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Culto y lugar de culto

A lo largo de los siglos, del paganismo al cristianismo, al judaísmo y el Islam, los hombres han inventado las religiones y los lugares de culto, pagodas, templos, iglesias, mezquitas, para adorar a la multiplicidad de dioses o el Dios Único. Los monoteístas adoptaron cultos paganos en su veneración al Dios Único: los judíos en el Templo de Jerusalén por los cultos de sacrificio a varios animales, incienso, etc…. y en las sinagogas por sus gestos rituales; los cristianos en las iglesias y los musulmanes en las mezquitas siguieron el ejemplo. Budistas, Hindúes, etc…. practicando su religión en todos sus lugares altos, pagodas, etc….
Cuando Dios se reveló al hombre, repitió muchas veces por los profetas que el culto único que es agradable a Dios es el amor, la sede de esta adoración es el corazón del hombre. Esto anula el material de culto y de varios lugares donde estaban y dónde están-todavía se practica. El hombre todavía no ha sido capaz de desprenderse del culto material ofrecido mediante los materiales de construcción. Y por eso, y por diversas razones, lo más importante es el prestigio y el dinero llevado a los líderes de diferentes credos. A ellos les gusta mantener a sus “seguidores” en un estado de sumisión y de ignorancia que los hace inmaduros y dependientes de distintas jerarquías religiosas.

Éstas son algunas intervenciones divinas por el Creador, que rechaza los lugares y las otras ofrendas de los cultos materiales, lo que indica que el único lugar de culto que le agrada es el corazón del hombre y su ofrenda es su amor:

1. Cuando David quería construir un templo a Dios, Dios envió al profeta Natán: “Ve y di á mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa (templo) en que yo more?… a quien haya mandado que apaciente mi pueblo de Israel ¿Por qué no me habéis edificado casa de cedros?…” (2 Samuel 7,4-13). Además, cuando este templo fue construido por Salomón, fue destruido dos veces.

2. Cuando Jesús vino, predijo la destrucción del templo de Jerusalén, a fin de construir el Templo Espiritual: “Destruid este templo (el templo de Jerusalén) y en tres días lo levantaré… Él hablaba del templo de su cuerpo” resucitado después de tres días (Juan 2:19-22).

3. La mujer samaritana que le dijo a Jesús: ” Nuestros padres adoraron en este monte (el monte Gerizin, en Samaria) y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar. Le dijo Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:20-24).

Estas palabras merecen una reflexión: “Mujer, créeme,” dijo Jesús. Debido a que es difícil creer en la adoración espiritual, aquella que no tiene lugar en Jerusalén ni en Roma ni en la Meca, etc…. Los “verdaderos adoradores” ofrecen este culto en sus corazones, estos son los “fieles como el Padre quiere” no los hombres. Jesús reveló esto, antes de 2000 años. Sus discípulos aún no habían comprendido el alcance de esta revelación y siguieron adorando a Dios por vestirse de púrpura y practicando un culto material en la ignorancia, permaneciendo en la ignorancia de las Escrituras Sagradas y las profecías bíblicas. Sin embargo, aquello es el fondo del culto en el espíritu requerido por Dios, un culto venerado por el conocimiento y amor que Dios ha revelado.
Aquellos que buscan instruir a sí mismos e instruir-con prudencia y discernimiento-los otros (sus hijos, sus familias, los que quieren escuchar) ofrecen al Todopoderoso un culto verdadero en espíritu y en verdad.

4. El profeta Miqueas (octavo siglo aC) ya había revelado que sólo el culto agradable a Dios es el culto espiritual que es el amor. Dijo, en efecto: ¿Con qué prevendré á Jehová, y adoraré al alto Dios? con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agrada Jehová de millares de carneros, ó de diez mil arroyos de aceite? ¿daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado qué sea lo bueno, y qué pida de ti Jehová: solamente hacer juicio, y amar (Dios) misericordia, y humillarte para andar con tu Dios. “(Miqueas 6,6-8). Dios también puso de manifiesto a través del profeta Oseas: “Porque misericordia quise, y no sacrificio; y conocimiento de Dios más que holocaustos. ” (Oseas 6:6).

5. El Creador habló de nuevo por el profeta Amós: “Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me darán buen olor vuestras asambleas. Y si me ofreciereis holocaustos y vuestros presentes, no los recibiré; ni miraré á los pacíficos de vuestros engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, que no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo.” (Amos 5,21-24).

6. Jeremías, después Miqueas vino a demostrar que Dios no impuso cultos de sacrificio: “Yo no dije nada prescrito a vuestros padres, cuando dejó la tierra de Egipto en relación con el Holocausto y la sacrificio. Pero he aquí la receta que he hecho ellos: Oye mi voz, entonces yo soy tu Dios, y vosotros seréis mi pueblo … pero no escuchar … que seguían los dictados de su corazón malvado … “(Jeremías 7, 21-28).

Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, Desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié á todos los profetas mis siervos, cada día madrugando y enviándolos: Mas no me oyeron ni inclinaron su oído; antes endurecieron su cerviz, é hicieron peor que sus padres. Tú pues les dirás todas estas palabras, mas no te oirán; aun los llamarás, y no te responderán. Les dirás por tanto: Esta es la gente que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni tomó corrección; perdióse la fe, y de la boca de ellos fue cortada.

¿De dónde vinieron, entonces, todos estos requisitos de la Ley (Torá) en los libros de Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio? Dios responde por Jeremías que no tenía nada que ver con ellos: “¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la Ley (Torá) de Jehová es con nosotros? Ciertamente, he aquí que en vano se cortó la pluma, por demás fueron los escribas.” (Jer. 8,8). Otra vez son los escribas bíblicos, y a continuación, los distintos líderes religiosos de todas las confesiones que imaginaron e impusieron los cultos y los requisitos para cumplir, en nombre de Dios, con su propio orgullo y sus intereses materiales. Y esto sigue hoy en día…

Jeremías revela también que Dios establecerá con sus verdaderos adoradores un nuevo pacto que se basa en el corazón humano: ” He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto… Daré mi ley en sus entrañas, y la escribiré en sus corazones no enseñará más ninguno á su prójimo, ni ninguno á su hermano, diciendo: Conoce á Jehová: porque todos me conocerán…”(Jeremías 31:31-34).

Este Nuevo Pacto fue establecido por el sacrificio de Cristo: ” Este vaso es el Nuevo Pacto en mi sangre…”, dijo (Lucas 22:20).
Así que la única religión aprobada por Dios es la del Nuevo Pacto. Ahora se practica libremente por los Creyentes Independiente en la intimidad de sus hogares y la sencillez como una vez hicieron los primeros discípulos de Cristo (Hechos 2:42-47).

Es por ello que Jesús, en nuestro tiempo apocalíptico, eligió: “un reino de sacerdotes “no tradicionales (Apocalipsis 1,6 y 5,10). Esta categoría de fieles se compone de los que escuchan a Jesús llamando a la puerta de sus corazones que las abren para Él a fin que él entre y comparte con ellos la Comida nupcial (Apocalipsis 3,20 / Lucas 12:35-37). Esta es la flor de las flores del culto, aprobado por el Padre.

7. Dios, en el Evangelio, nos invita a darnos cuenta de que el lugar de culto no es un edificio de hormigón y piedras en una ubicación geográfica, pero el corazón del creyente mismo:

“¿No sabéis que sois templo de Dios y el Espíritu de Dios mora en vosotros? … el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” (1 Corintios 3:16-17).

“¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo”. (2 Corintios 6,16).

“Sois… domésticos de Dios; Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; En el cual, compaginado todo el edificio, va creciendo para ser un templo santo en el Señor: En el cual vosotros también sois juntamente edificados, para morada de Dios en Espíritu.”(Efesios 2:19- 22).

8. Por lo tanto, el culto ofrecido a Dios es un acto espiritual. Es diferente por completo al culto: el sacrificio de animales, incienso, etc…. San Pablo rinde “Dios, al cual sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo” (Romanos 1:9).
Las Escrituras revelan una nueva era definida como “Cielo Nuevo, y una Tierra Nueva”, “Jerusalén Nueva, que descendía del Cielo” en la que “no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.” (Apocalipsis 21,1 y 21,22).

9. El Sagrado Corán, a su vez, llama a los verdaderos adoradores al culto en espíritu y a renunciar el sacrificio de animales a favor de la piedad. Hablando de sacrificio, leemos:

“Dios no se afecta ni por sus carnes ni por su sangre, pero le afecta su piedad” (Corán XXII, El Peregrinaje, 37).

En conclusión, el culto único requerido por Dios es la actitud del hombre: crecer en el conocimiento y el amor de Dios y del hombre. Él quiere que los adoradores no se compliquen en diferentes ritos. El único lugar de culto es el corazón del hombre que se expresa en la Mesa Divina de Jesús, en la intimidad
de sus hogares. La Biblia y el Corán nos invitan. (Véase el texto “Jesús restaura el sacerdocio”).

“Para ti”, Jesús recomienda:”Cuando oras, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora á tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público” (Mateo 6:6).

El escritor de estas líneas, así como los lectores que rinden culto espiritual al Padre Eterno en el templo de sus almas.

“Estos son los verdaderos adoradores, que el Padre busca” (Juan 4:23).

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