo:

«Di: ¡Gente de la Escritura (Biblia)! No hacéis nada de fundamento mientras no observéis la Tora, el Evangelio.» (Corán V; La Mesa Servida, 68)

Del testimonio del Corán a favor de la Biblia, nos fijamos para el objetivo de manifestar la unidad de la inspiración en estos dos libros inspirados. Hemos intentado incansablemente para encontrar el punto de encuentro entre el Corán y la Biblia, y, gracias a Dios, lo hicimos.

La discusión por el «mejor» de los argumentos

En nuestro estudio, hemos llegado a la conclusión siguiente: Toda interpretación coránica contraria a la Biblia se opone al espíritu del Corán y debe ser rechazada, ya que el Corán confirma la Biblia y no la contradice.

En el Corán hay 15 versículos que revelan que el Corán fue inspirado para confirmar la Biblia. Aquí son dos ejemplos:

«¡Creed en lo que he revelado en confirmación de lo que habéis recibido! (Biblia).» (Corán II; La Vaca,41)
(Ver también Corán II; La Vaca, 89, 91, 97, 101)

«Él te ha revelado la Escritura con la Verdad, en confirmación de los mensajes anteriores (Biblia). Él ha revelado la Tora y el Evangelio, antes, como dirección para los hombres…» (Corán III; La Familia de Imran,3)
(Ver también Corán III, 81/IV; 47/ V; 48 / VI; 92/ X; 37/ XXXV; 31/ XLVI;12, 30)

Nuestro enfoque se inspira del comando coránico luminoso: «No discutáis sino con buenos modales» (Corán XXIX, La Araña, 46). Pero «el bueno» de los argumentos es el que demuestra que el Corán confirma la Biblia y se encuentra en la descubierta de la unidad de la Inspiración bíblica-coránica. Esta es la «Vía Recta» de los elegidos (I Corán, la Fatiha,6) y «el más fuerte Ansa» (Corán,II, La Vaca,256). Además, intentamos de tratar los temas con amor y con la máxima precaución para no caer en la trampa de las controversias por el peor de los argumentos, como muchos lo hacen. Estos son responsables de la lejanía de muchas personas del Corán debido a sus comportamientos insensatos y fanáticos. Ellos desfiguran la cara verdadera y la pureza del Islam y llevan la responsabilidad de la desviación de las almas y de la división de las filas. Tendrán que responder por su actitud culpable el Día del Juicio ante el trono de Dios, estaban en el camino tortuoso que llevan «los lejos que incurren la ira de Dios».

Comentario

El Corán repite con fuerza el mandamiento bíblico dirigido a la gente de la Biblia, judíos y cristianos, para difundir el conocimiento de la Biblia y no de ahogarse:

«Cuando Dios concertó un pacto con los que habían recibido la Escritura (Biblia): Tenéis que explicársela a los hombres, no se la ocultéis. Pero se la echaron a la espalda y la malvendieron. ¡Qué mal negocio…!» (Corán III; La Familia de Imran,187)

Los jefes de los pueblos de la Biblia abandonaron de difundir su Luz divina. Mantuvieron el mensaje divino sellado, sin explicación, tanto es así que el pueblo cree ciegamente, sin entender las razones de su fe, ignorando las profecías e incluso la existencia de estas. El Corán, por supuesto, después de la Biblia, condena estos guías responsables traidores, judíos y cristianos, y revela su negligencia.

Sin embargo, ¿qué pensamos de los jefes musulmanes y árabes que exilan la Biblia fuera de sus fronteras, mientras que el Corán, por suerte, es bienvenido a todas partes? Sin embargo, el Corán requiere, también, de ellos- y se supone que deben saber- que el Mensaje bíblico sea también claramente revelado en todas partes y a todos los hombres y extendido por todo el mundo, amenazando a aquellos que sofocan la luz de los peores castigos:

«Quienes ocultan las pruebas claras y la Dirección que hemos revelado, después de habérselo Nosotros aclarado a los hombres en la Escritura, incurren en la maldición de Dios y de los hombres.» (Corán II; la Vaca,159)

«Quienes ocultan algo de la Escritura que Dios ha revelado y lo malvenden, sólo fuego
Ingerirán en sus entrañas y Dios no les dirigirá la palabra el día de la Resurrección ni les declarará puros. Tendrán un castigo doloroso.» (Corán II; La Vaca,174)

Todo otro comentario es superfluo.

Los puntos de diferencia

En este capítulo, examinamos los puntos de diferencia más importantes, objetos de debates entre los credos diferentes. Tratan, sin esfuerzo sincero, de la búsqueda de unidad de la inspiración bíblica-coránica. Lamentamos que hay responsables religiosos que se apresuran de hablar de las verdades reveladas sin conocimiento de su parte, de manera infantil y superficial, sin decencia y madurez espiritual.

Los argumentos principales y prejuicios que son utilizados por algunos cristianos fanáticos para negar el Corán y su Profeta noble son los siguientes:

  • El Corán contradice algunas verdades evangélicas
  • La vida de Muhammad (poligamia y guerras) demuestra que no es un profeta.

Vamos a probar que el Corán no se ataque a ninguna de las doctrinas evangélicas. Muchos cristianos han creído en estos errores debido a la interpretación falsa presentada por algunos musulmanes de algunos textos coránicos.

En base a los principios de interpretación mencionados en el primer capítulo, demostramos en las páginas siguientes el acuerdo pleno y la unidad de las inspiraciones bíblicas y coránicas. Así que los cristianos no tienen ninguna razón justificable para negar el Corán, como los musulmanes para despreciar la Biblia. A continuación, presentamos las líneas grandes de la vida del Profeta Muhammad, lo que le declara inocente de todas acusaciones falsas en su contra.

Hemos mencionado brevemente las razones por las que muchos cristianos son lejos del Corán. Éstos son los puntos destacados sobre los que se apoyan algunos musulmanes para atacarse al cristianismo:

  1. La Trinidad Divina, los tres aspectos de Dios Solo e Único
  2. El título Hijo de Dios atribuido al Mesías
  3. La divinidad del Mesías
  4. La crucifixión y muerte del Mesías
  5. La falsificación de la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamentos)

Lo importante en estos puntos es de saber lo que dice la inspiración divina, porque nuestra discusión se basa en una base sólida de un «Libro luminoso» según lo aconsejado del Corán. Si nos encontramos estos puntos en los Libros inspirados creeremos, sino los rechazamos. Después de responder a cada uno de estos puntos, nosotros, por ese mismo hecho, refutamos los argumentos presentados por algunos cristianos para negar el Corán y los argumentos de algunos musulmanes para rechazar la Biblia y sus enseñanzas.

La Trinidad Divina, los tres aspectos de Dios Solo e Único

Dios se ha revelado en la Tora, en el Antiguo Testamento, como el único Creador, no hay otro dios que El. El Evangelio confirma esta verdad mediante la adición de un tono más profundo. Dios es único, pero no es, sin embargo, aislado de si-mismo y solitario. Con su Persona Propia, se revela Uno-en-Tres «Aspectos»: El Padre, Su Palabra o el Hijo y su Espíritu. De hecho, San Juan, dijo al inicio de su Evangelio:

«En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin Ella no se hizo nada de cuanto existe… Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros.» (Juan 1,1-14)

Estas son las palabras de la inspiración evangélica. Nos dicen que Dios tiene una Palabra que es Dios Mismo. Dios y su Palabra son entonces una esencia sola y misma, del mismo modo el hombre y su palabra son una sola persona. La Palabra que se hizo carne es Jesús el Mesías, conocido por el Corán como la «Palabra de Dios».
En el Evangelio, el Mesías aconsejó a sus apóstoles de bautizar a los creyentes en el Nombre del Padre, del Hijo (la Palabra de Dios) y del Espíritu Santo:

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.» (Mateo 28,19)

Tenéis en cuenta que el Mesías no dijo a bautizar «en los nombres», en plural, pero en singular «en el nombre.» Dios es único y su Nombre se menciona en singular, no en plural. Cada creyente concluye de estas palabras que Dios es Padre-Hijo-Espíritu Santo, o en otras palabras, Dios, Su Palabra, Su Espíritu.

El Mesías, antes de dejar este mundo, vio a sus Apóstoles tristes pensando a esta separación, les dijo que Él les enviaría el Espíritu Consolador que le sustituirá como Compañero permanente:

«y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la Verdad (El Espíritu Santo),… No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.»(Juan 14,16-18)

Los creyentes entendieron por estas palabras que el Consolador que debía venir después de la Ascensión de Jesús, fue el Espíritu de Dios, que es también el Espíritu de Jesús: Dios mismo. Es por eso que el Mesías había dicho: «No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros», es decir, en la forma de Su Espíritu Consolador. Él quería que ellos entiendan que este Espíritu y Él mismo son uno. Por eso, el Mesías es reconocido por el Islam como «Palabra de Dios» y «el Espíritu de Dios»:

«Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Dios y Su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un Espíritu que procede de Él!» (Corán IV; Las Mujeres,171)

Algunos creyentes piensan que el Espíritu Consolador prometido por el Mesías a sus apóstoles no es otro que el profeta Muhammad. Esta interpretación está en contradicción con el Corán y el Evangelio. De hecho, la inspiración evangélica dijo que diez días después de su ascensión, Jesús envió el Espíritu Santo sobre los Apóstoles y «quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas» (Hechos 2,4).

Este verso y el resto de los versos evangélicos e coránicos sobre el Espíritu Santo, no pueden aplicarse al profeta Muhammad. Además, el Evangelio y el Corán revelan que el Espíritu Santo descendió sobre María, la Virgen, para ser embarazada del Mesías:

«El ángel le respondió (a María): El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra…» (Luc 1,35)

«Jesús, hijo de María, es solamente el Enviado de Dios y su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un Espíritu que procede de Él!» (Corán IV; Las Mujeres, 171)

«Le (a María) enviamos nuestro Espíritu y éste se le presentó como un muchacho puro.» (Corán XIX; María,17)

Este Espíritu no puede ser Muhammad que aún no había nacido. Esta interpretación falsa, sin base bíblica, no puede ser aceptada. En el Antiguo Testamento, Dios reveló la Trinidad en una forma que no fue entendida que con la Revelación evangélica. El libro del Génesis narra la aparición de Dios a Abraham en la forma de Tres personas:

«Apareció sele Iahveh en la Encina de Mamré estando él sentado a la puerta de su tienda en lo más caluroso del día. Levantó los ojos y he aquí que había tres Individuos parados a su vera. Como los vio acudió desde la puerta de la tienda a recibir los, y se postró en tierra, y dijo: Señor mío, si te he caído en gracia, ea, no pases de largo cerca de tu servidor. Ea, que traigan un poco de agua y lava os los pies y recosta os bajo este árbol…» (Génesis 18,1-5)

El hecho extranjero de esta historia bíblica es que Abraham habla a tres «Personas», a veces en singular, a veces en plural y parece confundida por esta visión Trinitaria de Dios. Muchos Cristianos han confundido, en los albores del cristianismo, entre «Trinidad» (un solo Dios en tres «Personas») y el tri-teísmo (tres dioses).

Dios nos invita, en la Inspiración evangélica, para discernir su Palabra y su Espíritu en su Esencia divina. El Ser divino es Dios o el Padre, la Palabra que viene (o nace) de Él y en Él,- espiritualmente por supuesto, es el Hijo, y la Mentalidad de Dios –o su estado de Espíritu- es el Espíritu Santo. Esta Palabra y este Espíritu son la Palabra y el Espíritu de Dios no son la palabra y el espíritu de otros dioses. Esta es la Trinidad, un solo Dios en tres «Personas», estas Personas pueden ser distinguidas, pero no separadas.

Algunas personas se preguntan por qué estos discernimientos y estas palabras complicadas? Les decimos: «Es Dios que tomó la iniciativa de darse a conocerse, de informarnos de lo que considera útil sobre su Ser divino. Nuestro deber es de tratar de entender para reconocer finalmente que no es tan complicado como le pensamos».

En cuanto al tristísimo, es una doctrina que es completamente diferente de la Trinidad, ya que enseña la existencia de tres dioses en tres esencias divinas diferentes, cada dios tiene su propia esencia: como el dios del bien, el dios del mal y el dios del castigo, los tres dioses están eternos, y separados el uno del otro. Esto es, por supuesto, una herejía condenada por los Apóstoles, por los líderes cristianos de los primeros siglos y por el Corán. Los mormones y algunas sectas hindúes creen en el tristísimo.

Algunos judíos maliciosos lucharon contra el cristianismo desde el principio por la división de las filas por herejías incluso esta del tristísimo. Otros han pretendido que María, la madre del Mesías, fue una de las tres divinidades. Este tristísimo, amalgama del cristianismo corrupto y de paganismo, se ha extendido durante los primeros siglos de nuestra era. Por eso, el Corán condena esta apostasía diciendo:

«No creen, en realidad, quienes dicen: Dios es el tercero de tres. No hay ningún otro dios que Dios Uno.» (Corán V; La Mesa Servida,73)

(Interpretación de «Jalalein»: «Dios es uno de esos tres, los dos otros son Jesús y su madre. Algunos cristianos piensan de esta manera.»)

Podéis notar que solamente una parte de los cristianos se menciona en el Corán. El Corán también explica que los tres dioses adorados por esta secta cristiana son Dios, Jesús y María:

«Y cuando dijo Dios: ¡Jesús, hijo de María! ¿Eres tú quien ha dicho a los hombres:
¡Tomadnos a mí y a mi madre como a dioses, además de tomar a Dios!? Dijo: ¡Gloria a Ti! ¿Cómo voy a decir algo que no tengo por verdad?» (Corán V; La Mesa Servida,116)

«¡Gente de la Escritura! (la Biblia) ¡No exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Dios sino la verdad: que el Mesías, Jesús, hijo de María, es solamente el Enviado de Dios y Su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un Espíritu que procede de Él! ¡Creed, pues, en Dios y en sus enviados! ¡No digáis ‘Tres’! (Dios, Jesús y María; ‘Jalalein’) ¡Basta ya (de decir eso), será mejor para vosotros! Dios es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a Él!» (Corán IV; Las Mujeres, 171)

Hoy en día, ninguna confesión cristiana no cree que María sea una diosa o que «Dios es el tercero de tres». Estas palabras son herejes. El Evangelio no ha dicho eso, ya que no hay que un sólo Dios, cuya esencia es Dios, su Palabra y su Espíritu. Esto no significa tres dioses, sino un solo Dios en tres «Personas». Todos los que son capaces de discernir entre Trinidad y tristísimo demuestran que han alcanzado una gran madurez de reflexión. Porque todo cristiano está de acuerdo con el Corán por decir:

«No creen, en realidad, quienes dicen: Dios es el tercero de tres. No hay ningún otro dios que Dios Uno.» (Corán V; La Mesa Servida,73)

Ningún cristiano digno de este nombre no puede decir de estas palabras heréticas. Al contrario, debe suprimir tales pensamientos, Dios no es ni «tercero» ni «segundo» ni «primero de tres» Dios es uno, no hay otro Dios sino Él, gloria a Él! Todos estamos con el Corán para rechazar el tristísimo. Si el Corán tenía la intención de negar la Trinidad, habría dicho: «Infieles son todos los que dicen: Dios es uno en tres» .Que los cristianos de hoy, saben entonces que el Corán no les acusa de blasfemia a causa de su fe, ni les tiene como objetivo en los versículos anteriores. Que los musulmanes también saben eso del Corán y de sus hermanos cristianos. ¿Por qué entonces esta repulsión mutua cuando hay acuerdo entre las Escrituras Santas?

Aquí hay una explicación sencilla simple de la Trinidad: el hombre y su palabra son una misma esencia, como le son el hombre y su espíritu. Así que el hombre, su palabra y su espíritu son una misma esencia. Del mismo modo Dios, su Palabra y su Espíritu son Uno. El hombre que da su palabra, se da si mismo completamente: su palabra, su alma y su espíritu. El hecho de añadir el hombre a su palabra y a su espíritu, no resulta en tres hombres, pero en un solo hombre en tres aspectos. El hombre es entonces una trinidad y una imagen reducida de la Trinidad Divina. Nada es sorprendente ya que Dios creó al hombre a su Imagen.

Hay en el hombre un movimiento espiritual vital entre él y él mismo. Él se consulta, examina su espíritu y se pregunta en razonando. Es en acuerdo con sus acciones o les rechaza, el hombre no está aislado de su pensamiento, a no ser de estar en conflicto con sí mismo, con enfermedades psicológicas que dividen su personalidad, dejando aparecer síntomas de desequilibrio. El hombre es una trinidad. Este movimiento espiritual señalado en el hombre es perfectamente armonioso en Dios.

Otro ejemplo de la Trinidad Divina: El Sol, su Luz y su Calor son tres aspectos de una misma entidad. El Sol representa Dios el Padre, su Luz representa su Palabra vivida e vigorizante enviada como luz al mondo y su Calor representa el Espíritu Santo vivido y sentido entre nosotros. Los que no se aprovechan del sol y de la vida son los que voluntariamente cierran las persianas de sus casas.

La Inspiración evangélica nos dice que el Creador es Uno, pero no separado de su Personalidad. Abierto a Sí mismo, Él está con su propia Persona, completamente en paz con sí mismo, con plena conciencia de su Ser. Dios se ama sabiendo que Él es la Belleza sin mancha. Todos aquellos que meditan en Dios con un corazón puro sienten la armonía infinita del Ser divino y descubren el movimiento triple de su Esencia única infinitamente amable.

Dios, el Pensamiento que tiene de Él mismo y el Amor de su Ser perfecto son llamados en el Evangelio: El Padre (Dios), el Hijo (su Palabra o su Pensamiento expresado en El-mismo) y su Espíritu (la atmósfera de amor en la que Dios se baña).

El Corán nos invita a discernir entre Trinidad y tristísimo. Los que responden a esta llamada con calculo cruzan un paso espiritual y psicológico gigante que les permite de unirse eternamente a Dios, compartiendo su Amor y su Vida sin fin.

El Mesías y su título de Hijo de Dios

Muchos se sorprenden por el título de «Hijo de Dios», atribuida a Jesús porque, dicen, Dios no tiene hijos como los hombres. Sin embargo, la calidad del Hijo de Dios en relación con el Mesías significa que él no tiene un padre humano. A la pregunta: «¿Quién es la madre del Mesías», la respuesta es: «María». Y «¿Quién es su padre?» La Biblia y el Corán están de acuerdo a reconocer que ningún hombre ha conocido a María, nadie tiene el derecho de reivindicar la paternidad física de Jesús.
El Evangelio y el Corán están de acuerdo en reconocer este hecho. Esa es la intención del Evangelio, dando al Mesías el calificativo del Hijo de Dios, José esta su padre adoptivo.
Esta verdad es confirmada por el Antiguo Testamento y por muchas profecías. En el siglo X antes de nuestra era, Dios envió el profeta Natán al rey David para anunciarle el nacimiento del Mesías de su descendiente. Dios dice al respecto:

«Yo seré para él Padre y él será para Mí Hijo.» (2 Samuel 7,14)

En el siglo VIII antes de Jesucristo, Isaías anuncia:

«He aquí que una doncella (virgen) está encinta y va a dar a luz un hijo.» (Isaías 7,14)

Estas profecías no se fueron entendidas que con el nacimiento del Mesías, Jesús, de la virgen María joven. El Evangelio relata que el ángel Gabriel anunció a María que ella dará luz a un niño. Ella se sorprendió y le preguntó:

«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.» (Luca 1,34-35)

Debemos reflexionar sobre la palabra del Ángel que revela la razón por la qué el Mesías es llamado «Hijo de Dios», explicando que «el Espíritu Santo» vendrá sobre María, «por eso será llamado Hijo de Dios», ya que no es hijo de ningún hombre.

El Evangelio de Mateo nos dice también que el ángel apareció después a José para certificarle la virginidad de María, porque dudaba. El ángel le dijo:

«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo, Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús… Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor (a Isaías) por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo.» (Mateo 1,20-23)

Dios también inspiró esto en el Corán, atestiguando el nacimiento milagroso del Mesías de la virgen María por una acción divina, no humana. María dijo al ángel:

«¿Cómo puedo tener un muchacho si no me ha tocado mortal, ni soy una ramera? Así será, dijo (el Ángel). Tu Señor dice: ‘Es cosa fácil para Mí. Para hacer de él Signo para la gente y muestra de Nuestra misericordia’. Es cosa decidida. Quedó embarazada con él y se retiró con él a un lugar alejado.» (Corán XIX, María 20-22)

Entonces el Corán certificó a los árabes que la madre del Mesías es una virgen porque ella dio a luz a un niño sin intervención humana, sino sobre una iniciativa y acción divinas. Este caso único en la historia humana ha dado al Mesías, y a Él solo, el título de «Hijo de Dios», porque todo otro hombre tiene un padre y una madre. A la diferencia de Adán, Jesús tuvo una madre, cuando él fue creado, la Biblia dice, de barro (o polvo) Adam no tenía ni padre ni madre.

¿Cómo entender lo que el Corán revela en la siguiente sura sobre la Unidad de Dios:

«Di: ¡Él es Dios, Uno, Dios, el Eterno. No ha engendrado, ni ha sido engendrado. No tiene igual.» (Corán CXII; La Fe Pura,1-4)

Nuestra respuesta: Estas palabras están dirigidas a los paganos de La Meca sobre los dioses mitológicos, no a los cristianos sobre el Mesías. En efecto, estos paganos creían que sus dioses comían, se casaban, y daban luz a hijos. El Corán les dice que Dios no es como sus ídolos, sino que Él es eterno, no ha engendrado ni ha sido engendrado otro dios con una esposa diosa, como él, que comparte su divinidad como es el caso de la mitología.

El Corán mismo nos incita a explicar estos versículos como lo hicimos: Dios no tiene concubinas con las que duerme para tener niños como fue el caso de los dioses de la Meca.

«El Creador de los cielos y de la tierra. ¿Cómo iba a tener un hijo si no tiene Compañera, si lo ha creado todo y lo sabe todo?» (Corán VI; Los Rebaños,101)

Este versículo coránico no tiene como objetivo Jesús pero los que:

«Han hecho de los genios asociados de Dios, siendo así que Él (Dios) es quien los ha creado. Y Le han atribuido, sin conocimiento (que están en el error), hijos e hijas (mitológicos)¡Gloria a Él! ¡Está por encima de lo que Le atribuyen!» (Corán VI; Los Rebaños,100)

Es en este mismo sentido que debemos también interpretar los versículos siguientes:

«Dicen: El Compasivo ha adoptado un hijo (en su alianza con una compañera). Habéis cometido algo horrible…» (Corán XIX; María,88)

Por esta razón, Muhammad dice también en el Corán:

«Di: Si el Compasivo tuviera un hijo, yo sería el primero en adorarle». (Corán XLIII; El Lujo, 81)

La intención divina obvia en este versículo tiene como objetivo los hijos de estos «genios» (espíritus e dioses mitológicos árabes), no el Mesías, nacido de la Palabra de este Dios único cuyo Muhammad fue «el primer adorador», ya que era «el primer musulmán» de la Península Arábiga, como se explica en el Corán.

Era difícil para los árabes de los tiempos pre-islámicos de entender las verdades evangélicas espirituales. Estaban perdidos en los placeres sensuales y creían que sus dioses se casaban y tenían concubinas como ellos mismos, e «hijos e hijas», como se revela en el capítulo «Los Rebaños». El Corán los explica en su lengua y mentalidad, poniéndose a su nivel, la existencia de un Dios único que creó todas las cosas. Este Dios no tiene necesidad de una concubina para tener un hijo por acto sexual, ya que su poder espiritual es tal que, con una palabra, Él crea lo que quiere.

Los árabes no estaban preparados para comprender y aceptar una creación hecha por orden divina. Dios vino a presentar este hecho en el Corán, y explica la diferencia entre el comportamiento de sus dioses mitológicos y la del único y verdadero Dios Creador:

«Es impropio de Dios adoptar un hijo (por relación física como los dioses de la Meca) ¡Gloria a Él! Cuando decide algo, le dice tan sólo: ¡Sé! y es.» (Corán XIX; María,35)

El Corán dice también en Sura «Los Grupos»:

«Si Dios hubiera deseado adoptar un hijo, habría elegido entre lo que ha creado lo que Hubiera querido.» (Corán XXXIX; Los Grupos,4)

Sin embargo, el Corán revela, en efecto, que Dios eligió a María para tener un hijo:

«Y cuando los ángeles dijeron: ¡María! Dios te ha escogido y purificado. Te ha escogido entre todas las mujeres del universo.» (Corán III; La Familia de Imran,42)

El Ángel dijo a María: «…Yo soy sólo el enviado de tu Señor Para regalarte un muchacho puro. Dijo ella: ¿Cómo puedo tener un Muchacho si no me ha tocado mortal…? Así será, dijo. Tu Señor dice: ‘Es cosa fácil para Mí. Para hacer de El Signo para la gente y muestra de Nuestra misericordia’. Es cosa decidida. Quedó embarazada con él.» (Corán XIX; María, 19-22)

Esto es exactamente lo que pasó con el Mesías. El Corán dice, de hecho, como hemos visto, que Dios eligió a la Virgen María para crear en su seno, y por Su Palabra divina, el Mesías bendito. Esto es así, en el seno de María, que Dios dice al Mesías: «¡Sé!» y él era. En el campo, la Virgen elegida fue embarazada de la Palabra de Dios, como lo revela la Sura «La familia de Imran»

«Cuando los ángeles dijeron: ¡María! Dios te anuncia la buena nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Ungido, Jesús.» (Corán III; La Familia de Imran,45)

El Corán confirma también la revelación evangélica sobre el Mesías:

«…Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.» (Juan 1,14)

Finalmente, notamos este versículo coránico último:

«Los judíos dicen: ‘Uzayr (Esdras) es el Hijo de Dios’. Y los cristianos dicen: ‘El Ungido es el Hijo de Dios’. Eso es lo que dicen de palabra. Remedan lo que ya antes habían dicho los infieles. ¡Que Dios les maldiga! ¡Cómo pueden ser tan desviados!» (Corán IX; el Arrepentimiento,30)

Tenemos que entender este versículo a la luz del hecho de que el Corán confirma la Biblia y no la invalida. Hacer lo contrario sería desviar hacia el peor de los argumentos y no avanzar hacia el mejor de los argumentos que es «la Vía Recta» prescrita por el Corán. En Esta Vía luminosa, entendemos este versículo de la manera siguiente. Ellos dicen: «El Mesías es el Hijo de Dios, pero esta palabra solo sale de sus bocas», no tiene sus raíces en sus corazones y no causa consecuencias espirituales positivas en su comportamiento diario. Ellos siguen viviendo como los Paganos. Si esta palabra surgió del corazón, hubiera cambiado sus vidas. Sin embargo, actúan como los Paganos politeístas. Ellos «repiten» usando por desgracia, lo que los incrédulos decían ante de ellos sobre sus divinidades que tenían hijos e hijas. Estos «estúpidos» están similares en todo a los Paganos, y van a sufrir la misma condena. Hoy, también, sólo podemos observar la decadencia moral de la gran mayoría de los llamados cristianos que dicen «de sus bocas el Mesías es el Hijo de Dios», pero actúan ellos mismos como hijos del diablo. Cristo tenía buena razón para decir:

«Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto.» (Mateo 15,7-9)

El Corán solo menciona en su lenguaje que estas son palabras del Mesías enviadas a los creyentes falsos.

La intención de la inspiración divina, dando al Mesías el título de Hijo de Dios, es clara: significa que Él no tiene padre humano. Este es el verdadero sentido espiritual confirmado por la Biblia y el Corán. Cualquiera persona que quiera discutir de manera fanática divide las filas de los creyentes y lleva la responsabilidad plenamente ante el Trono de Dios. En cuanto a nosotros, que estamos en «La Vía Recta», hemos demostrado, a través de las Escrituras, la verdadera intención divina y la unidad de la Inspiración bíblica coránica, usando entonces «el mejor» de los argumentos que une a las filas de los creyentes.

La divinidad del Mesías

Nadie imaginó que Dios se rebajaría hasta el punto de tomar la naturaleza humana para aparecer en este mundo y hablar con el hombre que creó, un hombre como él. El ser humano, afectado por el orgullo, a menudo rechaza a creer que la Majestad divina se baja al nivel del ser creado.

¿Qué dice la inspiración bíblica-coránica sobre la encarnación divina?

El Antiguo Testamento prepara a los creyentes a esta verdad en dos etapas, de forma gradual. En la primera etapa, la Tora revela la verdad sobre la existencia de un Dios Único. En la segunda, Dios habló a los Profetas del Mesías que Él enviaría, presentándolo con características sobrenaturales excepcionales.

En la primera etapa

Los hombres ante la Biblia adoraban con temor y aprehensión dioses dictadores mitológicos. La Biblia presenta un Dios único, suave y misericordioso, que perdona los pecados de aquellos que se arrepienten (Éxodo 34,5-7). Aparecía hablando con Abraham, Moisés y los Profetas, mientras que los hombres adorando ídolos temblaban de miedo ante de sus dioses y estaban aniquilados ante ellos para mostrar su sumisión. En la Biblia, sin embargo, Dios enseñó a los hombres a Amarle como un padre que cuida de sus hijos, así como Él les enseñó a no tener miedo de el que si son injustos:

«Iahveh, Iahveh, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes…» (Éxodo 34,5-7)

El Corán confirma esta verdad, revelando que:

«¡En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso!» (Corán, l Fatiha,1)

En la segunda etapa

Dios prometió en la Biblia, de enviar al Mesías como un Signo de Su misericordia para rescatar al hombre del infierno de la ignorancia, del fanatismo, del egoísmo y del orgullo. Anunció a sus profetas de la venida de un Mesías humilde, pero en esta humildad es su grandeza. Dios ha atribuido al Mesías nombres simbólicos revelando su verdadera naturaleza divina y su personalidad humana excepcional. Isaías (siglo VIII aC) dijo de esto:

«Pues bien, el Señor mismo va a daros una Señal: He aquí que una doncella (virgen) está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel.» (Isaías 7,14)

El nombre «Emmanuel» significa «Dios con nosotros» (Mateo 1,23). Por lo tanto, con el Mesías, Dios mismo está con nosotros. Isaías también atribuye a este niño otros nombres excepcionales:

«…Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre: Maravilla de Consejero, Dios Fuerte, Siempre Padre, Príncipe de Paz.» (Isaías 9,5)

Dios nunca le dio los nombres de «Dios Fuerte» y «Padre Eterno» a un otro profeta. Ningún hombre razonable no se atrevería de llevarlos. Por el contrario, encontramos en el mundo árabe nombres como: Abdullah, que significa «siervo de Dios», Abdul-Massih, «Esclavo del Mesías,» Abdul Nabi, «Esclavo del Profeta.» Por los nombres divinos dados al Mesías, Dios revela a través del Antiguo Testamento, su venida propia en la persona del Mesías.

La necesidad de la encarnación de Dios aparece en el grito fuerte de Isaías a Él, invitándole a venir El mismo en la Tierra:

«¡Ah sí rompieses los cielos y descendieses!» (Isaías 63,19)

Otras profecías, incluidas las del profeta Miqueas (siglo VIII aC), anuncian el nacimiento del Mesías en Belén. Miqueas predijo también que sus orígenes son eternos:

«Mas tú, (Belén) Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño.» (Miqueas 5,1)

Como el Mesías, nacido 750 años después de Miqueas, tiene orígenes eternos? Esta profecía no se entiende que con su cumplimiento. De hecho, en una diatriba viva entre Jesús y los judíos, dijo:

«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy.» (Juan 8,58)

Sabemos que Abraham precedió al Mesías en nuestra tierra desde dos mil años. Entonces, ¿cómo puede él decir que Él existió antes de Abraham, si no es, como dice Miqueas, que sus orígenes son eternos? Esta eternidad aparece también cuando Jesús oró abiertamente ante sus apóstoles, diciendo a su Padre:

«Yo te he glorificado en la tierra… Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese.» (Juan 17, 4-5)

El Mesías habló a su padre en voz alta para enseñar en que espíritu debemos hablar con Dios: con ternura y delicadeza. También revela su esencia divina, El que estaba con Dios «antes que el mundo fue.» En la inspiración evangélica, varios versículos mencionan la eternidad del Espíritu del Mesías, no de su cuerpo humano, por supuesto, que, como todo hombre, fue creado en el mundo.

Algunos se sorprenden de la encarnación divina y se preguntan con una mentalidad totalmente materialista: «Dios se ha encarnado en el Mesías en la tierra, ¿cómo podía así gobernar el mundo y las estrellas desde el cielo!» Esta es una visión ingenua, infantil y estrecha de Dios Todopoderoso. Dios no necesitaba dejar el cielo para aparecer en la tierra.

En nuestro tiempo, este hecho es más amplio que en el pasado, la psicología, de hecho, ha descubierto los poderes desconocidos e insospechados del espíritu humano. Un hombre espiritual puede mover con su espíritu y aparecer a miles de kilómetros de su cuerpo. Además, algunas personas pueden controlar, a distancia, el pensamiento de los demás, incluso orientar a las personas y comunidades a distancia. Si tal es el poder del espíritu humano creado, que aún no ha descubierto todas sus facultades, que podemos decir del Espíritu Creador de que no se damos cuenta de la magnitud infinita de su Poder? Dios ciertamente puede encarnarse en la tierra, sin dejar el cielo.

Sin embargo, lo que nos interesa en la inspiración no es lo que dicen los hombres, sino lo que Dios reveló a sus Profetas. Creemos en el plan de Dios revelado por Dios, aun cuando esto es un escándalo para aquellos que tienen una fe materialista y un espíritu obtuso, evitándoles de entender los propósitos divinos.

Que dice El Corán sobre el Mesías? Que es la Palabra de Dios y su Espíritu:

«Cuando los ángeles dijeron: ¡María! Dios te anuncia la buena nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Ungido, Jesús, hijo de María.» (Corán III; La Famila de Imran,45)

Tened en cuenta que el nombre de esta Palabra divina es «Jesús el Mesías», lo que significa que el Mesías es la Palabra de Dios. Pero la Palabra de Dios está constantemente con El, ya que es de su esencia divina, como eso se revela en el Evangelio de San Juan:

«En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios…Y la Palabra se hizo carne». (Juan 1,1-14)

El Corán nos revela que el Mesías es también el Espíritu de Dios:

«¡No digáis de Dios sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo de María, es
solamente el enviado de Dios y Su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un Espíritu que procede de Él!» (Corán IV; Las Mujeres,171)

Como no podemos separar la palabra de la persona, del mismo modo no podemos separar el espíritu de la palabra y de Dios es Dios mismo, el Espíritu de Dios es también Dios, es la Trinidad divina revelada por la inspiración evangélica.

Algunos discuten estas cuestiones con el uso de argumentos frívolos, diciendo, por ejemplo, que hay líderes religiosos con el título «Espíritu de Dios» (Ruh Allah) sin tener, por todo ello, la esencia divina. La respuesta es que se trata de las tradiciones humanas que han dado a los hombres tales títulos, la inspiración divina no dice nada de eso. Los Libros sagrados nunca han dicho de un profeta, independientemente de su tamaño, que era la Palabra de Dios o el Espíritu de Dios. Aquí viene el desviacionismo de las tradiciones humanas que condenamos.
Dios ha usado las mejores maneras para revelar poco a poco a los árabes la verdad de la naturaleza del Mesías, utilizando-como de costumbre-una pedagogía sabia. Aquellos que deseen profundizar en las verdades inspiradas deben usar la Biblia. Deben leerla, armados con el Espíritu de Dios, para no interpretarla con un espíritu puramente humano o filosófico que oscurece las verdades espirituales. Lo importante no es sólo la lectura simple de Libros inspirados, pero el espíritu con que se leen los Libros celestiales.

Si el Corán no niega la divinidad del Mesías, como podemos entonces interpretar el versículo siguiente?

«No creen, en realidad, quienes dicen: Dios es el Ungido, hijo de María, siendo así que el mismo Ungido ha dicho: ¡Hijos de Israel, servid a Dios, mi Señor y Señor vuestro!. Dios interdice la entrada al Paraíso a quien asocia otros dioses a Dios. Su morada será el Fuego. Los impíos no tendrán quien les auxilie.» (Corán V; La Mesa Servida,72)

El Corán trata aquí, de una clase de cristianos considerados infieles por su injusticia. Tened en cuenta que el versículo no dice: «Todos los que dicen que Dios es el Mesías blasfeman», pero «han blasfemado ellos que dicen: Dios es el Mesías», es decir, los Cristianos conocidos como los que dicen «Dios es el Mesías». La frase debe entenderse de la manera siguiente: Los cristianos han blasfemado (o blasfeman).

Pero ¿por qué han blasfemado? ¿Es por decir que Dios es el Mesías? Si tal era la intención divina, entonces el versículo había sido inspirado en una forma indiscutible, disipando todo malentendido, como: «Todos los que dicen que Dios es el Mesías blasfeman», o también, «cualquier que dice que el Mesías es Dios blasfema».

Pero el Corán no considera todos los cristianos como blasfemos. En contrario, alaba las virtudes de muchos cristianos, sabiendo que ellos dicen: «Dios es el Mesía». Dios todavía inspira a Muhammad los versículos siguientes:

«Y que los más amigos de los creyentes (al Corán, los Musulmanes) son los que dicen: Somos cristianos. Es que hay entre ellos sacerdotes y monjes y no son altivos.» (Corán V; La Mesa Servida, 82)

Debemos notar que estos sacerdotes y monjes creen que Dios es el Mesías, pero el Corán los alaba:

«Los creyentes, los judíos, los cristianos, los sabeos, quienes creen en Dios y en el último Día y obran bien, ésos tienen su recompensa junto a su Señor. No tienen que temer y no estarán tristes.» (Corán II; La Vaca,62)

«Aquéllos a quienes hemos dado la Escritura (La Biblia) antes de Él (El Corán), creen en él. Y, cuando se les recita éste, dicen: ¡Creemos en él! Es la verdad (que viene) de nuestro Señor. Antes de él nos habíamos (sometido a Dios). Recibirán doble remuneración por haber tenido paciencia. Repelen el mal con el bien y dan limosna de lo que les hemos proveído. Cuando oyen vaniloquio, se desvían.» (Corán XXVIII; El Relato 52-55)

Llegamos a la conclusión de que el Corán no condena globalmente a todos aquellos que dicen: «Dios es el Mesías» por haber dicho esas palabras. De lo contrario, Dios habría condenado, en bloque, todos los cristianos. La intención verdadera de Dios en estos versículos es de condenar a una categoría de cristianos que, por sus acciones malas, han blasfemado y se han convertido en infieles. Otros versículos coránicos, donde Dios alaba a los cristianos fieles a causa de sus acciones buenas, apoyan esta interpretación. Les tranquiliza diciendo:

«No tienen que temer y no estarán tristes. Es que hay entre ellos sacerdotes y monjes y no son altivos.» (Corán II; La Vaca,62 / Corán V; La Mesa Servida,82)

El Corán distingue entre dos categorías de cristianos: la que sigue el camino recto y la que se ha perdido. Esta último está acusado, con razón, por el Corán, de ser formada de los blasfemos.

El Corán dice:

«No todos son iguales. Entre la gente de la Escritura hay una comunidad honrada: durante la noche, recitan las Aleyas de Dios. Se prosternan, creen en Dios y en el Ultimo Día, ordenan lo que está bien, prohíben lo que está mal y rivalizan en buenas obras. Esos tales son de los justos. No se les desagradecerá el bien que hagan. Dios conoce bien a los que Le temen.» (Corán III; La Familia de Imran,113-115)

«Un grupo de la gente de la Escritura desearía extraviaros; pero a nadie sino a sí mismos extravían y no se dan cuenta.» (Corán III; La Familia de Imran,69).

«Entre la gente de la Escritura hay quien, si le confías un quintal, te lo devuelve y hay quien, si le confías un dinar, no te lo devuelve sino es atosigándole.» (Corán III; La Familia de Imran,75)

La distinción que hace el Corán entre las dos categorías de personas del Libro es clara en estos versículos. La categoría de los que se pierden es denunciada por el Corán, no a causa de su creencia en la divinidad del Mesías, pero a causa de sus acciones malas, incluyendo el robo de la propiedad de los demás. Porque el Corán alaba a una parte de los sacerdotes y monjes, y a otra parte critica otros:

«¡Creyentes! Muchos doctores y monjes devoran, sí, la hacienda ajena injustamente.» (Corán IX; El Arrepentimiento,34)

O «comer el dinero del pueblo» es equivalente, de acuerdo con la inspiración evangélica, a la idolatría. Del mismo modo, cualquier acción mala es considerada por el Evangelio como idolatría. Y Jesús, el Mesías dijo:

«Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.» (Mateo 6,24)

Así San Pablo dijo:

«Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso – que es ser idólatra – participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios.» (Efesios 5,5)

A pesar de esto, muchos cristianos pretenden que pertenecen al Mesías, pero no son, en verdad, que idólatras, que han asociado a la adoración de Dios, la adoración del dinero e de placeres.

No es extraño que el Corán después del Evangelio condene la categoría impía de los cristianos que dicen que Dios es el Mesías. Estos cristianos están entonces acusados de idolatría debido a su amor por el dinero y el placer, y no porque dicen que Dios es el Mesías. Esta es nuestra interpretación.

Sí, nosotros también, con el Corán, decimos: «Ellos blasfeman los que dicen: Dios es el Mesías.» Sin embargo, contamos entre ellos los que dicen que Dios es el Mesías. Lo afirmamos sin inquietud, seguros de «No tienen que temer y no estarán tristes» (Corán II; La Vaca 62), sabiendo que nuestras acciones buenas nos figuran entre los bienaventurados, no entre los blasfemos.

Sin embargo, y para ser más claros, afirmamos: «Ellos blasfeman los que dicen que Muhammad es el Profeta de Dios.» Sin embargo, creemos que el Profeta Muhammad es un Profeta digno de Dios. Y esperamos de no ser figurados, en razón de acciones malas, entre los blasfemos. Muchos de los que dicen que Muhammad es Profeta de Dios están de hecho, lejos de los principios y mandamientos nobles del Corán, rechazando la apertura coránica. Se encuentran entre los blasfemos. Nos referimos nuestros lectores a lo que dicen Profeta Muhammad y el jeque Mohammed Abdo sobre eso en nuestra introducción.

Del mismo modo, decimos: «Ellos han blasfemado los que dicen que Moisés es profeta de Dios.» Sin embargo, creemos que Moisés es Profeta de Dios. Sin embargo, denunciamos el sionismo y sus partidarios criminales que dicen que Moisés es un profeta de Dios.

La encarnación divina satisface a una necesidad absoluta, dada las oscuridades en las que
la humanidad se hundió. Los profetas fueron incapaces de salvar el hombre. Esta incapacidad se refleja en las palabras del profeta Isaías:

«Todos nosotros como ovejas erramos…» (Isaías 53,6)

Sólo Dios no se aleja. Sólo El es capaz de liberar al hombre de las oscuridades. Es porque:

«Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros.» (Juan 1,14)

Dios ha escuchado el grito del profeta Isaías:

«¡Ah si rompieses los cielos y descendieses» (Isaías 63,19)

La crucifixión del Mesías

La Biblia, en el Antiguo Testamento, anuncia que el Mesías será despreciado y condenado a muerte por los judíos. El profeta Isaías (siglo VIII aC) había dicho del Mesías:

«Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Iahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca… Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido; y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca. Mas Iahveh quiso quebrantarlo con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Iahveh se cumplirá por su Mano.» (Isaías 53,1-10)

Tal es la descripción dada por el Antiguo Testamento del drama del Mesías y de su muerte, ocho siglos antes de su cumplimiento. Si hoy tuviéramos que describir los sufrimientos del Mesías, no podríamos hacerlo mejor que Isaías.

Que es el significado de esta profecía divina: «El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas, y todas nosotros estábamos errantes.» Cuáles son estos pecados y que extravío los Judíos tenían? Estos son los crímenes del sionismo y de su extravío. En efecto, el espíritu sionista se ha infiltrado en el pueblo judío durante siglos y este espíritu fue fuertemente condenado por los profetas del Antiguo Testamento y el Mesías. «Todos nosotros como ovejas erramos», dijo el profeta Isaías. Este extravío es la politización del judaísmo. De hecho, los sionistas conciben el judaísmo como un Estado israelí. Por contra, Dios lo quiere fe y arrepentimiento para toda la humanidad. Es por eso que el Mesías había dicho:

«Mi Reino (espiritual e universal) no es de este mundo (político y restricto).» (Juan 18,36)

Los judíos sionistas de hoy siguen los pasos de sus antepasados y se pierden en la ilusión del sionismo. Después de ocupar Palestina, la mayoría de los israelíes todavía tienen el sueño del Gran Israel, el imperio israelí que se extendería del Nilo hasta el Éufrates. El drama del Medio Oriente tiene como causa el sionismo y reproduce al siglo XX, el drama de Jesús, el Mesías, quien denunció el sionismo hasta la Cruz.

El mal sionista también había llegado a los apóstoles de Jesús mismos. Estos esperaban – como todos los otros judíos – un Mesías militar que presidiría un movimiento sionista de liberación. Esperaban que Jesús instituyera una campaña expansionista violenta e armada contra los romanos y los países vecinos de Palestina. El propósito de este movimiento mesiánico militar fue el establecimiento de un imperio sionista. Por esta razón, el Mesías, lejos de hablarlos de una gloria militar, los prepara gradualmente a la idea de su condenación a muerte, substituyendo entonces una visión espiritual de la salvación, a sus ambiciones políticas y racistas.

En efecto, Jesús, después de asegurarse de que sus apóstoles creían en Él como el Mesías, les reveló su mesianismo espiritual, no político por su condenación a muerte:

«Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día» (Mateo 16,21)

La reacción espontánea de los Apóstoles fue una decepción, Pedro rechazó esta visión apolítica y se apresuró a decir:

«¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» (Mateo 16,22)

Pero el Mesías le reprimenda y continúa de repetir a los Apóstoles que tenía que ser crucificado y condenado a muerte (Mateo 16,23 y Luca 9,22 / 9,44 – 45).

El espíritu sionista había tan invadido la mentalidad judía, que los Apóstoles mismos tuvieron una dificultad inmensa de deshacerse de él. El Evangelio dice que Jesús, después de su muerte y resurrección, apareció a dos de sus discípulos para explicar las profecías del Antiguo Testamento sobre de sus sufrimientos. Él les dijo:

«¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.» (Luca 24, 25-27)

El Mesías vino en Su gloria a Él, una gloria espiritual, no mundana ni política por la puerta del martirio. El Martirio para la Justicia es en los ojos de Dios una gloria y una dignidad, no una vergüenza, como algunas personas piensan. El Mesías no ha despreciado el martirio, y cualquier le ve un acto vergonzoso no es guiado por el Espíritu Santo de Dios. Los Apóstoles han tardado a entender esta forma de pensar, algunos fueron avergonzados de lo que San Pablo, en su carta, llamó «el escándalo de la cruz» (Gálatas 5,11).

Muchos han despreciado Jesús por su crucifixión. Los Apóstoles, por contra, no se sonrojaron a su muerte, porque el Mesías, después de su resurrección, les ha explicado el significado profundo de la Cruz. Entonces entendieron la intención y la sabiduría de Dios y se sometieron. San Pablo escribe en su primera carta a los Corintios:

«Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.» (1 Corintios 1,23)

Dios quiso, por la condenación a muerte del Mesías, establecer un criterio de fe para separar los creyentes verdaderos de los sionistas. Ellos rechazaron de seguirlo debido a su compromiso con la política y a la gloria temporal. El Corán se refiere a los últimos que, después de creer en Jesús como un Mesías sionista, renunciaron a seguirle después de su muerte, habiendo entendido que no satisficiera a su sueño de hegemonía:

«Entre la gente de la Escritura (Judíos) no hay nadie que no crea en Él (el Mesías) antes de su muerte. Él día de la Resurrección servirá de testigo contra ellos» (Corán IV; Las Mujeres,159)

Este versículo muestra claramente que el Mesías fue efectivamente condenado a muerte.

Si esta fue la actitud de la gente de la Biblia, -los judíos, los escribas y Fariseos, ya introducidos a la muerte del Cristo por las profecías bíblicas-, ¿cuánto, a razón más fuerte, Dios debía tratar con los árabes de la época, incapaces de asimilar este hecho de la Cruz? Los árabes de la época pre-islámica no pueden concebir ni aceptar un Mesías aparentemente derrotado, colgado en una cruz y condenado a muerte por los hombres, los judíos, que debían ser sus testigos.

. ¿Por qué el Mesías tenía que ser condenado a muerte? Para destruir el espíritu sionista en la mentalidad de sus seguidores. Ellos, que vieron a Jesús al que creían como un Mesías político
en una Cruz, realizaron que el sionismo es un error y una ilusión que debían ser definitivamente renunciados.

Si el Mesías no fue crucificado, los discípulos no se han dado cuenta de su error y habrían permanecido para pedirle que establecer el reino sionista de Israel. A través de la cruz, el Mesías terminó el concepto sionista.

Jesús es Salvador porque Él salva a todos los que creen en Él, no sólo de la cadenas sionistas, sino también de cualquier ilusorio ideal similar, de toda mentalidad materialista, incluso cuando se oculta con una apariencia religiosa. Tal es el caso del Islam y del cristianismo políticos y nacionalistas. Cualquier intento de politizar la religión, -todas las religiones- es otro sionismo disfrazado bajo de un otro nombre. El Vaticano, que se proclama «Estado» en 1929, al igual a otros estados, ha caído en la misma trampa que el sionismo.

Como es anteriormente mencionado, era imposible a los árabes de los tiempos pre-islámicos de entender el mensaje del Mesías derrotado en apariencia. Por eso el Corán -en buen pedagogo- los presenta gradualmente las verdades y los hechos evangélicos. También hay que señalar que en este momento, los árabes evaluaban el hombre por su fuerza física, su coraje y valentía para empuñar la espada, y no por cualidades como la ternura, la humildad y el martirio por Justicia.

Esta mentalidad prevalece hoy en muchas sociedades, muchos no aprenden nada de la inspiración divina y continúan a despreciar a los humildes y a los mansos, a través de tratarlos como bajos. Tales comportamientos caracterizan el espíritu sionista, derrotado por Jesús en una cruz humilde.

El Corán ha preparado los árabes con mucha digitación y delicadeza para entender la sabiduría del martirio del Mesías. Esto sólo puede ser descubierto por el buscador cuidadoso y bien intencionado. Porque el Corán dice de los judíos y les condena:

«…por haber violado su pacto, por no haber creído en los Signos de Dios, por haber matado a los profetas sin justificación… por su incredulidad por haber proferido contra María una enorme calumnia, y por haber dicho: Hemos dado muerte al Mesías, Jesús, hijo de María, el Enviado de Dios, siendo así que no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció así… sino que Dios lo elevó a Sí.» (Corán IV; Las Mujeres,155-158)

Algunos creyentes superficiales apresuran a pensar que estos versículos coránicos niegan la crucifixión y la condenación a muerte física del Mesías. Llevados en su entusiasmo, se embarcan en un ataque contra el Evangelio, reclamado que el -que habla de la crucifixión de Jesús- es falsificado. En sus conclusiones precipitadas, contradicen el Corán que dice de atestiguar el Evangelio. Dando un paso atrás para mirar calmamente y sin fanatismo el Corán, habrían descubierto que el habla en otro versículo de la condenación a muerte del Mesías.

Aquí aparece la importancia de la búsqueda de la unidad de la inspiración y la necesidad de un estudio más profundo del Corán para llegar a la intención divina. Así, guiados por un «Libro luminoso», podemos evitar la trampa de la interpretación literal, que aleja de la intención divina . El propio Corán nos anima a seguir esta ruta por una declaración franca de la muerte del Mesías, cuando el niño dice:

«La paz sobre Mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida». (Corán XIX; María,33)

El Corán habla entonces de la muerte del Mesías y de su resurrección, atestando entonces el Evangelio. Algunos creyentes superficiales creen que estos versículos están destinados al regreso del Mesías al final de los tiempos. Es sólo entonces que el Mesías seria- por ellos – condenado a la muerte. La inspiración divina no da ninguna base para estos desvaríos. No entendemos las razones por las qué estos «creyentes» aceptan la idea de la muerte del Mesías al final de los tiempos, y la rechazan por su primera venida. El Corán también menciona la muerte del Mesías en el siguiente versículo donde Jesús, hablando a Dios después de su muerte, dijo sobre los judíos que renunciaron a Jesús después de su muerte:

«Fui testigo contra ellos mientras estuve entre ellos, pero, después de llamarme a Ti, Tú fuiste testigo contra ellos. Tú eres Testigo de todo.» (Corán V; La Mesa Servida,117)

Ya hemos visto que el Corán condena a la gente de la Escritura (judíos) que dejaron de creer en Jesús después de su muerte:

«Entre la gente de la Escritura no hay nadie que no crea en Él (Jesús) antes de su muerte. Él día de la Resurrección servirá de testigo contra ellos.» (Corán IV; Las Mujeres,159)

La muerte del Mesías esta también informada en el versículo siguiente que dice acerca de los judíos incrédulos:

«E intrigaron (para matar a Jesús) y Dios intrigó también. Pero Dios es el Mejor de los que intrigan. Cuando Dios dijo: ¡Jesús! Voy a llamarte (moutawaffica) a Mí, voy a elevarte a Mí, voy a librarte de los que no creen (los judíos que te niegan) y poner, hasta el día de la Resurrección, a los (Judíos creyentes)que te siguen por encima de los que no creen.» (Corán III; La Familia de Imran,54-55)

NB: Una vez más la palabra árabe «moutawaffîca», que significa «te mataré» se tradujo mal por «recordarte a Mí» Esto es un error. De hecho, esta palabra se refiere a una muerte física, una condena a muerte corporal

¿Cómo conciliamos los versículos en los que Dios declara la condena a muerte de Jesús y ellos en los que Jesús mismo dijo declara su muerte con el versículo del Corán IV, las Mujeres, 157, que dice:

«siendo así que no le mataron ni le crucificaron, sino que les pareció así». (Corán IV; Las Mujeres, 157)

La inspiración coránica se contradice? Por supuesto que no!

Los que se detienen en la interpretación literal tropiezan y, como le dice el Corán acerca de aquellos que adoran a Dios a la letra:

«Pero, si sufre una tentación, gira en redondo, perdiendo así la vida de acá y la otra: es una pérdida irreparable.» (Corán XXII; La Peregrinación, 11)

A través de elevarse al nivel de la Intención divina en la Inspiración, para entender según el espíritu, y no según la letra, no vemos en el versículo 157 del capítulo Mujeres (Corán IV) ninguna negación de la crucifixión y de la condena a muerte física del Mesías. La Intención divina es de hacernos entender que los judíos, poniendo el Mesías a la muerte, no han puesto fin a su mensaje. «Les parecía» que a través de matarlo, podrían abortar su misión en la cuna. Pero su mensaje después de su muerte se extendió como un incendio en la paja, hasta los confines de la tierra.

Los judíos temieron el mensaje de Jesús, que se opone al sionismo, incluso más que su persona. Sin embargo, aquí que su mensaje, que habían tenido como propósito de matarlo, se extendió por todo el mundo, con motivo mismo de esta crucifixión. Así que Dios, «el mejor de los que intrigan» triunfó del truco de los Judíos (Corán III, La Familia de Imran ,54-55).

Algunos creen que la intriga de Dios era más fina que la de los judíos sionistas porque Él le levantó el Mesías a Él, evitándole la condenación a muerte. Sin embargo, esta interpretación contradice la inspiración bíblica-coránica. No podemos aceptarla entonces. Creemos que la intriga divina triunfó sobre la de los no creyentes, porque la muerte del Mesías fue la causa de la derrota del sionismo. Dios, después de la muerte del Mesías, lo resucitó y lo levantó a Él, mientras que los judíos creían que le han precipitado a las profundidades del infierno. La victoria divina sobre los judíos no se arresta a la elevación del Mesías: El Creador confunde aún más los judíos, y eleva eternamente por encima de ellos, los discípulos de su Mesías:

«Cuando Dios dijo: ¡Jesús! Voy a llamarte a Mí, voy a elevarte (los Judíos creyentes) a Mí, voy a librarte de los que no creen (los Judíos sionistas), hasta el día de la Resurrección» (Corán III; Familia de Imran,55)

Nunca no justifica a aquellos que niegan la crucifixión del Mesías con el pretexto de glorificarlo. El martirio por la causa de Dios no es una vergüenza. Además, Dios responde en el Corán a todos los que piensan glorificar Mesías negando su crucifixión:

«Di (Muhammad): ¿Quién podría impedir a Dios que, si Él quisiera, hiciera morir al Mesías, hijo de María, a su madre y a todos los de la tierra?» (Corán V; La Mesa Servida,17)

Sin embargo, como hemos visto anteriormente, la Biblia nos revela a través del profeta Isaías, ocho siglos antes de Jesús, que Dios ya había decidido de aniquilar el Mesías:

«.:Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido… Mas plugo a Iahveh quiso quebrantarle con dolencias.» (Isaías 53,8-10)

Nuestra convicción es firme: Nadie no puede detener a los brazos de Dios, que actúa de acuerdo de su plan y su sabiduría, a menudo mal entendido por los hombres. Dios realmente ha aniquilado físicamente el Mesías como esto fue profetizado en el Antiguo Testamento y como el Mesías le enseñó en el Evangelio. El Corán no hace que certificarle. Sin embargo, si Dios quería aniquilar físicamente el Mesías, era por el fin de glorificarlo espiritualmente y eternamente. Esto se logrará por la destrucción última y definitiva del sionismo encarnado hoy en el Estado de Israel.

Creer que el Mesías no fue condenado a muerte, significa creer en un Mesías político y militar. Esta es otra forma de sionismo. El Mesías debía pasar por la muerte para cambiar la mentalidad de los hombres bien intencionados caídos en el materialismo.

Luego de estas discusiones, una conclusión simple y veraz se impone: la creencia en la crucifixión del Mesías no contradice el Corán, cuando sus versículos se interpretan espiritualmente, según nuestro principio válido para todos los libros inspirados. Por contra, la negación de la crucifixión del Mesías empuja los intérpretes del Corán a buscar explicaciones retorcidas para adaptarse a los versículos coránicos que hablan de su condenación muerte. Así terminan por contradecir el Evangelio, en lugar de confirmarle como es requerido por el Corán. Este comportamiento culpable no es ni «el Mejor de los Argumentos» ni «la Vía Recta» prescritos por el Corán.

Morir mártir por Dios es una gloria infinita: Nadie no puede arrancarcela al Mesías Jesús, el primero de los mártires. Quien ha entendido esta verdad dejará de querer mantener lejos del Mesías la «vergüenza» de la cruz. Morir por Dios es vivir eternamente como se revela en el Corán:

«¡Y no digáis de quienes han caído por Dios que han muerto! No, sino que viven. Pero no os dais cuenta…» (Corán II, La Vaca,154)

El Corán es lógico con si-mismo. El no considera los mártires de Dios como muertes, pero como vivos. Por lo tanto, respetando sus propios principios, no se detiene a la condenación a muerte del Mesías, sino como un mártir, le declara vivo para siempre. Los Judíos no le condenaron a muerte porque Dios «el mejor de los que intrigan» le ha hecho viviendo eternamente, pero ellos «no le entienden». El Corán también dice sobre este tema:

«Y no penséis que quienes han caído por Dios hayan muerto. ¡Al contrario! Están vivos y sustentados junto a su Señor» (Corán III, La Familia de Imran,169)

Decimos que creemos en la crucifixión, la muerte y la resurrección del Mesías: El Mesías está vivo «,no le han matado ni crucificado. Pero esto parecía a ellos».

La falsificación de la Biblia

Las evidencias coránicas de la autenticidad de la Biblia

A través de los siglos, algunos judíos han difundido el rumor de la falsificación de la Biblia, especialmente del Evangelio por los cristianos. Su objetivo era de convencer a la gente que las profecías sobre las que se basan los Cristianos para creer en Jesús como el Mesías están falsificadas y no existen en el Antiguo Testamento, por lo menos en la forma presentada por los Cristianos. Por lo tanto, ellos habrían manejado los textos bíblicos para adaptarlos a Jesús.

Muchos creían en esta calumnia y le han pregonado hasta nuestros días, despreciando entonces la Biblia, y especialmente el Evangelio. Algunos árabes van a impedir la introducción del Evangelio en sus país y sus casas cuando, paradójicamente, abren sus puertas a los libros y revistas inmorales.

Pretender que la Biblia está falsificada es una herejía inspirada por el Diablo, como dice el Corán:

«insinúa los malos pensamientos y el mal en el ánimo de los hombres.» (Corán CXIV; Los Hombres, 5)

No encontramos en el Corán ningún versículo que advierte el creyente contra la falsificación de la Biblia. Por el contrario, el Corán dice que viene para certificar la Biblia (Corán IV; Las Mujeres, 47). El Corán autentificaría un texto bíblico falsificado?

Como el Corán advertiría en contra de la Biblia, cuando la inspiración es una? Dios es Todopoderoso para proteger su inspiración, y no puede permitir la falsificación de un libro que él ha inspirado. ¿Cómo podríamos, de otra manera, tener recurso a un «libro luminoso» para guiarnos en la dirección correcta? Y ¿Qué referencia tendríamos? Quien difame a la Biblia, reclamando que esta falsificada, difama por el mismo hecho el Corán, que certifica la autenticidad.

Una de las diferencias fundamentales entre la inspiración coránica y muchos musulmanes tradicionales, es en el hecho de que el Corán atesta la Biblia, mientras que ellos la calumnian. El Corán dice:

«Aquéllos a quienes hemos (Dios) dado la Escritura (la Biblia) y la leen como debe ser leída, creen en ella. Quienes, en cambio, no creen en ella, ésos son los que pierden.» (Corán II; La Vaca,121)

La explicación dada por «Al-Jalalein» por la expresión «la leen como debe ser leída» es la siguiente: «Esto significa que la leen como se inspiró». Adoptamos esta interpretación correcta que tiene el mérito de expresar la intención del Señor.

El testimonio del Corán a favor de la autenticidad de los Antiguo y Nuevo Testamentos hace para nosotros toda discusión innecesaria. Nos preguntamos cómo algunos afirman creer en el Corán al tiempo que afirman que la Biblia está falsificada. A través de difamar a la Biblia, demuestran que no creen en el Corán que dice explícitamente de la Biblia que:

«Quienes, en cambio, no creen en ella, ésos son los que pierden.» (Choran II; La Vaca,121)

El Corán testimonia el Evangelio diciendo también:

«Que la gente del Evangelio decida según lo que Dios ha revelado en él. Quienes no Decidan según lo que Dios ha revelado ésos son los perversos.» (Corán V; La Mesa Servida,47)

Por tanto, el Corán incita a la gente del Evangelio a juzgar según lo que Dios ha inspirado para guiarlos. Esta atestación coránica a favor del Evangelio no es un testimonio seguro de su autenticidad y del deber de usarlo? Sin embargo, algunos Judíos, musulmanes y cristianos, en grandes números afirman lo contrario. ¿Cuál será el juicio de los «infieles», como les califica el Corán?

Los que afirman que el Evangelio es «falsificado» no muestran una fe absoluta en el Corán, pero un fanatismo ciego. De hecho, estas personas se esconden detrás de una máscara su odio por ninguna inspiración divina. Las mismas observaciones se dirigen a aquellos que desprecian el Corán bajo el pretexto de creer en el Evangelio.

Cualquier Musulmán que cree que el Evangelio es falsificado está en contra del Corán. Y todo cristiano que ataca el Corán es en contra al espíritu evangélico. Cualquier persona que ha comprendido realmente el espíritu del Evangelio no puede sin besar el Corán.

El Corán utiliza constantemente la Biblia como referencia segura y fiable. En efecto, Dios aconseja Muhammad de referirse a los lectores de la Biblia si duda de las palabras divinas que se han inspirado a Él:

«Si tienes alguna duda acerca de lo que te hemos revelado, pregunta a quienes, antes de ti, ya leían la Escritura.» (Corán X; Jonás,94)

Hubiéramos gustado ver a cada musulmán practicar el espíritu del Corán y a cada cristiano practicar el espíritu del Evangelio, para romper las cadenas del fanatismo que conduce a la perdición. Así que todo musulmán imita el Profeta del Islam que ha llenado su corazón con las palabras de piedad y respeto por la Biblia:

«Hemos (Dios) revelado la Tora, que contiene dirección y luz. Los profetas que se habían sometido administraban justicia a los judíos según ella… Hicimos que les sucediera Jesús, hijo de María, en confirmación de lo que ya había de la Tora. Le dimos el Evangelio, que contiene Dirección y Luz, en confirmación de lo que ya Había de la Tora. Que la gente del Evangelio decida según lo que Dios ha revelado en él.» (Corán V; La Mesa Servida, 44-47)

Podemos ver en un versículo coránico que el creyente en el Evangelio puede rechazar con el pretexto de atacar el Evangelio? No, no hay ningún versículo en el Corán que contradice el Evangelio y sus enseñanzas, a condición, sin embargo, que la interpretación tiene en cuenta «el Mejor de los Argumentos», es decir, lo que certifica el Evangelio y no lo que lo contradice.

Cualquier interpretación coránica contraria al Evangelio es levantar un falso testimonio contra el Corán. Estamos consternados por los que presentan interpretaciones coránicas falsas y justifican después sus afirmaciones falsas reclamando que es el Evangelio que es falsificado. Esta justificación es aún más condenable que el propio error. El Corán mismo denuncia y juzga a estas personas.

Del mismo modo, estamos consternados por aquellos que rechazan el Corán con él pretexto de que es contrario al Evangelio. Esta afirmación es falsa, porque el Corán testimonia el Evangelio y le confirma .Por qué entonces rechazarlos con un pretexto falso? ¿No es, por el contrario, más honesto y más fácil de creer en el Corán, ya que da testimonio en favor del Evangelio? De hecho, el Corán dice a la gente de la Biblia:

«Vosotros, los que habéis recibido la Escritura (la Biblia), ¡creed en lo que hemos revelado (el Corán), en confirmación de lo que ya poseíais (la Biblia).» (Corán IV; Las Mujeres,47)

Es por eso que la gente de la Biblia debe esforzarse para buscar la interpretación coránica que confirma la Biblia «que está con ellos». Actuando con amor y sabiduría, logran a unir las filas y poner fin al odio sectario.

El Corán también dice sus mandamientos a los musulmanes, revelando:

«¡Creyentes! Creed en Dios, en Su Enviado (Muhammad), en la Escritura que ha revelado (el Corán) a Su Enviado y en la Escritura que había revelado antes (la Biblia). Quien no cree en Dios, en Sus ángeles, en Sus Escrituras (el Antiguo, Nuevos Testamentos y el Corán), en sus Enviados y en el último Día, ese tal está profundamente extraviado.» (Corán IV; Las Mujeres,136)

No es para nosotros de juzgar a aquellos que no creen en los Libros Santos del Antiguo y Nuevo Testamentos en su texto actual, o de condenarlos más firmemente que Dios le ha declarado en el Corán: «Ellos están en un camino distante». Exhortamos entonces a creer en el texto actual de la Biblia, ya que es este texto que el Profeta Muhammad ha conocido. La inspiración divina en el Corán se refiere a este texto, porque las evidencias, incluso científicas, de su autenticidad son múltiples y destruyen cualquier argumento contrario.

No hay, por contra, ninguna prueba científica de la falsificación de la Biblia. Si una persona segura de esta falsificación logra a presentar una prueba científica de lo que afirma, la conocería bien y sería su discípulo.

Las pruebas científicas de la autenticidad de la Biblia

Dios no ha inspirado la Biblia para entregarla a los caprichos y la malicia de los hombres. Allí son las evidencias científicas principales- frutos de la arqueología moderna, que, junto con el Corán, atestan la autenticidad de la Biblia:

  1. Los rollos del «Mar Muerto» descubiertos en 1947 en Qumran (cerca del Mar Muerto) demuestran la autenticidad del Antiguo Testamento. Los científicos han comparado este texto al texto que tenemos y le han encontrado auténtico. Estos textos del siglo II AC, están inscritos en piel de cabras. Estos rollos se encuentran en el Museo Rockefeller de Jerusalén. Los Museos internacionales tienen copias.
  2. El papiro «Rylands», que data del año 125 dC, contiene parte del capítulo 18 del Evangelio de San Juan. Es coherente con el texto actual.
  3. Los papiros llamados «Chester Beatty» tienen una gran parte del Nuevo Testamento. Datan del siglo III dC. Este texto también es coherente con el texto actual y se encuentra en el Museo de Michigan (EE.UU.).
  4. La Biblia que se llama Vaticanos vuelve al siglo IV dC e incluye toda la Biblia en latín. Se encuentra en el Museo del Vaticano.
  5. La Biblia que se llama Sinaiticus, descubierta en el convento de Santa Catherine, en el Sinaí, se encuentra en el Museo Británico. Esta es la Biblia en griego. Vuelve también al siglo IV dC. Fue descubierta por un príncipe ruso al final del siglo XIX.
  6. Una prueba lógica de la autenticidad de la Biblia: la multiplicidad de las confesiones cristianas tienen el mismo texto bíblico. Este texto está disponible en diferentes idiomas y es coherente con los textos originales.
  7. Muchos eruditos musulmanes niegan la falsificación de la Biblia. Los principales son los dos grandes jeques (fallecidos) conocidos: Afghani y Muhammad Abdo.

Según una fábula vendida por algunos «creyentes», el Evangelio habría sido elevado al cielo con el Mesías y no estaría más en la Tierra. A esta gente preguntamos: ¿Qué verdad contienen estas palabras, porque el Corán dice de los que leen la Biblia, de «leerla correctamente?» ¿Cómo podrían leerla correctamente si ya no está en la tierra?

Estas fantasías son aún más ridículas que el Corán recomienda a la gente del Evangelio de juzgar según lo que Dios ha inspirado. ¿Dios puede en el Corán, recomendar de juzgar según un libro que ya no existe?

Hemos demostrado que el Corán es una lectura Árabe de la Biblia que, del tiempo del paganismo árabe, existía en tres lenguas solamente: el hebreo, el griego y el latín. Esto es una prueba irrefutable, apoyada por los descubrimientos de la arqueología moderna, de la presencia de la Biblia en la tierra en este momento. No fue elevada con el Mesías en el Cielo! Las descubiertas arqueológicas mencionadas demuestran eso.

La tradición musulmana oficial reporta también, en las «Nobles Discusiones.» del Profeta Muhammad, un hecho de importancia primordial.
(Estas Discusiones (Hadith en árabe) son reportadas por el sabio Bokhari.)

Después de la aparición del Ángel Gabriel a Muhammad para anunciarlo su misión, el Profeta se turbó. De inmediato salió de su lugar de meditación habitual y narró el hecho a Khadija, su esposa. Para tranquilizarle, se dirigió directamente con él a Waraka Ibn Nofal, el primo de Khadija y el tío de Muhammad. Bokhari informa que Waraka fue un escriba árabe que se convirtió al cristianismo, y que escribió «el Evangelio en hebreo». La Biblia existía entonces «en la tierra» en el tiempo de Muhammad en la Península Arábiga misma.

Las evidencias científicas y bíblicas presentadas aquí demuestran la autenticidad de la Biblia. Ellas manifiestan el abismo enorme entre, por un lado, las palabras del Corán y de su Profeta sobre la Biblia y por otro lado, las calumnias de algunos creyentes tradicionalistas. Por nuestra parte, confiamos en el testimonio del Corán y su Profeta a favor de la Biblia. Y este testimonio es suficiente para nosotros.

Algunos creen que el evangelio fue falsificado después de la inspiración coránica. Este es el peor de los argumentos y revela una fe mala. Porque hemos presentado pruebas científicas irrefutables de la autenticidad del texto evangélico actual que es idéntico a él inspirado por el pasado, antes de Muhammad. Es a favor de este mismo texto que el Corán testifica.

«El Evangelio» de Bernabé

Muchas personas en el Oriente creen en el pseudo- evangelio de Bernabé. Este «evangelio» es una parodia de la vida del Mesías, lamentablemente aceptada por muchos musulmanes. Pero todo musulmán digno de ese nombre, no puede que rechazar este «evangelio» por la razón simple de que Jesús no se presenta en este evangelio como el Mesías, sino el precursor del Mesías. De acuerdo con este «evangelio» mentiroso, Muhammad seria el Mesías.
Estos son algunos extractos de este «evangelio».

«El sacerdote dijo a Jesús: Levántate Jesús, porque tenemos que saber quién eres: Es escrito en el libro de Moisés que Dios nos enviará al Mesías, que nos informará la voluntad de Dios. Por eso te pido de decirnos la verdad. Eres tú el Mesías de Dios que nos esperamos? Respondió Jesús: Es cierto que Dios nos lo prometió, pero yo no soy el Mesías, porque él fue creado antes que yo y vendrá después de yo.» (Capítulo 96,1-5)

El capítulo 97, 13-17 también informó:
«El sacerdote dijo entonces: Y como se llamara el Mesías? Jesús dijo: El nombre del Mesías es admirable porque Dios mismo le ha dado un nombre cuando creó su alma, y le puso en una felicidad celestial .Dios dijo: Espere O Muhammad! Su nombre bendito es Muhammad»

Estos versículos están en contradicción flagrante con la inspiración divina en el Evangelio y en el Corán que testifican que Jesús es realmente el Mesías.

Además, Muhammad nunca afirmó ser el Mesías, ni tampoco dijo que Jesús no le era. Él nunca afirmó que había sido creado antes de Jesús. Las enseñanzas del Corán son contrarias a los engaños vulgares del «evangelio» de Bernabé y confirman claramente que Jesús es el Mesías de Dios.

El objetivo de los autores de este «evangelio» -que apenas esconde la mano sionista-, era crear una separación entre cristianos y musulmanes, aplicando el principio de «dividir para reinar». Han jugado sobre la afección de los musulmanes para Muhammad, presentándolo mayor que Jesús. Los creyentes superficiales cayeron ciegamente en esta trampa sin entrar en el fondo del problema. No se dan cuenta que en el hecho de negar el mesianismo de Jesús y atribuirlo a Muhammad, se convierten en contra-testigos del mensaje coránico, que pretenden pertenecer todavía.

El Corán habla de falsificación?

Los propagadores del rumor de la falsificación de la Biblia, se apoyan sobre algunos versículos coránicos. Olvidan que el Corán se presenta como testimonio de la Biblia. Mencionamos algunos versículos coránicos a que se refieren los seguidores de falsificación y demostramos que la intención del Corán es de denunciar a los que falsifican la interpretación de los versículos bíblicos. El Corán no tiene como objetivo entonces los versículos bíblicos, pero la fe mala de los intérpretes. El Corán dice:

«Algunos de los judíos escuchaban la Palabra de Dios (en la Biblia) la alteraron a sabiendas, después de haberla comprendido?» (Corán II; La Vaca,75)

«Aquéllos a quienes hemos dado la Escritura (La Biblia) la conocen como conocen a sus propios hijos varones. Pero algunos de ellos ocultan la Verdad a sabiendas.» (Corán II; La Vaca,146)

Estos intérpretes maliciosos alteraron a sabiendas, en cualquier conocimiento de causa, el significado de los versículos bíblicos, «después de haberla comprendido». Se trata de una falsificación en la interpretación de la palabra de Dios. Además, el Corán revela:

«Algunos de ellos trabucan con sus lenguas la Escritura para que creáis que lo que dicen está en la Escritura lo que no está en la Escritura, diciendo que viene de Dios, siendo así que no viene de Dios. Mienten contra Dios a sabiendas.» (Corán III; La Familia de Imran,78)

Tened en cuenta que estas personas «trabucan sus lenguas», no falsifican los textos bíblicos. En el hecho de «trabucar sus lenguas», presentan interpretaciones falsas,- que las arreglan- para hacer creer que lo que dicen viene de Dios. «Siendo así que no viene de Dios».

Esta es nuestra interpretación de los versículos antes citados, versículos que gente mal intencionada quieren «trabucar» para difamar el Evangelio. El Corán acusa a los judíos, en particular, de utilizar este tipo de práctica:

«Algunos Judíos alteran el sentido de las Palabras (de las Escrituras)…») (Corán IV; Las Mujeres,46)

«Los que alteran el sentido de las Palabras», les desvían del significado querido por Dios, y presentan una interpretación falsa. El Corán dice también sobre esto:

«Por (los Judíos) haber violado su pacto les hemos maldecido y hemos endurecido sus corazones. Alteran el sentido de las Palabras olvidan parte de lo que se les recordó…» (Corán V; La Mesa Servida,13 y 15)

Es claro que la «desviación de la Palabra», tiene como objetivo, aquí, las interpretaciones falsas de la intención divina.

Pero el Corán no es solo a denunciar los escribas judíos. En el Antiguo Testamento, el profeta Jeremías ya había protestado contra ellos por la misma razón:

«¿Cómo decís: Somos sabios, y poseemos la Ley de Iahveh? Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso de los escribas.» (Jeremías 8,8)

Es importante de meditar sobre estas palabras inspiradas de Jeremías para llegar a la intención divina que se revela: desenmascarar a los escribas judíos que desfiguran el mensaje bíblico por sus interpretaciones falsas.

Hemos demostrado que el texto bíblico es auténtico. El texto que es ahora en nuestras manos está perfectamente correspondiente al texto conocido antes del Mesías. Este texto es confirmado por los Rodillos del «Mar Muerto». Este es el texto que fue conocido por el Mesías y el Profeta Muhammad. No hay falsificación, ninguna mano humana no puede falsificarlo porque Dios, en su infinita Sabiduría, quiere que este texto completo de la inspiración divina nos llegue. La razón es que Dios quiere informarnos acerca de su plan de salvación a favor de toda la humanidad, y de la influencia negativa del espíritu sionista sobre los líderes y escribas judíos.

En efecto, los escribas, a través de transcribir la Biblia, añaden a favor del plan sionista, muchos textos falsamente atribuidos a Dios, como es bien notado por el Corán. Estos textos se encuentran aún hoy en la Biblia. Dios, en su Sabiduría, ha permitido que permanezcan allí para revelar la mano sionista que les ha presentado para justificar, en el nombre de Dios, tradiciones humanas, no queridas de Dios. Estos versículos son todos parásitos fácilmente detectables por todo hombre sabio.

Jesús no dejó de denunciar a estos escribas y estos fariseos «hipócritas»:

«Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?!… Así habéis anulado la Palabra de Dios por vuestra tradición. Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de Mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.» (Mateo 15,3-9)

Debemos señalar que la Biblia nos invita a discernir entre la inspiración divina y la inspiración sionista que aparecen en la Biblia. El creyente no debe alejarse de la Biblia debido a esta infiltración sionista. Por el contrario, este hecho debe incitar a los corazones fuertes y valientes, a examinar la Biblia con el fin de extraer los tesoros, a pesar de las dificultades. Es como esto que actúan Jeremías, Jesús y Muhammad.

Por otra parte, el respeto del Profeta Muhammad a la Biblia es una garantía adicional y suficiente para todos los musulmanes que deseen utilizarla. Porque Dios Le dice en el Corán:

«Di (a los Árabes que desprecian la Biblia): Entonces, si es verdad lo que decís, ¡traed una Escritura de Dios, que dirija a los hombres mejor que esas dos (la Tora y el Evangelio) y la seguiré!» (Corán XXVIII; el Relato,49)

¿Qué mejor testimonio a favor de la Biblia podemos pedirle a este profeta árabe noble? Está claro que en la mentalidad del Profeta del Islam, la Biblia es bien inspirada por Dios. Queremos aclarar: La Biblia en este texto actual, ya que es este mismo texto que Muhammad conocía.

En el versículo citado arriba, Dios hace de Muhammad el Apóstol, no sólo del Corán, sino también de la Biblia, el Corán es una inspiración árabe de la Biblia. Es por eso que Dios, en el Corán, pidió a Muhammad de no exigir de las personas de la Biblia de tener recurso a él como juez, ya que tienen la palabra de Dios en la Biblia:

«Pero ¿cómo van a hacerte juez teniendo como tienen la Tora, en la que se contiene la decisión de Dios…» (Corán V; la Mesa Servida,43)

«Que la gente del Evangelio decida según lo que Dios ha revelado en él. Quienes no decidan según lo que Dios ha revelado ésos son los perversos.» (Corán V; La Mesa Servida, 47)

El Profeta Muhammad invita a todos los creyentes árabes a seguir el camino de «los que han precedido» en la fe, los judíos y los cristianos fieles madurados por las Aguas espirituales de la Biblia. El Corán dice:

«Dios quiere aclararos y dirigiros según la conducta de los que os precedieron…» (Corán IV; Las Mujeres,26)

«… ¡Creyentes! (Árabes) Creed en Dios, en Su Enviado (Muhammad), en la Escritura (el Corán) que ha revelado a Su Enviado y en la Escritura (Biblia) que había revelado antes. Quien no cree en Dios, en Sus ángeles, en Sus Escrituras, en Sus enviados y en el Ultimo Día, ese tal está profundamente extraviado.» (Corán IV; Las Mujeres,136)

Tal es el mandamiento del Corán: creer no sólo en Muhammad y en el Corán, pero en las Escrituras inspiradas por Dios antes del Corán: la Tora y el Evangelio en su texto actual. Todo creyente verdadero, Judío, cristiano o musulmán, no puede que creer en la totalidad de la inspiración bíblica-coránica.

Que Dios el Todopoderoso reúne sus elegidos, todos los corazones sinceros, todos los hombres de buena fe acerca de su inspiración una e indivisible, para que formen una sola unidad frente a los poderes del mal que buscan a romperlos.

La vida del Profeta Muhammad

Algunos orientalistas acusan al Profeta Muhammad por sus muchas esposas y muchas guerras. Vamos a explicar brevemente las razones de estos comportamientos, que para nuestro tiempo, parecen inaceptables e incompatibles con un profeta.

Las bodas de Muhammad

Una de las críticas es relativa al matrimonio de Muhammad con Zaynab, hija de Yahsh. Zaynab era la esposa de Zayd, el hijo adoptivo de Muhammad. Después de su divorcio, Muhammad tuvo que casarse con ella. Los musulmanes no hacen ningún esfuerzo para presentar la mejor explicación de este matrimonio. La explicación que damos lejos se adapta perfectamente al carácter y la vida recta del Profeta Muhammad. De hecho, algunas interpretaciones islámicas oficiales de este matrimonio tienen como consecuencia la distancia de los orientalistas –y de muchos cristianos– del Corán y del Profeta Muhammad. Los eruditos musulmanes lo interpretan de la manera siguiente: «.Después del matrimonio de Zaynab con Zayd, los ojos del Profeta detuvieron en Zaynab y el amor por ella llenó su corazón».

Esta explicación no es ni segura ni definitiva: es el fruto de una mentalidad particular de los intérpretes árabes de la época. Sin embargo, la investigación en el campo de la interpretación queda abierta. Es conocido en el Islam bajo el nombre de «Ijtihad», que significa «esfuerzo», ya que es de esforzarse como es prescrito en el Corán, y de buscar la mejor interpretación. Eso es lo que hicimos y pensamos que le hemos encontrado. Vamos a explicarle más tarde, después de explicar brevemente la vida del Profeta.

Muhammad nació en el año 570 de nuestro tiempo en la Meca. Murió el 8 de junio 632. Su
padre, Abdallah murió pocos meses antes de su nacimiento y su madre Amena murió cuando él tenía solamente alrededor de cinco años. Huérfano, fue apoyado por su abuelo, Abd- El- Muttalleb. Este último murió tres años más tarde, dejándole al cuidado de su hijo Abi Taleb, el tío paternal de Muhammad, que le amaba mucha a causa de la justicia de sus modales. Abi Taleb es el padre de Ali , el primo querido de Muhammad y su fiel amigo para la vida. Ali se casó después con Fátima, la hija predilecta de Muhammad. Abd- El- Muttalleb, el abuelo de Muhammad, era un notable de la familia de Bani Hashim de la tribu de Quraish de La Meca. Tenía diez hijos, cuyo hijo Abdullah (padre de
Muhammad), Abi- Talib (el tío que le ha acogido y adoptado), Hamza (que creyó en Muhammad) y Abu Lahab (que le luchó) Amena , la madre de Muhammad, era la hermana de Waraka Ibn Nofal que ya hemos mencionado. Este último era el primo de Jadiya, la primera esposa de Muhammad. Muhammad pasó su juventud en la Meca y era conocido por su integridad, castidad y justicia de sus modales. Le encantaba el aislamiento y la meditación y no compartía con otros jóvenes de su edad el gusto de la vida mundana. Los habitantes de La Meca le llamaban «Honesto» (en árabe: «El Amine») debido a su fidelidad y su honestidad. Su amor por la oración y la meditación le llevaba a menudo en las cuevas de las montañas con vistas a La Meca. Allí, él huyó la agitación de la ciudad para profundizar la búsqueda de la espiritualidad.

Esto no le impidió a participar en la vida comercial de la Meca. Él se ocupaba de las caravanas de mercancías que transitaban entre Yemen y Siria. Muhammad fue empleado por su prima Khadija,- viuda de un comerciante rico,-donde encabezaba caravanas a Siria para el comercio. Ella se sintió atraída por su honestidad en las transacciones y le envió Abi-Talib (el tío de Muhammad que le acomodaba) para hablar con el de matrimonio. Muhammad aceptó. Tenía 25 años y Khadija tenía 40 años.

El matrimonio fue feliz hasta el final. Tenían tres niños que murieron en la infancia y cuatro
hijas: Rokaya, Zeinab, Om Kalthoum, y Fátima, la amada de Muhammad.

Durante sus muchos viajes a Siria, Muhammad conoció varios monjes cristianos incluso el famoso monje Bohaira a que Muhammad ató por una amistad profunda. Bohaira había admirado en Muhammad su moralidad alta y le hablaba de profetas y del Mesías. Así, Dios le preparaba, sin saberlo, a una gran misión.

Cuando el alma de Muhammad fue madurada por la contemplación, a la edad de 40 años, el cielo se manifestó a él. El ángel Gabriel le apareció mientras estaba solo en una cueva cerca de La Meca llamada «Harra». El Profeta, la visión terminada, corrió preocupado a Khadija, su esposa, y le contó el hecho. Estos versículos son en el Corán XCVI ; la Sangre coagulada, 1-3… Reproducimos aquí la historia según lo informado por Bokhari:

«Gabriel se presentío a mí y me dijo: Lee (la Biblia)! Yo respondí: Yo no sé leer (Muhammad era analfabeto). El ángel me llevó y me cubrió hasta que encontré mi calma y luego dijo: Lee. He respondido: Yo no sé leer. Él me tomó, me cubrió por segunda vez hasta que me calmé y me dijo: Lee. Yo respondí: Yo no sé leer. Él me tomó, me cubrió por tercera vez y me envió diciendo: Lee en el nombre de tu Dios que ha creado. Él ha creado al hombre de sangre coagulada. Lee porque Dios es generoso. Y el Profeta regresó con estas palabras grabadas en él, el corazón temblando a Khadija hija de Khowaylid y le contó todo lo que había sucedido. Le dijo: yo temía por mi persona»

Esta fue la primera visión de Muhammad. Temblaba como habían temblado antes de él Moisés, Jeremías, Daniel y otros profetas. Khadija decidió de ir con Muhammad para ver Waraka Ibn Nofal, su primo. Él era cristiano y transcribía textos bíblicos. Waraka le tranquilizó diciendo que esto correspondía al mensaje de Moisés, al mensaje bíblico. Bokhari contó la historia de la manera siguiente:

«Así que Muhammad visitó con Khadija Waraka Ibn Nofal que había sido viejo y ciego. Khadija le dijo: Primo, escucha lo que tu sobrino (Muhammad) quiere comunicarte. Waraka le dijo: Mi sobrino, que se pasa? El Profeta le informó entonces su visión. Waraka le dijo: Es la Ley de Moisés que Dios ha revelado sobre él. ¡Ah! qué no puedo quedar viviendo para participar en esta misión. Que no puedo quedar viviendo cuando tu pueblo te negara. El Profeta Muhammad se exclamó: me negaran? Él respondió: Sí, nadie hombre no da lo que tu das sin tener enemigos. Y si eso me es acordado, te apoyara hasta tu victoria. Waraka pronto iba a morir.»

Por lo tanto, Waraka atestó la autenticidad de la visión y le certificó que su mensaje era bíblico. El mensaje es entonces uno y la misión es la misma. Es importante que este hecho se observara.
La profecía de Waraka se cumplió porque los habitantes de La Meca, de que la tribu principal es la tribu de Quraish, combatieron ferozmente el Profeta.

Al principio, durante mucho tiempo, sólo un grupo pequeño había creído en Muhammad. Khadija su esposa, fue la primera creyente. La nueva religión que amaneció en La Meca preocupó los comerciantes de ídolos y los poderosos de la ciudad que impondrán impuestos y beneficiaron de peregrinaciones paganas celebradas allí. La creencia monoteísta representaba un gran peligro para su comercio, su poder y su hegemonía. Así se convirtieron en enemigos jurados de Muhammad y de sus seguidores y le persiguieron fuertemente.

El Profeta soportó con valentía el peso doloroso de su misión y supo esperar aunque esto le costó su dinero y su paz. Rechazó de oponerse por las armas a sus enemigos armados, aunque no llevó una espada para defenderse. Él aconsejó a sus seguidores de abandonar La Meca y de refugiarse en Etiopía, país cristiano. Entre sus discípulos, doce de ellos fueron al Negus, el emperador de Etiopía. Él les dio la bienvenida y les concedió el derecho a la vivienda, dotándolos de una estadía tranquila.

Durante diez años, Muhammad ha sufrido la persecución en La Meca, predicando en vano el monoteísmo, el no tenía a su alrededor que un pequeño número de fieles. La oposición de la tribu de Quraish aumentaba su violencia al punto de amenazar la vida de Mahoma y sus seguidores. Había más de un atentado contra su vida. Muhammad finalmente se resignó a abandonar La Meca y fue a Yathrib, más tarde llamada «Al Madina», que en árabe significa «La Ciudad», es decir, la Ciudad del Profeta.

Muhammad dejó La Meca en secreto durante la noche, después de haber sido informado que un complot se tramaba contra él para matarlo. Esa misma noche, Ali, su primo, le sustituyó en su casa e en su cama para simular su presencia, salvando así su vida. En esta ciudad, muchos seguidores le protegían y solo los Judíos de Yathrib eran una amenaza para él.

Antes de la fuga a Yathrib, dos acontecimientos dolorosos golpearon el Profeta: la muerte de su protector tío Abi Taleb (esto precipitó las conspiraciones contra él) y la de su amada esposa Khadija, compañera fiel de su vida y su misión. Era su apoyo espiritual, le había confirmado en su fe y le había dado confianza en sí mismo. El año de la muerte de estas dos queridas personas a Muhammad fue llamado «Año de la Tristeza».

La gente de la tribu de Quraish, dirigida por el notable Abi-Sifian, trató de sobornar a Muhammad. Ellos delegaron un comité a su tío Abo Taleb, poco antes de su muerte, cuando ya estaba en su lecho de enfermo, para obtener su intervención cerca de Muhammad. Propusieron a Muhammad dinero, gloria y reino a condición de renunciar el monoteísmo. Ellos le dijeron: «Si su intención en la predicación es el dinero, vamos a darte dinero. Vamos a recoger de nuestro dinero para que usted sea el más rico de nosotros. Si quieres honor, vamos a establecerte como jefe y nada se decidirá sin tu consentimiento .Si deseas el reino, hacemos de tu nuestro rey! Pero del Dios único, no!»

Escuchando estas palabras, el Profeta se adjuntó más a su misión y dijo: «¡Por Dios , si me dais el sol en mi mano derecha y la luna en mi izquierda para hacerme renunciar este caso, no renunciare». A la muerte de su tío Abu Taleb que buscó atemperar entre la gente de Quraish y Muhammad, la tensión estaba a su paroxismo.

Poco antes de su fuga por «Yathrib» Muhammad vivió el milagro del Viaje Místico narrado en Sura XVII, llamado «El Viaje Nocturno». Este hecho místico e histórico es muy importante en la vida de Muhammad y sus seguidores, es el centro de su misión. En esta noche, Muhammad estaba en la casa de su prima Hind, la hermana de Ali, hijo de Abi- Taleb. Él vio al ángel Gabriel aparecer a él para llevarle en visión sobre un caballo llamado «Al Bouraq» (Relámpago) hasta el Monte Sinaí, donde Dios le habló a Moisés. Luego lo llevó a Belén, el lugar de nacimiento del Mesías y luego a Jerusalén, al sitio del Templo. A partir de ahí, lo levantó al cielo, y luego lo trajo de vuelta a Jerusalén, donde él tomó su caballo para volver a su prima Hind. «El Viaje Nocturno» comienza así:

«¡Gloria a Quien hizo viajar a Su Siervo de noche, desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita Lejana, cuyos alrededores hemos bendecido, para mostrarle parte de Nuestros signos! Él es Quien todo lo oye, todo lo ve.» (Corán XVII; El Viaje Nocturno,1)

Los habitantes de Quraish rechazaron de creer en esta visión. Muchos de sus mismos discípulos rechazaron de prestar fe y renunciaron a seguirle. Después de esta experiencia, la animosidad a la Meca aumentó aún más a su respeto y el aislamiento del Profeta se volvió casi total. El 24 de septiembre 622, Muhammad decidió de huir de la Meca a Yathrib, «Al Medina». Esta fuga marca el comienzo de la Hégira (de hijra: salida, fuga, emigración)
Después de su salida, Muhammad tuvo varias esposas, no por el amor de las mujeres, como muchos orientalistas piensan, sino para unificar a las tribus árabes por parentesco. La primera esposa de Muhammad, Sawda, era la viuda de uno de sus doce discípulos salidos por Etiopía a petición del Profeta, con el fin de escapar de la persecución. Sawda no era más joven y era la madre de muchos hijos. Muhammad se casó con ella por reconocimiento, para protegerla y proveer a los gastos de los hijos, porque ella y su marido habían contado de sus primeros discípulos.

También se casó con Aisha, la hija de uno de sus primeros discípulos, Abu- Bakr, para fortalecer las relaciones entre este amigo fiel y él. Aisha sólo tenía siete años, pero ella permaneció dos años en la casa de su padre, antes de entrar en la casa del Profeta. Fue durante estos dos años que se casó con Sawda. Muhammad también se casó con Hafsa, la hija de Omar Ibn El- Khattab, el segundo de los cuatro califas que le sucedieron después de su muerte.

Con la misma preocupación de unificar las filas árabes, dio a sus hijas en matrimonio a hombres escogidos. Osman Ibn Affan, uno de sus discípulos fieles que se convirtió en el tercero de los Califas, se casó con sus hijas Rokaya y Om- Kalthoum. Alí, su primo, se caso con Fátima, su hija amada. Dio a su hija Zeinab en matrimonio a Khaled Ibn El- Walid, uno de los oficiales enemigos que le había vencido en Uhud, pero más tarde se convirtió en un creyente. Muhammad se casó con la tía de Khaled, para fortalecer, por relaciones matrimoniales, la comunidad de los primeros creyentes. Muhammad se casó, además, con dos mujeres de cierta edad, Zaynab y Salma porque eran viudas de dos mártires que murieron en las batallas.

Con el respecto al matrimonio de Muhammad con Zaynab, hija de Jahsh, ex esposa de su hijo adoptivo Zayd, los intérpretes musulmanes, en nuestra opinión, cometen un error en la presentación de este como un vínculo de amor humano.

Mencionamos aquí los versículos coránicos sobre este tema, con el comentario de «Jalalein», interpretación oficial y generalmente aceptada de que no estamos de acuerdo. Luego presentamos nuestra interpretación que muestra la nobleza de la intención del Profeta en su matrimonio con Zaynab. El Corán dice a este respecto:

«Cuando Dios y Su Enviado han decidido un asunto, ni el creyente ni la creyente tienen ya opción en ese asunto. Quien desobedece a Dios y a su Enviado está evidentemente extraviado.» (Corán XXXIII; La Coalición,36)

Interpretación de «Jalalein»:

Este versículo fue inspirado sobre Abdullah Ibn Jahsh y su hermana Zaynab. El Profeta tenía la intención de dar Zaynab como esposa a su hijo adoptivo Zayd. Pero llegando al Profeta, Zaynab y Abdullah fueron decepcionados de la intención de Muhammad, porque creían que Muhammad el mismo quería casarse con Zaynab y no darla a su hijo adoptivo. No obstante, se sometieron al juicio del Profeta, después de que este versículo se inspiró: «Quien desobedeció a Dios y a su apóstol está en una desviación manifiesta».

El Profeta dio Zaynab en matrimonio a Zayd, pero después, sus ojos se posaron sobre ella y su corazón se inflamó de amor por ella. Zayd tomó odio. Él le dijo al Profeta: «Quiero divorciarme de ella.» Pero el Profeta le dijo: «Mantén tu esposa con ti.»

Nuestra interpretación:

El Profeta Muhammad no experimentó un amor apasionado por Zaynab. Por lo tanto rechazó el divorcio de Zayd, y además Muhammad había invitado Zaynab y su hermano al matrimonio de Zaynab con Zayd . Esto tenía lugar a pesar de la objeción inicial de Zaynab y de su hermano. No aceptaron que después de la inspiración del profeta. Luego, la intención de divorcio de Zayd puso el Profeta en una vergüenza obvia y puso Zaynab al deshonor y la infamia. Las personas habrían dicho: «El hijo del Profeta le ha repudiado.» Fue de ponerla bajo la prohibición de la sociedad, con, por consecuencia, una animosidad entre el Profeta Muhammad y la gente de la familia de Jahsh. No quedaba que una manera por Muhammad: a regañadientes, casarse el mismo con Zaynab para decir «Muhammad se casó con ella.» Es de elevarla en dignidad en lugar de bajarla.

Sin embargo, Muhammad temía la incomprensión de la sociedad. Muchos habrían dicho que tomó por esposa la mujer de su hijo después de haber sido seducido por ella. Esta es la razón por la que insistió
a Zayd para evitar este divorcio. Si hubiera estado enamorado de ella, le hubiera gustado y hubiera deseado el divorcio.

Zayd era un esclavo antes de conocer a Muhammad. Este último le había liberado antes de comenzar su misión y Zayd posteriormente creyó en el Islam. Una doble gracia fue acordada a él: la de la liberación y la de la fe. Por eso Dios, después del versículo 36 continúo diciendo a Muhammad:

«Y cuando decías al que (Zayd) había sido objeto de una gracia de Dios (por el Islam) y de una gracia tuya (en liberarle): ¡Conserva a tu esposa y teme a Dios!, y ocultabas en tu alma lo que Dios iba a revelar.» (Corán XXXIII; La Coalición,37)

Interpretación de «Jalalein»:

«Te escondes en tu corazón» el amor por Zaynab y la intención de casarse con ella si Zayd la lleva lejos.

Nuestra interpretación:

El profeta no esconde en su corazón su amor por Zaynab, pero su preocupación, consciente de la gravedad de la situación. Se da cuenta de que en caso de divorcio, de Zayd, se vería obligado a casarse con ella para no la deshonrar. Además, la gente no entendería su intención profunda e interpretaría mal su gesto, pensaría, además, que se casó por amor, lo que algunos piensan todavía hoy. Es por eso que Dios incitó a Muhammad a comportarse de acuerdo a su propia conciencia, independientemente de lo que podría pensar la gente. «Y tu temes los hombres (porque dirían que se ha casado con la mujer de su hijo). Es Dios que tú debes temer».

Interpretación de «Jalalein» sobre este versículo:

«Cásate con ella entonces sin preocuparse de las palabras de la gente.»

Nuestra interpretación:

El profeta debe actuar con prudencia ante Dios, ignorando las palabras de los hombres. Muhammad debe conformar su conducta a lo mejor, y no encontrar la manera de agradar a los hombres, incluso si esos debían calumniarlo diciendo que se casó con Zaynab por pasión. El profeta debe tener en cuenta el juicio de Dios que conocía su intención oculta: casarse con Zaynab para evitarla el deshonor y evitar la discordia entre los árabes.
Nuestra interpretación es coherente con toda la vida del Profeta, en particular sobre las motivaciones nobles y profundas de sus matrimonios.

Las batallas principales del Profeta Muhammad

A «Al Medina», la «Ciudad del Profeta», la «Ciudad Luminosa», como todavía se llamaba después, Muhammad tuvo muchos discípulos cuyos los dos tribus «Aws Al» y «Al Khazraj». No Había enemigos que los Judíos que estaban aliados con los idólatras de la Meca. Por eso, el Corán dice:

«Verás que los más hostiles a los creyentes son los judíos y los asociadores (de La Meca), y que los más amigos de los creyentes (del Corán) son los que dicen: Somos cristianos. Es que hay entre ellos sacerdotes y monjes y no son altivos.» (Corán V; La Mesa Servida,82)

Después de su fuga por Al Medina, los Judíos de esta ciudad impulsaron los idólatras de la Meca a seguir luchando contra Muhammad. El profeta, hasta ahora, había rechazado de llevar armas, pero esta persecución le obligó a utilizarlas en situación de defensa legítima. Él tuvo que defender sus discípulos, la primera sociedad de creyentes, y su propia vida en contra de los enemigos que atacaron Al Medina. Ellos habían invadido los hogares de los creyentes en la Meca y los habían obligado a exilarse. El Corán se refiere a esto en el versículo siguiente:

«A quienes han sido expulsados injustamente de sus hogares, sólo por haber dicho: ¡Nuestro Señor es Dios!» (Corán XXII; La Peregrinación,40)

Esta es la razón por la que Muhammad pensó que era necesario de defenderse en Al Medina. La defensa legítima no es sólo un derecho sino también un deber. Así que Dios permitió al Profeta la lucha:

«Les está permitido a quienes son atacados de combatir contra sus enemigos, porque han sido tratados injustamente. –Dios es, ciertamente, poderoso para auxiliarles-.» (Corán XXII; La Peregrinación, 39)

«Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda todo el culto a Dios.» (Corán VIII; El Botín,39)

Antes de abordar este tema de la luchas, es importante de notar que Muhammad, según los versículos coránicos citados, nunca tomó la iniciativa de una batalla, pero aún estaba en posición de defensa. En ciertas circunstancias, Muhammad fue acusado de haber tomado la iniciativa, pero fue una persecución del enemigo, de un combate que remata un otro.

La invasión de Badr

Durante la primera batalla, los musulmanes lucharon, al nombre de 300 solamente, los idólatras de la tribu de Quraish de La Meca, al nombre de 1.000. A pesar de sus números pequeños, los musulmanes derrotaron a los idólatras y fue una gran alegría y un gran signo para ellos. Esta batalla tuvo lugar en el año II de la Hégira.

La invasión de Uhud

Las idólatras de la tribu de Quraish de La Meca, incitados por los Judíos de Al-Medina, atacaron Muhammad en Uhud, un suburbio de Al Medina. Los Quraishitos, fuertes de una alianza secreta con los judíos, fueron dirigidos por el jefe del ejército, Khaled Ibn El-Walid, quien posteriormente se convirtió al Islam y se casó con Zaynab, la hija de Muhammad. Esta batalla terminó con la derrota de los musulmanes y la muerte de Hamza, el querido tío de Muhammad. Durante esta invasión, el Profeta se dio cuenta de la alianza secreta entre los Judíos de la Medina y las idólatras de Quraish y decidió de poner fin al poder judío.

La invasión de «Trincheras»

Esta invasión fue llamada de esta manera ya que una trinchera se excavó alrededor de la Medina para evitar que los Quraishitos accedan a ellas. Los judíos, de nuevo exhortaron a las idólatras de la Meca en la batalla contra los musulmanes. Entonces, los Mecanos han rodeado Al Medina con un nombre considerable de 10.000 hombres. Muhammad tenía con él un ex combatiente persa, Salman. Era un militar cristiano avisado a la lucha. Aconsejó a Muhammad para cavar una zanja alrededor de Al Medina y los caballos de los Mecanos no lograron a invadir la ciudad. Esto salvo a Muhammad y sus seguidores. Esta batalla tuvo lugar en el año V de la Hégira (627 dC). Los mecanos creían en una victoria fácil, pero quedaron varados en el desierto con alimentos que se disminuían y con frio glacial. Así que se vieron obligados a retirarse.

La invasión de Bani-Qorayza

La invasión del pueblo judío de Bani-Qorayza siguió a la invasión de trincheras. Muhammad había descubierto mientras tanto, la conspiración de los judíos en contra de él y su papel decisivo en la invasión de las trincheras. Muhammad decidió de perseguirlos. Los judíos huyeron en el pueblo de Bani-Qorayza donde les atacó y les destruyó. Los sobrevivientes ganaron su último refugio en la Península Arábiga, una fortaleza judía en la ciudad de Khaybar. Es aquí donde tuvo lugar a continuación la lucha última de Muhammad contra los judíos.

Después de las invasiones de las Trincheras y de Bani-Qorayza, las bases del Islam en la Península Arábiga se consolidaron y Muhammad conoció un momento de paz. Los árabes comenzaron a temerle y buscarían a establecer relaciones pacíficas con él.

El Pacto de Hudaybiyya

Seis años después de la salida del Profeta y de sus seguidores de La Meca, estos últimos querían volver a La Meca para la peregrinación. El Profeta encabezo una marcha pacífica hacia la Meca. Se detuvieron en un lugar alrededor de La Meca, llamado Hudaybiyya. La gente de Quraish rechazó a los musulmanes la autorización de penetrar como peregrinos en La Meca. Conversaciones se organizaron y llegaron al «Pacto de Hudaybiyya» bajo del cual se proclamó una tregua de diez años. Este pacto permitió a los musulmanes de hacer una peregrinación a La Meca al año siguiente y por un período de tres días solamente.

Los peregrinos y Muhammad volvieron entonces tres semanas después a Al Medina. El Pacto de Hudaybyya permitió Muhammad de difundir su mensaje por toda la Península Arábiga y ayudó a demostrar el aspecto pacífico del Islam. Un buen nombre de árabes abrazaron la religión monoteísta y se unieron al Profeta. En este momento, el gran oficial Khaled Ibn El- Walid, convertido al Islam, se casó con Zainab, la hija del Profeta, después de luchar contra los Musulmanes en Uhud. En cambio, Muhammad se casó con Maymouna, la tía de Khaled, consolidando así la unidad entre ellos…

Emisarios de Muhammad a los Reyes

La situación se había calmado en la Península Arábiga, y Muhammad envió emisarios con una carta a los principales reyes, pidiéndoles que se unan a la fe musulmana y a su mensaje. Los reyes solicitados fueron Heraclio, el rey bizantino, Xerxes, el rey persa, el Negus «Ahmassa» de Etiopía y, finalmente, el Jefe de la comunidad copta en Egipto. En el Capítulo IV, reproducimos el contenido de la carta enviada al rey Heraclio.

La invasión de Khaybar

Como la paz estaba generalizada en la Península Arábiga, no quedaba para Muhammad que una amenaza de los judíos encerrados a Khaybar. Un mes después del pacto Hudaybiyya, Muhammad salió el mismo a la cabeza de un ejército musulmán, y rodeó la ciudad y la fortaleza. Los musulmanes se lanzaron valientemente a la batalla sin miedo de la muerte y triunfaron después de un combate duro y feroz. Fue el séptimo año de la Hégira, 629 d J.C.

Diez años después de la Hégira, la luz del Islam se había extendido en toda la Península Arábiga, donde musulmanes y cristianos vivieron en paz. Muhammad hizo una entrada triunfal y pacífica a la Meca sin ver resistencia. Entró en la «Quaba» y destruyó los ídolos. Pronunció entonces estas palabras:

«Di: La verdad ha llegado y la mentira es derrotada! porque la mentira está destinada a ser derrotada:» (Corán XVII; El Viaje Nocturno,81)

Muhammad perdonó generosamente a sus enemigos-Abi Sifian y todos los que habían liderado la resistencia contra él y no buscó venganza.

Este Profeta noble murió el año 11 de la Hégira, el año 632 de nuestra era, a Al Medina, donde está actualmente enterrado.

Los principales puntos de encuentro entre el Corán y el Evangelio

El gran punto de acuerdo entre la Biblia y el Corán es la revelación del Dios Único, el Creador del Universo. Además, la evidencia principal del Corán por el Evangelio es la confirmación de que Jesús es realmente el Mesías. Si el Corán no había sido testigo de esta verdad evangélica fundamental, no habría sido ni sincera ni veraz. Es particularmente este testimonio que confundió a los judíos, creando su odio contra Muhammad, sobre todo el Corán se presenta como una confirmación del mensaje evangélico en su totalidad. Pero el Evangelio es un libro prohibido por los judíos, los ateos y los paganos.

Si el Corán había dicho que Jesús no era el Mesías, los judíos no hubieran luchado contra Muhammad y esto habría justificado su expectativa de un Mesías sionista conocido en el Evangelio con el nombre de Anticristo. Discutiremos este tema cuando hablemos del Mesías.
Los principales puntos de encuentro entre el Corán y el Evangelio son los siguientes:

  1. El Mesías
  2. La Virgen María
  3. La Tabla Celestial
  4. El Espíritu (Santo)

El Mesías

La primera y gran verdad revelada por el Corán a los árabes es la existencia de un solo Dios.

La segunda verdad fundamental es que Jesús es realmente el Mesías enviado por Dios y anunciado por los profetas del Antiguo Testamento. Como ya es mencionado, es la revelación de esta verdad por el Corán que irritó a los judíos y los evitó de llevar su apoyo al Corán. Porque en el hecho de reconocer el Corán, habrían debido renunciar a la espera de un Mesías sionista.
Estos son los versículos que confirman que Jesús es el Mesías, el Profeta de Dios, la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios:

«¡María! Dios te anuncia la buena Nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Mesías, Jesús, hijo de María…» (Corán III; La Familia de Imran,45)

«y por haber dicho (los Judíos): Hemos dado muerte al Mesías, Jesús, hijo de María, el enviado de Dios» (Corán IV; Las Mujeres,157)

«que El Mesías, Jesús, Hijo de María, es solamente el Enviado de Dios y su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un Espíritu que procede de Él!» (Corán IV; Las Mujeres,171)

«Di: ¿Quién podría impedir a Dios que, si Él quisiera, hiciera morir el Mesías, hijo de María, a su madre…» (Corán V; La Mesa Servida,17)

Si los judíos aceptaban el mesianismo de Jesús, no esperarían su Mesías sionista y, por lo tanto, deberían renunciar de este hecho al sionismo y al Estado de Israel que encarna los ideales sionistas. Los Judíos rechazaron a Jesús como el Mesías en el pasado y ya que continúan haciéndolo porque Él condena el establecimiento de una entidad política en el nombre del judaísmo. San Juan nos dice en su Evangelio que cuando Jesús vio a las multitudes corriendo a él para proclamarle rey de Israel, huyó a la montaña solo (Juan 6,14-15). Jesús también enseñó que el reino de Dios estaba en el interior del hombre (Lucas 17,20-21), no fuera en el mundo político como los Judíos y muchos otros siguen creyendo hoy.

Doce siglos antes de Jesús, Gideon, un jefe militar, había también declinado el reino ofrecido por los judíos:

«Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: ‘Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de la mano de Madián’. Pero Gedeón les respondió: ‘No seré yo el que reine sobre vosotros ni mi hijo; Iahveh será vuestro Rey.’» (Jueces 8,22-23)

Luego, el Profeta Samuel anunció el rechazo por parte de Dios de un reino israelí (1 Samuel 8). Pero los judíos siempre habían aspirado a un imperio sionista a través de un reino israelí en Palestina. Han ignorado los mandamientos de Dios y su voluntad declarados por el Profeta Samuel (1 Samuel 8,19).

Con el hecho de rechazar el establecimiento de un reino israelí, el Mesías revela el propósito espiritual no político de la religión judía y de toda religión. Esto no excluye el ejercicio de una actividad política por parte de los creyentes. Al contrario, es preferible que los creyentes tomen las riendas del poder para instaurar reformas sociales y morales al servicio de la sociedad. Pero la politización del espiritual, y la creación, en el nombre de la religión, de un nuevo estado, como lo quieren algunos judíos, cristianos y musulmanes, es contraria al plan de Dios. Porque Dios es para todos los creyentes, pero el estado es para todos, creyentes y no creyentes, y como dice el Corán:

«No cabe imposición en religión.» (Corán II; La Vaca,256)

Una Revelación similar debería ser escrita en letras de oro.

La fe en Jesús como el Mesías es la parte más alta de la enseñanza evangélica:

«Y nadie puede decir: ‘¡Jesús es Señor!’ (que es el Mesías), sino con el Espíritu Santo.» (1 Corintios 12,3)

«Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios.» (1 Juan 5,1)

Jesús mismo había dicho a los judíos que estaban conspirando contra él:

«Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy (el Mesías), moriréis en vuestros pecados.» (Juan 8,24)

Notamos un otro versículo coránico que muestra a Jesús como el Mesías esperado:

«Han tomado a sus doctores (los Rabinos judíos) y a sus monjes (los Cristianos), así como el Mesías, hijo de María, como señores, en lugar de tomar a Dios cuando las órdenes que habían recibido no eran sino de servir a un Dios Uno. ¡No hay más dios que Él!» (Corán IX; El Arrepentimiento,31)

Este versículo, que testifica que Jesús, el «Hijo de María» es el Mesías, es a menudo mal
interpretado por algunos que lo ven como una negación de la divinidad del Mesías. Esa no es la intención del Corán que se presenta como una confirmación de la inspiración evangélica (Corán IV, Las Mujeres, 47). Sin embargo, el Evangelio revela la divinidad encarnada en la persona de Jesús. (Ver el Capítulo: «Puntos de Controversia», artículo 3: «La divinidad del Mesías»). Entonces no debemos tener como Señor y Dios el Hijo de María AL LUGAR de Dios, pero COMO Dios encarnado anunciado por las profecías bíblicas. De lo contrario, adoraríamos dos dioses independientes el uno del otro: Dios por un lado, y el Mesías de otro lado cuando «recibieron solo la orden de adorar a un Dios único». A notar que la palabra «Señores» está en plural que indica un politeísmo. Esta sutileza no es percibida por todos los intérpretes del Corán
que no interpretaban por «el mejor de los argumentos» según lo que es prescrito en el Corán Capítulo XXIX, La Araña 46.

Además, la inspiración evangélica nos advierte contra la aparición del Mesías sionista falso llamado el Anticristo por San Juan:

«Habéis oído que iba a venir un Anticristo… ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo.» (1 Juan 2,18-22)

Sabemos que los judíos niegan que Jesús sea el Mesías, especialmente los sionistas.

Que concluimos de estas palabras evangélicas? Sacamos dos conclusiones:

  1. Muhammad, que reconoció a Jesús como el Mesías es inspirado por el Espíritu Santo y
    «es nacido de Dios».
  2. Todos los que niegan que Jesús es el Mesías, es decir, los judíos que le niegan y esperan otro Mesías, juntos forman la persona moral del Anticristo. En suma, el estado moderno de Israel encarna los poderes del Anticristo.

La inspiración evangélica revela que Jesús destruirá el mismo el Anticristo cuando este último va a aparecer. Según San Pablo, la venida del Mesías será precedido por la aparición del «Hombre impío», del «Enemigo», que el Mesías, Jesús, destruirá por el resplandor de su venida (2 Tesalonicenses 2,3 – 12) .La impiedad anunciada por San Pablo es el comportamiento impío y racista de los sionistas, Dios es universal, no racista. «El Hombre Impío», el «Hijo de la Perdición» y «el Enemigo», de que habla St. Pablo, es el hombre sionista, cuya conducta no agrada a Dios y le hace «enemigo de todos los hombres», como le explica Pablo (1 Tesalonicenses 2,15)

En el pasado, los judíos sionistas han trabajado en secreto bajo el Imperio Romano para establecer el Estado de Israel. Fueron impedidos por los romanos. Ahora, la aparición de ese Estado los permite de activarse de manera abierta y con más poder que antes para expandir su influencia. Hoy en día, este poder del anticristo está armado por aliados que pretender ser discípulos de Jesús. Aquí reside la seducción y la traición del fin de los tiempos predichos por el Evangelio (Mateo 24)

El Profeta Muhammad ha hablado en sus «Discusiones Nobles» de la aparición de esta fuerza de impiedad diciendo que el Anticristo escribirá sobre su frente, tres letras «K.F.R.» Estas letras en árabe forman la palabra «Kufr», que significa impiedad o blasfemia. Nota que esta fuerza maligna emanaba de los judíos. En La inspiración evangélica, encontramos estas mismas blasfemias inscritas en la cabeza de la «Bestia» apocalíptica:

  1. «Le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias» (Apocalipsis 13,5)
  2. «Y vi… una Bestia de color escarlata, cubierta de títulos blasfemos… y en su frente un nombre escrito – MISTERIO.» (Apocalipsis 17,1-5) Ver el texto: «La Llave del Apocalipsis»

El Profeta Muhammad confirmando San Pablo, también ha notado en sus «Nobles Discusiones» que, tras la aparición del Anticristo, Jesús y sus escogidos, se levantarán para lucharlo y destruirlo. Los Discípulos de Jesús hoy, de acuerdo a la intención de la inspiración y de las profecías divinas, no son los cristianos tradicionales que colaboran con Israel y la apoyan. Este apoyo culpable «cristiano» a Israel también fue profetizado porque según el evangelio, el Anticristo seductor seducirá a los falsos discípulos de Jesús (Mateo 24). Hoy, los verdaderos creyentes tienen sed de justicia, los que llevan el peso de la iniquidad sionista, resistiendo a Israel y al sionismo internacional.

De acuerdo con las profecías evangélicas y las del profeta Muhammad, el Estado de Israel desaparecerá para siempre. Su caída será el símbolo del fracaso del sionismo y de toda mentalidad materialista equivalente. A través de este evento, muchos se dan cuenta de que Jesús es verdaderamente el Mesías y que su reino es bien establecido para siempre en la tierra según el anuncio de los profetas.

La Virgen María

El Corán contiene los más bellos versículos sobre la Virgen María. Él pone la Madre del Mesías en la cumbre más alta de la santidad humana:

«Y cuando los ángeles dijeron: ¡María! Dios te ha escogido y purificado. Te ha escogido entre todas las mujeres del universo.» (Corán III; La Familia de Imran,42)

Este testimonio condena los judíos que, como le revela el Corán, han inventado en contra de María calumnias atroces (Corán IV, Mujeres,155) Dios en la inspiración coránica, certifica lo que ha inspirado en el Evangelio acerca de María:

«Bendita seas tú entre las mujeres.» (Luca 1,42)

El Corán también revela la pureza excepcional de María y su Concepción Inmaculada así que la de Jesús. En los dos versículos siguientes, la mujer de Imran, es decir, la madre de María (La Familia de Imran son los padres de María) ora diciendo:

«Cuando la mujer de Imran dijo: ¡Señor! Te ofrezco en voto, a Tu exclusivo servicio, lo que hay en mi seno. ¡Acéptamelo! Tú eres Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe Y cuando dio a luz a una hija, dijo: ¡Señor! Lo que he dado a luz es una hembra. Le he puesto por nombre María y la pongo bajo Tu protección contra el maldito Demonio, y también a su descendencia (Jesús).» (Corán III; La Familia de Imran,35-36)

Dios escuchó la oración de la madre de María y le concedió su deseo: María y Jesús estaban solos protegidos del diablo, como lo informa Muhammad en sus «Discusiones Nobles»:

«Ningún hombre no nace sin que el diablo le lo alcanza desde su nacimiento y él llora a causa de esta implicación satánica (tara del pecado original), al excepto de María y su hijo

Este versículo de «Discusiones Nobles» se reporta en la interpretación de «Jalalein» del versículo 35 de la sura de la Familia de Imran. Estas palabras, aceptadas por todo el mundo musulmán, son un reconocimiento de la Inmaculada Concepción de María.

Con estas palabras, el Profeta Muhammad nos enseña que todos los hombres, incluidos los profetas y el mismo, nacen con esta tara, con la excepción de la María Inmaculada y, por supuesto, de su Hijo, el Mesías.

La Mesa Celestial

El Corán nos dice que Dios hizo descender del Cielo una «Mesa» servida para alimentar a los apóstoles de Jesús. Este alimento celestial es un punto común entre la Biblia y el Corán, un punto ignorado por la gran mayoría de los creyentes. Es la comunión con el Cuerpo y la Sangre del Mesías, Mesa espiritual de Dios. De hecho, el Corán se refiere pedagógicamente, en una forma gráfica y condensada, a la última Cena de Pascua que Jesús compartió con sus Apóstoles y en la que Él instituyó la Cena espiritual por su Cuerpo y su Sangre. Este hecho se informó por el Corán sutilmente, respetando la ignorancia del mundo árabe del mensaje evangélico:

«Cuando dijeron los apóstoles: ¡Jesús, hijo de María! ¿Puede tu Señor hacer que nos baje del Cielo una Mesa (servid)?. Dijo: ¡Temed a Dios, si sois creyentes!. Dijeron: Queremos comer de ella. Así, nuestros corazones se tranquilizarán, sabremos que nos has hablado la verdad y podremos ser testigos de ella (testigos de la Mesa). Dijo Jesús, hijo de María: ¡Dios, Señor nuestro! Haz que nos baje del Cielo una Mesa (servida), que sea para nosotros, el primero como el último, motivo de regocijo y Signo venido de Ti. ¡Provéenos (nos alimenta) del sustento necesario, Tú, Que eres el Mejor de los proveedores!. Dijo Dios: Sí, voy a hacer que os baje. Pero, si uno de vosotros, después de eso, no cree, le castigaré como no he castigado a nadie en el mundo.» (Corán V; La Mesa Servida,112-115)

¿Qué es esta Mesa (servida) que descendió del Cielo? Es importante de conocer la verdadera naturaleza porque los Apóstoles se comprometieron a «ser testigos». Además, este testimonio debe durar hasta el último creyente en la Tierra, ya que Jesús reclama esta Mesa de Dios para que Ella sea «una fiesta para el primero y el último de nosotros.» Entonces Dios la envió amenazando los incrédulos con el más duro de los castigos.

Algunos intérpretes ven en esta Mesa un alimento material formado de pescados o carne. Ellos confunden entonces entre el milagro material de la multiplicación de los panes y los pescados operado por Jesús y reportado por el Evangelio (Juan 6), y el milagro de la Cena Espiritual, el de la Mesa espiritual «que baje del Cielo» como le precisa el Corán.

El Evangelio informa, en el capítulo 6 de San Juan, las palabras del Mesías sobre esta Cena espiritual de importancia vital. Dijo que «su carne y su sangre» eran un alimento y bebida espirituales que daban «la Vida Eterna» a los creyentes. Muchos de sus discípulos, escuchando estas palabras, las encontraron «muy fuertes» y se alejaron de Él (Juan 6,48-66). Hoy también muchos «creyentes» rechazan estas palabras y se preguntan «¿cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»(Juan 6,52)

Los judíos, después de siglos de preparaciones, no podían entender a Jesús. Muchos de los llamados Cristianos, hoy también, no entienden el significado profundo de sus palabras. ¿Cómo explicar entonces esta Cena Espiritual, esta Mesa servida, a los Árabes de la península Arábiga que ignoraban todo de la Biblia? Por tanto, el Corán tenía que presentar el mensaje bíblico por insinuaciones y parábolas para despertar para los árabes que aman la verdad, una curiosidad santa que conduce a la búsqueda del significado profundo de este mensaje en el Evangelio. Allí, encontrarán la plenitud de la luz sobre el misterio de la Mesa coránica que baja del Cielo. Como le hemos dicho, muchos encuentran este hecho difícil a creer, es un caso de «creer o no creer! De tomar o dejar!». A cada uno su responsabilidad.

Algunos intérpretes pretenden que esta Mesa servida no estaba todavía enviada por Dios. Eso no corresponde a las palabras coránicas: «Dios dijo: Yo La hago bajar sobre vosotros». Dios ya la ha hecho descender sobre los Apóstoles antes, amenazando los incrédulos de sufrimiento inigualado. Además, Jesús la pidió a Dios para que dan testimonio «el primero y el último» de los creyentes. Los primeros Apóstoles entonces habían participado. Debe seguir siendo hasta el fin de los tiempos, para que den testimonio los últimos creyentes en la Tierra.

El Mesías dio a los Apóstoles esta «Mesa servida» que baja del Cielo. Es este «Pan de vida que baja del Cielo» (Juan 6,32-36). Jesús dio este Pan del Cielo un año después de hablar de él. Esto ocurrió durante la última Cena de Pascua que tuvo con sus Apóstoles cuando, tomando el pan, les lo dio, diciendo:

«Tomad, comed, éste es mi Cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed de ella todos, porque ésta es mi Sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.» (Mateo 26,26-29)

Fue entonces que los Apóstoles y los creyentes después de ellos entendieron cómo el Mesías se da a ellos como comida y bebida. La Cena, la Mesa servida, que el Mesías viviente ofrece al «primero y al último» creyente es el Espíritu Santo. Este permanece en el corazón de los creyentes por este pan que comen y este Vino que beben y que contienen el Cuerpo, la Sangre y la Alma del Mesías eternamente vivo.

Esta Bebida celestial es ella que es mencionada en el Corán en el capítulo Los Defraudadores: los que beben de este vino raro son los puros, los elegidos de Dios, y los que rechazan de beber son los condenados. El Corán revela, en efecto:

«Sí, los justos estarán en delicia, en sofás, observando… Se reconocerá en sus rostros el brillo de la delicia. Se les dará de beber un vino generoso y sellado, con un dejo de almizcle -¡que lo codicien los codiciosos!-, mezclado con agua de Tansim, fuente de la que beberán los allegados. Los pecadores (ellos que rechazan de beber) se reían de los creyentes (en este vino sellado)…» (Corán LXXXIII; Los Defraudadores,22-29)

El Corán, que ofrece a los creyentes de una manera poética y armoniosa, este misterioso «Vino sellado», testifica a favor de las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan sobre el «pan sellado», la comida sellada por Dios, que baja del cielo, Jesús mismo el También, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello (sellado) (Juan 6,27). Este alimento celestial está en el Pan y el Vino que son generosamente servidos en la Mesa Celestial de Dios que baja continuamente del Cielo.

Recordamos lo que Jesús dijo en el capítulo de la Mesa (servida):

«¡Dios, Señor nuestro! Haz que nos baje del Cielo una Mesa (servida), que sea para nosotros, el primero como el último, motivo de regocijo y signo venido de Ti…» (Corán V; La Mesa Servida, 114)

Esto significa que la Mesa que se baja no era descendiente sólo para los Apóstoles; pero continúa descendiendo cada día, y en todo lugar, para ser un motivo de regocijo «por el primero y el ultimo», entonces para los creyentes de todos los lugares hasta el creyente ultimo, hasta el Día de la Resurrección y testificará eternamente ante Dios en favor de los que testificaron por ella en la Tierra.

La Mesa servida y este Vino divino sellado con almizcle que descienden del Cielo, tienen como objetivo separar la humanidad en dos: Por una parte los elegidos de Dios, los que se alimentan de esta Mesa, y por otra parte los condenados que rechazan de alimentarse de ella y que se burlan de los que creen.

Por último, debemos señalar un hecho de mayor importancia, que el Corán divino incita a los creyentes a entrar en competición a esta Bebida misteriosa que baja del Cielo (Corán LXXXIII, Los Defraudadores,26) Esta es totalmente diferente de las bebidas alcohólicas del mundo aquí abajo. Que todos los que rechazan este Vino divino, se arman de Sabiduría. Que aquellos que se burlan de los creyentes que se precipiten en «competición» se recobran antes de que sea muy tarde para ellos.

El Espíritu

El mundo islámico no tiene del «Espíritu», que una noción vaga. Esta palabra se usa con frecuencia en el Corán sin que su esencia sea clarificada. Los creyentes son por tanto inclinados a preguntarse lo que significa exactamente esta palabra. Nos encontramos en el capítulo XVII, El Viaje Nocturno, 85:

«Te preguntan por el espíritu. Di: El espíritu procede de la orden de mi Señor. Pero no habéis recibido (en el Corán) sino poca ciencia.» (Corán XVII; El Viaje Nocturno,85)

Es de acuerdo a una sabiduría divina que el Corán oculta a los musulmanes lo que es el Espíritu. Dios quería que Su Revelación coránica sea una puerta abierta y un pasaje hasta la Biblia, especialmente al Evangelio, como Él quiso que el Corán sea un testimonio que demuestra la verdad de la revelación bíblica, como se explicó antes.

En el Corán, la cuestión del Espíritu es similar a la de la «Mesa» que Dios ha hecho bajado del Cielo sobre los Apóstoles. El creyente no puede entender el significado que con el uso de la Biblia. De hecho, el Corán mismo incita al creyente a consultar la Biblia y la gente de la Biblia. Leemos en el capítulo «Jonás»:

«Si tienes (Muhammad) alguna duda acerca de lo que te hemos revelado, pregunta a quienes, antes de ti, ya leían la Escritura (Biblia). Te ha venido, de tu Señor, la Verdad. ¡No seas, pues, de los que dudan!» (Corán X; Jonás,94)

Así, el Corán parece un pasaje de la Biblia. Allí, los creyentes encuentran la iluminación de lo que ha sido parcialmente revelado en el Corán. Este último, de hecho, declara claramente que no ofrece a los árabes, ignorantes en el momento, que una parte de la ciencia solo, aunque «poco de ciencia», cuyo complemento está en la Biblia:

«Pero no habéis recibido (en el Corán) sino poca ciencia.» (Corán XVII; El Viaje Nocturno,85)

Aquellos que denigran la Biblia son parte de los «que tienen duda» (Corán X, Jonás,94). Pero el creyente que se quiere abierto a toda la Revelación divina encontrara en la Revelación bíblica la respuesta al significado de la palabra «Espíritu»: es el Espíritu Santo de Dios, Dios mismo que envió a su Espíritu eterno a los profetas desde Abraham y se encarnó después en el seno de la Virgen María como Dios le reveló en la Biblia y el Corán.

El Evangelio informa en efecto:

«…María respondió al ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.» (Luca 1,34-35)

Del mismo modo, leemos en el Corán:

«que el Mesías, Jesús, hijo de María, es solamente el Enviado de Dios y Su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un Espíritu que procede de Él!» (Corán IV; Las Mujeres,171)

Además, cuando los enviados del Profeta Muhammad se presentaron delante del Negus para explicarle las enseñanzas del Profeta, Jaafar Ibn Abi Taleb dijo que Jesús «es el Siervo de Dios, Su Enviado, su Espíritu y Su Palabra que se lanza en la Virgen María.»

Invitación a la reflexión

Este capítulo último invita al lector a reflexionar sobre dos puntos:

  1. La carta de invitación a la fe enviada por Muhammad al emperador Heraclio
  2. La recepción reservada por el Negus de Etiopía a los Musulmanes que vienen para ser refugiados en él después de su fuga de La Meca

La carta a Heraclio

Aquí está la traducción de la carta:

«En el nombre de Dios misericordioso. De Muhammad, el siervo de Dios, a Heraclio, el
Gran Rey de los bizantinos, hola a los que siguen la orientación buena. Ahora te invito a recibir el mensaje del Islam. Acepta el Islam, serás salvado y Dios te dará una doble recompensa. Si tu rechazas, la impiedad de los Arrianos estará en ti. Gente del Libro, venid, discutamos y seamos de acuerdo sobre el hecho que no adoramos que un solo Dios sin asociarle nada, y sin proclamar entre nosotros señores otros que Dios. Si aceptáis, decid: Testificad que nosotros somos musulmanes.»

Dos puntos nos interesan en esta carta:

La doble recompensa

El Profeta Muhammad asegura a Heraclio una «doble recompensa» de Dios, si él cree en su Mensaje. El Profeta repite aquí esta doble recompensa prometida por Dios a los cristianos que habían proclamado su fe en el Islam, diciendo:

«Antes de él (el Corán) nos habíamos sometido». Dios responde sobre esto en el Corán: «Recibirán doble remuneración.» (Corán XXVIII; El Relato,53-54)

La primera remuneración viene de su fe en el Mesías y el Evangelio, la segunda resulta de su fe en el Corán que testifica a favor de la Biblia y el Evangelio.

¿Cuál debe ser la actitud de los cristianos de hoy que creen en el Evangelio y en el Corán? De acuerdo con el Profeta Muhammad- y al contrario de la opinión de muchos musulmanes tradicionales –no deben renunciar a ninguna enseñanza evangélica, Muhammad pidiéndoles sólo de decir: «Somos musulmanes» (es decir, sometidos a Dios). Según la Sura del Relato, mencionada arriba, ellos ya estaban musulmanes, sometidos a Dios antes del Corán.

Cuando el Negus de Etiopía, junto con los patriarcas coptos, escuchó el mensaje musulmán, por primera vez, los patriarcas exclamaron: «Pero estas palabras vienen de la misma fuente que las palabras de nuestro Señor Jesús, el Mesías!»

Del mismo modo, el Corán testifica que el Islam pre-existía a la revelación coránica:

«Pero, cuando Jesús percibió su incredulidad (los Judíos), dijo: ¿Quiénes son mis auxiliares en la vía que lleva a Dios? Los Apóstoles dijeron: Nosotros somos los auxiliares de Dios. ¡Creemos en Dios! ¡Sé testigo de nuestra sumisión! (sometidos)» (Corán III; La Familia de Imran,52)

Y Dios dijo en un otro versículo:

«Y cuando inspiré a los Apóstoles: ‘¡Creed en Mí y en Mi Enviado!’ (Jesús) Dijeron: ‘¡Creemos! ¡Sé testigo de nuestra sumisión!’.» (Corán V; La Mesa Servida,111)

Entonces, en el concepto coránico, los Apóstoles de Jesús estaban ya musulmanes antes del Islam, y cualquier que cree que Jesús es el Mesías ya esta musulmán, «sometido» a Dios aceptando el Evangelio.

Después de la venida del profeta Muhammad confirmando el Evangelio, los que niegan Muhammad niegan el Evangelio y los que creen en Muhammad testifican con él la autenticidad del Evangelio y obtienen «doble salario». Del mismo modo, el musulmán que cree en el Corán y Muhammad, si se somete al Evangelio también- en su texto actual- testifica con el Corán. Pero si él niega el Evangelio, detiene de ser musulmán. Se transformó en un testigo falso del Evangelio y del Corán y la impiedad de los arrianos le alcanza.

La impiedad de los arrianos

El segundo punto digno de interés en esta carta es la mención de «la impiedad arriana», conocida en el Occidente bajo el nombre de «arrianismo». El arrianismo apareció en Alejandría en el siglo III después de Jesucristo. Un sacerdote cristiano llamado Arius negaba la divinidad del Mesías y tenía muchos discípulos conocidos bajo el nombre de Arrianos (debemos no confundirse con la raza aria). El Concilio de Nicea (Turquía), que tenía lugar en 325 AD, condenó el arrianismo. Esta herejía, muy conocida en la historia del cristianismo, persistió mucho después del Concilio de Nicea. Se extendió en el Oriente hasta el tiempo del Profeta Muhammad, e incluso después. Sus consecuencias maléficas todavía existen. Los Intérpretes musulmanes que todavía ignoran el significado verdadero del arrianismo, son incapaces de dar una explicación exacta, y desfiguran la intención de Muhammad.

Con el hecho de mencionar esta impiedad, Muhammad testifica de una sabiduría y de una inteligencia que golpean todo espíritu avisado. Porque el Profeta certifica entonces, de su medio árabe y desértico, que las decisiones del Concilio de Nicea, que condenan el arrianismo, están justificadas y que les apoya plenamente. Sin embargo, esta impiedad fue la negación de la divinidad de Jesús y de la Trinidad Divina. ¿No es esto un reconocimiento implícito por Muhammad para estas dos Verdades divinas?

El refugio de los musulmanes en Etiopía

Los primeros discípulos de Muhammad huyeron a Etiopía en dos grupos sucesivos. Cuando el primer grupo llegó a Etiopía, la tribu de Bani-Quraish de La Meca, un feroz enemigo de Muhammad, envió dos mensajeros, Amr Ibn El Ass-que más tarde se convirtió en un musulmán -y Abdullah Ibn-Abi-Rabiah, siguiéndolos con regalos preciosos a ofrecer al Negus «Ahmassa», reclamando la extradición de refugiados musulmanes. Les acusaron de ser mal-intencionados, de abandonar la religión de su pueblo y de oponerse a la religión del Negus. Habían, pretendieron, inventar una religión desconocida, contrariamente a la del Negus y de los árabes.

El Negus rechaza de entregar los refugiados antes de escucharlos. Uno de ellos, Jaafar Ibn Abi Taleb, así habló en presencia de Negus y de jefes religiosos etíopes:
«¡Oh, rey, éramos un pueblo ignorante que adoraba ídolos hasta que Dios nos envió uno de nosotros como Profeta que sabemos el origen, la honestidad y la fidelidad. Nos invitó a creer en el Único Dios y a adorarlo».
Negus respondió: «¿Puedes leernos un texto escrito por este hombre de la parte de Dios!»
Jaafar respondió: «Sí», y le recitó todo el capítulo coránico de María hasta el versículo donde Jesús dijo:

«La Paz sobre Mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida». (Corán XIX; María,33)

Cuando los patriarcas escucharon estos versículos, dijeron: «Pero estas palabras vienen de la misma fuente que las palabras de nuestro Señor Jesús, el Mesías.»
Y el Negus de confirmar eso diciendo a los dos mensajeros: «Las palabras de estas personas y las palabras de Moisés emanan de la misma fuente. Partid! En el Nombre de Dios, yo no vos dará estas personas.!»

Pero los dos mensajeros no renunciaron a su proyecto. Volvieron decir a Negus: «Los Musulmanes tienen palabras malas acerca de Jesús, Hijo de María. Envíales y pregúntales sobre este tema.» Cuando llegaron al Negus, Jaafar le respondió: «Nosotros decimos lo que nuestro Profeta nos enseñó: Jesús es el Siervo de Dios, Su Enviado, su Espíritu y su Palabra enviada a la Virgen María». Por tanto, estos musulmanes habían entendido que sólo Jesús era el Espíritu y la Palabra de Dios.

Cuando el Negus oyó esto, tomó un palo y dibujó una línea en el suelo, diciendo: «Entre su religión y la nuestra, no hay más de esta línea.»
Si el Negus había conocido Muhammad y había escuchado sus enseñanzas de su propia boca, y si los dos mensajeros de La Meca no habían envenenado la atmósfera, el Negus sin duda no habría dibujado esta línea entre los creyentes. El Profeta Muhammad nunca imaginó o quería una línea similar de separación. ¿No había sido él el profeta, inspirado a decirle a la gente de la Escritura:

«Nuestro Dios y vuestro Dios es Uno.» (Corán XXIX; La Arana,46)

¿Dónde es esta línea en la mentalidad de Muhammad? Simplemente no existe.

Ahora es el momento para todo creyente maduro en la fe, de ir más allá de las líneas y las barreras artificiales y rígidas en los siglos por el fanatismo humano. Ha llegado el momento para que el creyente encuentre y abrace a su hermano creyente.
No hay más judíos, no hay más cristianos, no hay más musulmanes. Todos somos Judíos, todos somos cristianos y todos somos Musulmanes, a condición, sin embargo, de ir más allá de la carta para abrazarnos en el Espíritu de Dios, después de descubrir su intención real en su revelación bíblica coránica. «Vamos a juzgar por nosotros de lo que es justo» como lo recomienda el Mesías (Luca 12,57). Esta es la «Vía Recta» del Corán (Corán I; Fatiha,6).

Tengamos el coraje de ser creyentes independientes!

Conclusión

¿Por qué he llamado a este libro «Mirada de fe sobre el Corán?»

La razón es simple: a los ojos de los hombres, yo soy cristiano, y en su opinión, un cristiano no cree en el Corán. Sin embargo, mi cristianismo es más fiel al Islam que le son muchos musulmanes. El Corán y su Profeta digno Muhammad testifican en mi favor y me conceden un doble salario.

El Corán y la Biblia no son el monopolio de nadie. El Corán es una inspiración divina dirigida a todos aquellos que aman la Vida espiritual y aspiran a sublimar sus pensamientos para sentarse con el Creador, en Su compañía y vivir eternamente de Su aliento y su Espíritu vivificantes.

Creo en Dios, Abraham, Jesús, el Mesías de Dios, y Muhammad, el Profeta de Dios. Yo soy un creyente independiente. Yo no soy ni judío ni cristiano ni musulmán. Y sin embargo, estoy a la vez judío, cristiano y musulmán. Porque creo que sólo hay dos comunidades: la comunidad de los creyentes benditos y la comunidad de fanáticos prohibidos, que pertenecen a todos los pueblos, naciones y religiones.

Así que concluyo mi testimonio por el versículo coránico luminoso de la Sura III; La Familia de Imran, 199:

«Hay entre la gente de la Escritura» – de que soy una parte – «quienes creen en Dios y en la Revelación hecha a vosotros (Corán) y a ellos (Biblia). Humildes ante Dios, no han malvendido los Signos de Dios. Esos tales tendrán su recompensa junto a su Señor.» (Corán III; La Familia de Imran,199)

Pierre (13.10.1984 / Revisado 23.02.2008)

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