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Itinerario espiritual – En busca de la verdad

INTRODUCCIÓN

Este «ITINERARIO ESPIRITUAL» tiene como objetivo ayudar a aquellos que desean descubrir la Verdad, la Felicidad y la Paz Interior, la del alma; ayudar a usted, el lector, si realmente se preocupa por la Verdad.

Este Itinerario se divide en tres partes. Los dos primeros (el Preliminar y el de Conciencia) son una preparación para el propio Itinerario espiritual. No son indispensables, sino que se deben aconsejar según la disposición de cada uno:

  1. El PRELIMINAR es una preparación psicológica para el comienzo correcto hacia la meta. Antes de empezar, debes saber claramente qué es lo que quieres y si estás suficientemente motivado para alcanzar la Verdad.
  2. La CONCIENCIA te invita y te prepara para entrar en ti mismo para descubrirte a ti mismo, para tomar conciencia de tu estado de ánimo.
  3. El ITINERARIO ESPIRITUAL en sí mismo te coloca frente a lo sobrenatural y te abre el camino para que lo alcances libremente… si quieres.

PRIMERA VEZ – LOS PRELIMINARES

La Verdad y la Felicidad son inseparables: si estás en la Verdad, sólo debes ser feliz. Si no eres feliz en tu corazón, es porque no tienes dentro de ti la verdadera Luz que calienta y conforta el alma. Cuanta más verdad acumulamos, más felices somos. Sólo el conocimiento de la Verdad libera al hombre (leer Juan 8:32).

Antes de embarcarse en este camino de búsqueda, asegúrese de que está en buenas condiciones psicológicas y que ha llegado el momento de embarcarse en él. Responde a estas tres preguntas cuidadosamente:

  1. ¿En qué estado psicológico se encuentra?
    (feliz o infeliz por su situación financiera, su estatus social, su cultura, sus ideas filosóficas, el amor humano, etc.)
  2. ¿Cuál es su estado espiritual? ¿Y por qué?
    (creyente o no creyente por pensamientos heredados o inserción en una comunidad religiosa desde su nacimiento, por hábito, sujeto a las costumbres y prejuicios de su sociedad particular, etc.)
  3. ¿Está satisfecho con su estado o quiere evolucionar?
    Si no quieres sublimar tu existencia, este itinerario no es para ti. Pero si, por otro lado, tienes sed de descubrir la Verdad para poder evolucionar, tendrás que hacer un esfuerzo. Continúe leyendo este itinerario.

Fíjese bien en lo que sigue: si no ha elegido libre y personalmente su situación espiritual sobre una base sana y objetiva, y si no ha elegido sus propios pensamientos después de una investigación meticulosa y concienzuda, se verá sometido a prejuicios religiosos, racistas o de otro tipo y nunca florecerá. Arrojados por la ignorancia, serán presa fácil de la ansiedad y la agitación nerviosa, frutos inconscientes del conocimiento insuficiente e incierto o de la ignorancia total. Estos frutos dañinos han engendrado guerras religiosas, fanáticas y sangrientas, así como sectas perniciosas, a menudo con el suicidio como su ideal…

El resplandor del conocimiento vigoriza el alma humana. Por otro lado, la oscuridad de la ignorancia atrofia la vida interior; el alma sólo puede estar insatisfecha y avergonzada. Esto se manifestará externamente en agresividad e impaciencia o, por el contrario, en un estado de tristeza y depresión.

Al no estar seguro de sus creencias, se expondrá a la duda y no podrá tener confianza en sí mismo. Siempre en busca de lo «nuevo» que te tranquilice, sólo encontrarás decepción y acabarás desesperado por la verdadera felicidad o satisfaciéndote con la mediocridad.

Toma conciencia de esta triste nostalgia que a veces invade el alma; se mantiene por ignorancia. Debe definirse como «nostalgia de la felicidad», de una felicidad perdida… pero recuperable en sus propios términos. Se nos da tiempo para encontrarla de nuevo a través del conocimiento. Y el que busca, encuentra.

Descondicionamiento

Para liberarse de las garras dañinas de la ignorancia, debe ante todo descondicionarse, es decir, liberarse de una personalidad impuesta inconscientemente por su integración familiar y social. Olvida tu identidad familiar, tu rango social, desecha los recuerdos (buenos o malos) de un pasado que te marca en lo más profundo, haz borrón y cuenta nueva de los prejuicios que inculcan una falsa personalidad para encontrarte a ti mismo. Finalmente, comienza a buscar racional y lógicamente la Felicidad, el fruto de la Verdad. Eres capaz de conocer la Verdad, de discernirla, de liberarla de las mentiras.

Tienes una inteligencia. Úsalo.

Tienes un corazón. Sensibilizarlo.

Tienes una lógica. Saque sus propias conclusiones.

Mantén tu entusiasmo en alto. Ponga amor y alegría en ella. No permitas que las fuerzas negativas te paralicen con la pereza y el miedo a lo desconocido.

Levántate y da tus primeros pasos en tu reino interior. Le pertenece a usted. No te sientas alienado o asustado, de lo contrario los demás te quitarán el alma.

Con buena voluntad y perseverancia, alcanzarás la Gran Felicidad que te espera como un trofeo al final del camino, en la Montaña más alta de ti mismo.

Requisitos previos para el éxito

  1. Profundo deseo de conocer la Verdad: nadie puede dar nada a los que no tienen sed.
  2. Sinceridad: compromiso pleno y concienzudo de voluntad e inteligencia para descubrir la Verdad y conformarse a ella sin hipocresía y sin restricciones. Para ser de buena fe.
  3. Valor para romper, aunque sea gradualmente, con viejos hábitos, ideas, amistades y relaciones sociales que obstaculizan la evolución espiritual e impiden la liberación del alma.
  4. Debe asumirse que la Verdad es una y objetiva; un concepto y su opuesto no pueden ser ambos verdaderos. Cada uno no puede hacer su propia verdad subjetiva: el Sol existe o no existe para todos. También lo hace Dios.
  5. La libertad de elección, pero nosotros somos responsables de nuestra opción. Poder asumir esta responsabilidad con argumentos válidos significa haber alcanzado una madurez digna de confianza.

El principal escollo es hacernos una «verdad» subjetiva, ilusoria a nuestro propio tamaño, en lugar de cuestionarnos y esforzarnos por evolucionar para abrazar la única Verdad.

Conclusión

Después de reflexionar sobre este Preliminar, ¿estás listo para emprender la investigación con este espíritu, no por curiosidad, sino con la firme resolución de cambiarte a ti mismo para convertirte en otro tú? Saldrías enriquecido y madurado hasta el punto de no reconocer al anciano que fuiste una vez.

Si tu corazón dice «Sí», no lo decepciones. Responde a su llamada. Persevera y descubrirás el mundo de la Felicidad en el que tantos hombres ya no creen, y que, aunque no es de este mundo materialista, está sin embargo en este mundo, estando en ti. Depende de ti descubrirlo. No te dejes distraer por las vicisitudes de la vida diaria.

Una vieja leyenda hindú dice:

Hubo un tiempo en que todos los hombres eran dios es.
Pero abusaron tanto de su divinidad que Brahma, el maestro de los dioses, decidió quitarles su poder divino y esconderlo en un lugar donde les sería imposible encontrarlo. Así que el gran problema era encontrar un escondite para él.

Cuando los dioses menores fueron convocados a un consejo para resolver este problema, lo propusieron: «Enterremos la divinidad del hombre en la tierra». Pero Brahman respondió: “No, eso no es suficiente, porque el hombre cavará y lo encontrará.

Entonces los dioses respondieron: «En ese caso, arrojemos a la deidad a lo más profundo de los océanos». Pero Brahman respondió de nuevo: “No, porque tarde o temprano el hombre explorará las profundidades de todos los océanos y es seguro que un día lo encontrará y lo llevará a la superficie.

Entonces los dioses menores concluyeron: «No sabemos dónde esconderlo porque no parece haber ningún lugar en la tierra o en el mar al que el hombre no pueda llegar un día». Entonces Brahman dijo: “Esto es lo que haremos con la divinidad del hombre: la esconderemos en las profundidades de sí mismo, ya que es el único lugar donde nunca pensará en buscarla.

Desde entonces, concluye la leyenda, el hombre ha dado la vuelta a la tierra, ha explorado, trepado, buceado y cavado, en busca de algo que está dentro de él.

SEGUNDA ETAPA – CONCIENCIA

La conciencia es un programa de trabajo psicológico, un esfuerzo de introspección que le ayudará a descubrirse a sí mismo tal como es, a esforzarse por evolucionar hacia lo que debe ser. Es un «Itinerario Psicológico» complementario al Itinerario Espiritual. Le invito a que lo utilice a lo largo del camino, si lo considera necesario; es una medida de su estado de ánimo.

Sócrates dijo: «Hombre, conócete a ti mismo». Es una invitación a la conciencia. Aquí, en resumen, es un método de conciencia que le ayudará a explorar su mundo interior.

El ser humano consta de tres niveles vitales complementarios:

  1. Corporal: físico, material… Este es el cuerpo.
  2. Psicológico: relacionado con el aspecto intelectual y emocional. Es el alma.
  3. Espiritual: relacionado con lo sobrenatural. Es el espíritu.

Los dos últimos aspectos son materialmente elusivos, pero están íntimamente relacionados con el cuerpo. La perfecta armonía debe reinar entre estos tres niveles. Cualquier desequilibrio perturba la personalidad humana. Insistir en un plano y descuidar los demás perturba nuestro ser. Debemos tener en cuenta la jerarquía que existe entre estos tres niveles: el más importante es el espiritual, seguido del psicológico y finalmente el corpóreo. Esta última parte de nosotros mismos – el cuerpo – es ciertamente importante. Es la parte tangible de nuestra persona y puede cubrir el resto de nuestra personalidad. Siendo el más agarrable, el más inmediato, el cuerpo corre el riesgo de eclipsar al resto, como vemos a menudo. Pero el cuerpo debe servir como instrumento para descubrir nuestras otras dos dimensiones invisibles. Son de una importancia vital mucho mayor. Por eso debemos tener cuidado de hacer del cuerpo un instrumento de descubrimiento disciplinándolo, instruyéndolo y guiándolo sabiamente desde el interior, donde está el asiento del alma y del espíritu.

El único obstáculo para el hombre, su único enemigo, es él mismo.

La conciencia significa conocerse a sí mismo. Debemos aplicarnos a la introspección de las profundidades de nuestro ser: descubrir nuestra alma y espíritu.

Esto es a la vez fácil y difícil:

  • Es fácil porque no requiere otros medios que nosotros mismos, ni otros instrumentos que la vigilancia y la determinación de transformarnos, cueste lo que cueste, para lograr la armonía interior.
  • Es difícil debido a los obstáculos (conscientes o inconscientes) como la suavidad psicológica, el miedo o la negativa a descubrirse tal como somos, el apego al materialismo y a los placeres mundanos. Se necesita un gran coraje moral para admitir las propias faltas y querer liberarse de ellas.

Un buen método para lograr el autoconocimiento es aplicar los siguientes tres puntos:

  1. Una evaluación de la personalidad,
  2. El descubrimiento de nuestros complejos,
  3. La Calma.

La evaluación de la personalidad

Es un ejercicio para registrar nuestro punto de partida, nuestros progresos o nuestros retrocesos. Esta evaluación mantiene en nosotros una dinámica de evolución de la que depende nuestra transformación. La clave de nuestra transformación es el descubrimiento del estado de nuestra alma, nuestras cualidades y nuestros defectos, de los cuales los siguientes son ejemplos:

  • Cualidades: coraje moral, deseo de mejorar, confianza en sí mismo, paciencia, tenacidad y perseverancia, gentileza, amor, altruismo, sociabilidad, alegría, optimismo, etc…
  • Faltas: indiferencia, orgullo, vanidad, sensualidad, sensibilidad, celos y envidia, egoísmo, intolerancia, fanatismo, avaricia, falta de apertura, etc…

El descubrimiento de nuestro estado mental es indispensable, es el primer paso hacia la evolución. De ello depende el remedio que se aplique. No debemos entrar en pánico cuando descubrimos nuestros defectos, sino considerar con calma este estado del que queremos y podemos evolucionar, si nos sentimos preocupados.

El siguiente paso es situarse en relación con el estado ideal a alcanzar en los tres niveles vitales de la personalidad humana, de los que a continuación se presenta un esquema:

  1. El nivel corporal concierne a la vida física: vitalidad, salud, robustez, buenos reflejos, etc… En el plano de la alimentación, hay que cuidar la calidad y la cantidad de los alimentos para evitar la sobrecarga y el sobrepeso, que son causas de enfermedad. Debemos cuidar el cuerpo a través del ejercicio físico: un cuerpo sano, una mente sana.
  2. El nivel psicológico se refiere a la vida intelectual y afectiva del alma:

    – El intelecto incluye el dominio de la inteligencia, el poder de atención y concentración, la memoria, la imaginación etc….
    – La vida afectiva se relaciona con el amor. El amor a sí mismo y a los demás debe ser equilibrado. Una sociabilidad prudente y selectiva – de acuerdo con las cualidades morales de los demás – apoya nuestra evolución (Lea Eclesiástico 12).

  3. El nivel espiritual concierne a nuestro espíritu y está relacionado con lo sobrenatural. Es este nivel el que gobierna toda nuestra personalidad. Si estamos bien iluminados a este nivel, la felicidad se desborda en todo nuestro ser. Por eso este nivel es, con mucho, el más importante. Necesitamos detectarlo para darle la plenitud de la Verdad. Este es el objetivo de nuestra investigación.

Habiendo tomado conciencia de nuestras faltas, debemos aplicar a cada una de ellas la virtud opuesta: a la indiferencia, interés y motivación; al orgullo, modestia y humildad; a la suavidad, esfuerzo; a la vanidad, renuncia; a la avaricia, generosidad; al fanatismo, tolerancia etc…. Para ser feliz tienes que pagar el precio y para curarte tienes que cambiar. Es inútil criticar a los demás, tratar de perfeccionarlos, querer cambiar el mundo sin cambiarse a sí mismo. Las grandes revoluciones comienzan dentro de nosotros y por nosotros. Es evolucionando nosotros mismos que conseguiremos criar a los demás.

El descubrimiento de nuestros complejos

Muchos se rinden en el camino debido a ciertas lágrimas internas desalentadoras, sentimientos que confunden la mente. Estos son los complejos.

Ciertos hechos de la vida a veces nos marcan desde nuestra infancia. Después de un choque emocional o de otro tipo, sus efectos permanecen enterrados en nuestra memoria, produciendo poderosos sentimientos negativos (de inferioridad, superioridad, agresividad, culpa, etc.). Dirigen sin saberlo algunas de nuestras acciones, estando al acecho en un área de la mente subconsciente de nuestra alma.

Sentirse inferior no siempre significa un valor moral disminuido. Hay que buscar las causas de este sentimiento: defecto físico, falta de emociones, drama familiar, falta de cultura, pobreza, etc… Por otro lado, uno puede sentirse superior sin serlo. Estos complejos causan molestias a nivel subconsciente. Nuestro trabajo será detectar estos complejos, tomar conciencia de ellos para curarlos. Esta es la «Conciencia». ¡Pero primero debemos tener el valor de admitir lo que somos! A veces necesitarás ayuda amistosa o profesional (psicólogo, etc…), no siempre fácil de encontrar.

Debemos ser capaces de discernir la verdadera fuente de la incomodidad que nos perturba: ¿se debe a nuestros complejos o al maltrato de los demás? No debemos subestimar el efecto que el comportamiento de los demás tiene sobre nosotros. El sistema de las sociedades modernas no es tierno. Por lo tanto, debemos protegernos y defendernos para poder vivir… o a veces sobrevivir y aprender a adaptarnos a diferentes situaciones.

Esto requiere una observación objetiva de nuestro propio comportamiento hacia los demás. Todos tendemos a proyectar sentimientos negativos o positivos sobre nosotros mismos en los demás: «Juzgamos a los demás según nosotros mismos», sin dar un paso atrás y sin discernimiento.
Ejemplo: la persona agresiva ve a los demás agresivamente y se queja de ellos. Por el contrario, el hombre honesto cree que todos son inocentes y se sorprende de ser robado por alguien que considera honesto. Esto puede llevar a una gran decepción, especialmente en el área emocional donde el corazón está involucrado.

Calma

Uno debe trabajar en sí mismo con calma y paciencia para superar los defectos. ¡Acéptese como es! Si no somos capaces de aceptarnos a nosotros mismos, de reconciliarnos con nosotros mismos, ¿cómo podemos esperar que los demás nos acepten y nos apoyen?

La cultura de la calma nos protege de los ataques externos. De esta manera, progresamos gradualmente hacia el autocontrol. El que logra controlarse, controla las situaciones más críticas, puede calmar la violencia, calmar el atrevimiento y hacer las desviaciones más favorables para la paz interior y la armonía social.

La calma interior es promovida por la relajación del cuerpo y la mente, así como por la respiración controlada que se enseña en las clases de Yoga.

Los efectos de la calma:

  • Facilita el funcionamiento normal del sistema nervioso.
  • Aumenta la eficiencia del esfuerzo, al tiempo que reduce la fatiga.
  • Supera la impaciencia y la tendencia a la ira.
  • Fomenta la reflexión y mejores decisiones.
  • Refuerza la confianza en sí mismo y la confianza en sí mismo.
  • Atrae la confianza de los demás.
  • Es un arma poderosa para enfrentar la adversidad con más posibilidades de triunfo.

Consejos prácticos

Esta simple evaluación puede hacerse por escrito en un cuaderno personal. Obsérvese con objetividad y sinceridad, obteniendo ayuda, si es posible, de alguien con más experiencia.
La perseverancia transformará nuestra vida personal, interior, familiar, comunitaria y profesional con gran alegría y amor.

Este proceso proporciona resultados progresivos pero siempre seguros y efectivos. Se nos da tiempo para esto. No debemos ser impacientes y apresurarnos para lograr resultados satisfactorios rápidamente. Al hacerlo, nos arriesgamos a perderlo todo. El crecimiento normal debe tomar el tiempo necesario para alcanzar una madurez saludable. Un hombre no puede llegar a los cuarenta años sin pasar por los treinta.

La Providencia nos ayudará en la medida de nuestra fe y perseverancia.

La fe es el antídoto para el miedo.
Con el miedo, uno espera lo peor; con la fe, uno espera lo mejor.
Debemos tener confianza en nosotros mismos y en la ayuda del Creador.

Meditación

Medita profundamente en los siguientes pensamientos:

El maestro Eckhart (dominico alemán del siglo XIV) dice:

«…no está fuera de ti, sino dentro, todo dentro…»

El psicoanalista Jung solía decir:

«Hay que observar pacientemente lo que sucede silenciosamente en el alma, porque cada hombre tiene, por su naturaleza, en su propia alma, algo que puede crecer».

Jung continúa diciendo:

«El alma tiene naturalmente una función religiosa… La principal tarea de toda educación de adultos es llevar el arquetipo de la imagen divina, o sus emanaciones y efectos, a la conciencia».

Finalmente, recordemos las palabras de Sócrates: «El hombre se conoce a sí mismo». Pero esto no es suficiente, ya que uno sólo puede conocerse a sí mismo en relación con la única y objetiva Verdad. Es necesario decir: «Hombre, conoce la Verdad y te conocerás a ti mismo». Esto es lo que dijo Jesús: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). La verdad sólo nos hace libres si la aceptamos.

TERCERA VEZ – EL VIAJE ESPIRITUAL

Esta ruta está en cuatro etapas:

  1. Dios: ¿Existe?
  2. Las religiones: ¿son todas iguales?
  3. La opción: Revelación Divina, la Biblia (Curso Bíblico)
  4. Felicidad: Vivir en la verdad descubierta

Pasaremos por estos pasos, uno por uno, metódicamente.

Hay poco que decir sobre la etapa de la Felicidad: es la culminación del Itinerario, el final feliz que se quiere alcanzar. Allí encontrará descanso después de su cansancio y podrá hablar de ello mejor que yo. Así que sólo estudiaremos las tres primeras etapas.

Ármate de paciencia, moviliza tu atención y tu poder de concentración, para que tu cosecha sea abundante.

Primer paso – Dios

¿Existe un Dios?

La primera cuestión a resolver es la de Dios: ¿existe o no? Es a partir de ahí que el camino se divide en dos: el de los creyentes y el de los ateos. Propongo responder a diez preguntas de manera inteligente para hacer estos descubrimientos personalmente.

Antes de pensar en estas preguntas, es importante dar un paso atrás para asegurarse de que la respuesta es realmente suya, emanada libremente de una investigación y lógica personal, sin influencias externas (de la religión, la familia, los prejuicios, los intereses materiales, etc…).

Para lograrlo, ya debe haber hecho el esfuerzo de liberación, de descondicionamiento del que le hablé en el Preliminar.

Date tiempo para pensar. Nunca use la falta de tiempo como excusa; siempre podemos encontrar el tiempo y los medios para hacer lo que queremos. Se nos da tiempo para buscar la Verdad. No lo desperdiciemos en otro lugar (abuso de la televisión, juegos deportivos, juegos de cartas, alcohol, etc…). Démosle a las actividades importantes el primer lugar.

Colóquese en una atmósfera que propicie la reflexión. Sola, en un lugar tranquilo, preferiblemente en un entorno natural, imagina que acabas de nacer. Así que no tienes identidad familiar o integración social. Olvida tu nombre y descúbrete a ti mismo. Aquí estás en este silencio, completamente solo, rodeado de árboles que se mecen con el viento, oyes el murmullo de las hojas y el gorjeo de los pájaros. Estás solo en el mundo. Te vuelves pacíficamente consciente de tu cuerpo, de tu persona. Simplemente existes.

Responda a las diez preguntas que propongo a continuación. Tómese todo el tiempo que necesite para contestarles cuidadosamente. Puedes tener la respuesta lista o puedes esperar mucho tiempo antes de responder a una pregunta y disipar todas las dudas sobre ella. No importa cuánto tiempo te tomes; está bien empleado.
Es importante no retractarse, no retroceder después de descubrir la verdad sobre un tema en particular. Nunca renuncie a una luz de entrevista por ventajas materiales o bajo presión de prejuicios. Algunas personas pueden criticarte y desanimarte. Pero tú, ¡espera! Finge que sólo escuchas a tu corazón y a tu mente; no abandones tu propia lógica. Es importante que se sienta seguro de que está respondiendo libremente, que utilice su propia inteligencia para concluir después de una cuidadosa consideración, como lo haría un sabio detective ante una situación compleja.
Aquí están las preguntas; tómese la molestia de responderlas honestamente aunque piense que son ingenuas:

¿Cree en la existencia de Dios? ¿Por qué crees en la existencia de Dios?

Esta es la primera pregunta que me viene a la mente; de ella fluyen los resultados de nuestra investigación.

Empieza, si te conviene, sin usar siquiera la palabra «Dios» y, en tu propio idioma, dale un nombre a esta «Ola Sobrenatural»: Fuerza, Energía, Perfección, Belleza, Amor, Azar, Fuego, Luz… etc… Especialmente porque, etimológicamente, «Dios» deriva de «Zeus» (el dios supremo de la antigua mitología griega). Este nombre se tradujo «Deus» en latín, luego dado por los primeros cristianos romanos al Creador, se convirtió en «Dios» en francés.

Así que recordemos, si quieres, este nombre por conveniencia. ¿Crees en Dios? ¿Lo haces o no lo haces? ¿Cuáles son las razones de su respuesta? Debe concluirse con una mente deductiva e inteligente. Por ejemplo: un policía entra en una habitación, ve un cadáver ensangrentado en el suelo y el desorden por toda la habitación. ¿Cuál debería ser su conclusión? Otro ejemplo: crees que eres el único con llave de tu habitación. Sales de ella cerrando la puerta. Vuelves a encontrar un reloj de pulsera en tu mesa. ¿Cuál es la conclusión inteligente? ¿Una «oportunidad»? ¿O alguien más tiene la llave de tu habitación? Es seguro que «alguien» ha entrado. Sólo un policía idiota no vería un crimen en el primer caso y no entendería que «alguien más» tiene la llave de su habitación. Es con esta misma inteligencia elemental con la que se debe concluir sobre la existencia de Dios, a partir de la existencia del mundo y del cosmos.

Existe un universo material. ¿De dónde viene? La mayoría de los creyentes basan su conclusión en la creación y su admirable armonía, volviendo al Creador. Este fue el caso, por ejemplo, de Voltaire y Einstein, el decano de la ciencia moderna.

Voltaire dijo:

«No puedo creer que el reloj (la creación) exista sin el relojero (Dios).»

Einstein lo dijo de esta manera:

«La emoción más bella y profunda que podemos experimentar es la sensación de lo místico (es decir, lo espiritual que no cae bajo los sentidos). Es la semilla de toda la verdadera ciencia. Aquel para quien esta emoción es extraña, que ya no es capaz de asombrarse, es ahora sólo un hombre muerto.
Saber que lo que nos es impenetrable existe realmente se manifiesta como la más alta Sabiduría y la más radiante Belleza que nuestras obtusas facultades sólo pueden comprender en sus formas más primitivas. Este conocimiento, este sentimiento está en el centro de la verdadera religiosidad. La experiencia religiosa cósmica es el estimulante más fuerte y noble de la investigación científica.»

«Mi religión consiste en una humilde admiración del Espíritu Superior Ilimitable que se revela en los más pequeños detalles, perceptibles por nuestra frágil y débil inteligencia. Esta profunda y conmovedora convicción de la presencia de un Poder Racional Superior, revelado a través del incomprensible universo, forma mi idea de Dios.» («Filosofías vivas», 1931 y «Los científicos nos hablan de Dios», de René Courtois, Ed. Foyer Notre Dame, Bruselas)

He citado estos dos ejemplos -entre tantos otros- de una conclusión científica y lógica para ayudar a concluir inteligentemente la verdadera causa del universo. Medita bien en ellos.

Los ateos, por su parte, se basan, entre otras cosas, en la existencia del mal en el mundo para concluir que Dios no existe. Este argumento no es válido, porque el Mal no es un ente en sí mismo; se concibe sólo en relación con el Bien: el Mal es un Bien que se destruye, se amputa (crimen, robo, enfermedad física o mental, etc.). Así, uno discierne el odio sólo porque conoce el amor, y reconoce la enfermedad sólo en relación con la buena salud. Descubrirás más tarde que el mal no puede tener su fuente en Dios, que es el Bien perfecto. También comprenderá que el mal fue introducido en el mundo por el hombre mismo.

Otros afirman que el desorden social, las guerras religiosas y las teorías de la evolución son la prueba de que Dios no existe. Sin embargo, este desorden y las guerras se deben a la mala gestión y la mala fe del hombre, no a la inexistencia de Dios. En cuanto a la evolución, revelaría no sólo una cierta organización de la Creación, sino al Programador de esta evolución: Dios. Por otro lado, no hay ninguna prueba racional de la inexistencia de Dios.

Pregunta: ¿Puede un reloj, un coche, una comida hacerse por casualidad? Del mismo modo, ¿puede una creación organizada y meticulosa ser producto del azar? Depende de ti responder inteligentemente ¿Cuál sería esta oportunidad? ¿Y de dónde viene? Entonces, llamemos a Dios «Chance»…

Si en este momento cree que Dios no existe, ya no podemos ayudarle en su búsqueda. Aquí nuestros caminos espirituales se separan, pero nuestra hermandad humana debe permanecer para construir juntos armoniosamente nuestra ciudad terrenal y nuestra sociedad, aceptando ser diferentes, pero respetando nuestras respectivas convicciones.

Si, por el contrario, concluyes que Dios existe, podemos continuar nuestra búsqueda juntos para conocerlo mejor, convencidos, nosotros también, de su existencia. Así que pasa a la segunda pregunta.

¿Es personal o impersonal?

Cada ser inteligente, consciente y responsable es personal; el hombre, por ejemplo. Por otro lado, la materia, los animales y las plantas no lo son. Los animales están dotados de un instinto que todavía no es inteligencia. Las abejas, por ejemplo, construyen sus colmenas en forma hexagonal, no por inteligencia, sino por instinto. Están, por así decirlo, «programados» y no pueden hacer otra cosa, ni pueden «superarse» a sí mismos para hacerlo mejor. Siempre será así para ellos. Son incapaces de inventar una máquina para recoger flores en su lugar. Además, no se pone a un perro en prisión por morder a un hombre; el animal no puede ser considerado responsable de sus acciones porque no es una persona. Y de nuevo, nunca verás a un grupo de burros organizando una manifestación pública para exigir el derecho a una carga máxima para ser transportada y un número limitado de horas de trabajo. Este tipo de actividad es una cuestión de inteligencia.

Creer en un Dios Personal es creer que Él es la suprema Inteligencia, Conocimiento, Amor, Conciencia y Responsabilidad. (Releer el texto de Einstein citado anteriormente)

¿Está vivo o inerte?

¿Cree usted que Dios está vivo, activo y productivo, o inerte y congelado como lo están los neutrones y los protones, sin actividad intelectual y emocional?

El ser que es activo y productivo está vivo. Creemos que hay en Dios una intensidad infinita de vida, conocimiento total, inteligencia perfecta y amor. Conoce y ama perfectamente su ser y su creación, producto de su amor libre.

¿Es materia o espíritu?

La materia cae bajo los sentidos. Es detectable por instrumentos de precisión. En el pasado, los hombres han adorado al sol, a la luna y a los ídolos, pensando que Dios era materia. Creemos que Dios es el « Espíritu Superior Ilimitado» (Einstein). Este Espíritu sólo puede ser captado por la mente del hombre, en la intimidad de su conciencia iluminada por la inteligencia y el amor a la Verdad.

¿Hay un vínculo directo entre Él y nosotros?

Creemos que hay un vínculo entre el Creador y Su criatura; es un vínculo de Causa (Dios) para efectuar (nosotros, Su creación).

¿Este vínculo está establecido en ti, o está roto? Tu comprensión te responderá.

Si este vínculo se rompe en usted, ¿le gustaría restablecerlo?

¿Podemos ponernos en contacto con él? ¿Cómo podemos ponernos en contacto con él?

Este contacto es posible y sólo puede ser un ser espiritual entre espíritus. En la «Conciencia», viste que el hombre es cuerpo, alma y espíritu.

Algunos llaman a este contacto «oración»; es un simple «diálogo» con Dios. Debemos liberarnos de los cultos y las actitudes temerosas impuestas por algunos líderes religiosos. Estos cultos están inspirados en el paganismo. Dios es un Padre tierno que desea hablar a sus hijos sin fingir, pero con respeto.

Si no anhelas reconectarte con Dios, no sucederá.

¿Puede ayudarte en tu búsqueda?

Si le creéis todopoderoso y sabio, llegaréis a la conclusión de que es capaz, incluso dispuesto, de ayudaros iluminándoos, pues ama a su criatura: os ama ardientemente.

¿Estás listo para pedirle ayuda?

Algunos prefieren buscar a Dios solo, sin la ayuda de Dios.

Nosotros, por nuestra parte, estamos convencidos de que nadie puede descubrir y entender a Dios solo. La ciencia humana ya nos sobrepasa, y recurrimos a varios institutos científicos y profesores para entender una pequeña parte de la creación, especialmente cuando se trata del Creador. Se necesita cierta humildad para recurrir a Dios para conocerlo, porque Él, y sólo Él, puede revelarse a los que le aman. Ya es muy difícil para nosotros entender a los hombres. Por lo tanto, si Dios no se revela, no podemos conocerlo ni entenderlo.

Contacta con él con todo tu corazón y dile: «Ayúdame, te lo ruego, a conocerte y amarte». Descubrirás que es sensible al amor, a la ternura y a la humildad, como muchos otros.

¿Es silencioso, oculto y escurridizo, o se revela a sí mismo?

Dios se expresa no sólo en sí mismo, sino también a los que le buscan. No puede ser indiferente al hombre que ha creado. Estamos convencidos de que Dios anhela contactar con el hombre y anhela restablecer el vínculo roto por el hombre en el curso de la historia. Siendo un Dios personal, por lo tanto inteligente y amoroso, se revela a aquellos que lo buscan apasionadamente y desean contactarlo.

¿Se ha revelado en la historia?

Esto es lo que nos interesa. Queremos saber si Dios se ha revelado a la humanidad. En los muchos caminos espirituales que tenemos ante nosotros, es en el camino de la Revelación divina, donde Dios mismo se ha revelado a la humanidad, donde queremos ir.

Sin esta revelación, no habríamos entendido el verdadero carácter de Dios, ni cómo se comporta con los hombres. Fueron los profetas quienes, hablando en nombre de Dios, nos enseñaron que Él es «bueno y compasivo», que habita en los corazones de los creyentes, a diferencia de los dioses despóticos de varias mitologías, exteriores, distantes y vagos, con exigencias inhumanas, y a los que se ofrecían sacrificios de animales, hombres y niños.

Aquí termina la primera etapa de este itinerario. Salimos de ello creyendo en un Dios personal revelador. Estamos, en este punto, en la encrucijada de las muchas religiones que se nos presentan en el mundo. ¿Cuál elegir? Primero debemos conocerlos. Pasemos ahora a la segunda etapa: «Religiones».

Segunda etapa – Religiones

Habiendo pasado la etapa de la existencia de Dios, pasemos a la etapa de las religiones.
Hay una multitud de caminos religiosos en el mundo. Para poder elegir uno de ellos, uno debe conocerlos. Se dividen en dos grupos: religiones filosóficas y religiones reveladas.

Las «religiones» filosóficas

No son realmente religiones, sino ensayo y error individual, búsqueda humana de la paz del alma. Se deben a fundadores con almas nobles, como Krishna, Confucio y Buda, que fueron impulsados por un ardiente deseo de purificar sus almas a través del desapego de lo material. Establecieron una moral respetuosa con los hombres, renunciando a lo superfluo. Los ritos de purificación (bautismo, abluciones, incienso, himnos, etc.) se supone que elevan el alma a zonas tranquilas.

Ciertas prácticas conducen al recuerdo y a la meditación. Las disciplinas físicas dominan la agitación del cuerpo, especialmente la respiración. Estas prácticas, que se encuentran en el yoga, son excelentes y pueden ser practicadas sin adoptar sus creencias, como la reencarnación, la veneración de ciertos animales considerados sagrados (la vaca blanca, los monos, etc…). Estas enseñanzas son suposiciones humanas. No hay ninguna revelación o prescripción divina en estas corrientes filosóficas, ni siquiera se menciona al único Dios, de sus cualidades (bueno, misericordioso, justo, etc…), ni de un plan divino para salvar al hombre como en las religiones reveladas. Hay una abundante literatura sobre este tema. Presentaré brevemente aquí las corrientes filosóficas más importantes.

Budismo

Fundada por Gautama en el siglo VI a.C. en las laderas del Himalaya en la India. A la edad de 28 años, Gautama dejó a su esposa e hijos en busca de la Verdad. Asistió a las innumerables escuelas de sabiduría sin poder encontrar la Verdad que sentía dentro de sí mismo. Después de años de vagar, se sentó un día a meditar bajo una higuera y estaba, como encantado, extasiado, inundado de conocimiento, sabiendo lo que tenía que hacer. Ese día se convirtió en el «Buda», es decir, el «Iluminado» o «el Sabio», el que está despierto. Comprendió que no debía apegarse a la materia, ni al placer mundano. En un instante, vislumbró la vanidad de las preocupaciones estrictamente materiales. Quería transmitir este «conocimiento», esta «Luz» («Budismo») a otros.

En resumen, para Buda, el mundo de los sentidos es ilusorio. Sólo nuestro deseo puede unirnos a él… y perdernos. De este apego a la tierra viene el dolor. La reencarnación es un castigo que pretende purificarnos y enseñarnos a liberarnos de la fascinación de la materia. Pero el círculo de reencarnaciones puede ser interrumpido por el desapego, la renuncia al deseo. Habiendo renunciado al deseo, se percibe entonces la ilusión y la vanidad de lo sensual: se está iluminado. Así se puede llegar al «Nirvana», que corresponde a la tranquilidad de la conciencia liberada de las cadenas de los placeres corporales.

Buda no distinguía entre los placeres corporales legítimos y los placeres ilegítimos perjudiciales que, al ser irregulares y desequilibrados, obstruyen la vida del alma e impiden el disfrute espiritual. Además, Buda no había vislumbrado esas delicias espirituales que consisten en el inmenso gozo de descubrir y vivir la verdad. Su Nirvana se limitaba a obtener un alma intacta, una conciencia limpia. Pero si hay que renunciar al deseo de las vanidades, hay que reavivar el deseo de lo bueno y desear, con entusiasmo, descubrir todo lo que puede sublimar el alma. Este sentimiento, el deseo, es una poderosa fuerza motriz; es parte de la naturaleza humana y no debe ser reprimido. Sin el deseo entusiasta de encontrar la vida real, no se puede ni florecer ni hacer nada bueno; la vida terrenal sería insípida y se convertiría en un insoportable sinsentido.

Más que una filosofía, el budismo es un sistema de ética, una forma correcta de vivir que tiene ocho pautas: ideas correctas, intenciones correctas, discurso correcto, acción correcta, vida correcta, esfuerzo correcto, atención correcta y meditación correcta. Esto constituye para el budista el «Noble Camino de la Liberación». Buda nunca afirmó que sus enseñanzas provenían de Dios.

La revelación divina nos enseña que a través del verdadero y puro amor a Dios y al prójimo se llega a alturas aún más altas que el Nirvana. El Nirvana puede satisfacer la vida psicológica del hombre, su alma, pero la Revelación trasciende este nivel y llega a la mente. Ahí está nuestra intensidad vital, la cumbre más alta y vibrante de nuestro ser.

Hinduismo

El hinduismo precedió al budismo por unos dos siglos. El Buda era hindú al principio, pero, descontento con esta corriente, buscó otro lugar después de haber asistido a múltiples escuelas hindúes. Decidió, después de ser «iluminado», encontrar su camino por su cuenta en su búsqueda espiritual.

El hinduismo es un sistema de creencias difícil de definir; no tiene una lista de doctrinas comunes a todos sus miembros, ni un sistema filosófico único, ni una jerarquía, ni un equivalente a los libros sagrados (Biblia, Corán), ni un culto uniforme, estando dividido en una multitud de castas (similares a las múltiples denominaciones cristianas y musulmanas). Cada grupo tiene sus propios ritos, y cada hindú está sujeto a los ritos de su grupo, siguiendo las reglas de conducta y culto instituidas para su uso, especialmente en lo que respecta a la comida (a menudo vegetariana), el matrimonio y el culto a los dioses.

El hinduismo da al individuo una libertad casi absoluta en el campo de la especulación y la investigación, pero impone reglas de conducta muy estrictas. Así, el teísta y el ateo, el escéptico y el agnóstico pueden ser buenos hindúes siempre y cuando reconozcan el modo de cultura y existencia hindú. Lo que importa no es la creencia en la doctrina, ni la fe, sino la conducta. Gandhi (que creía en Dios) dijo: «Un hombre no puede creer en Dios y aún así llamarse a sí mismo hindú: El hinduismo es la búsqueda implacable de la Verdad y la Verdad (énfasis de Gandhi) es Dios».

La especulación varía en cuanto a la esencia de la divinidad: algunos hindúes son politeístas, otros panteístas. Generalmente se enseña la metempsicosis (el retorno del alma después de la muerte en la vegetación, los animales o los cuerpos humanos, dependiendo del grado de su purificación). El Buda sólo enseñó la reencarnación (regreso en un cuerpo humano). Esto ya es una evolución del hinduismo, porque sólo el cuerpo humano es digno del alma humana.

El hinduismo tiene una vaga noción de un absoluto, neutral (ni masculino ni femenino), Espíritu eterno, la causa y fuente original de todo lo que es, y el fin al que todo vuelve. Este Espíritu se manifiesta por una «Tríada» o trinidad de dioses, la «Trimurti»: Brahma (el Creador), Vishnu (el Preservador) y Shiva (el Destructor que, al destruir un viejo mundo, genera nueva vida al mismo tiempo). Además, hay una gran cantidad de deidades menores, demonios, espíritus, objetos sagrados adorados por los hindúes. La vaca es considerada un animal sagrado. Aparte de los pocos rebaños que proporcionan leche y mantequilla, hay un número considerable de bestias tacañas, que no pertenecen a nadie, que deambulan por los pueblos y ciudades y se alimentan de los regalos de los fieles. La ley prohíbe la matanza de estos animales, incluso para acortar su sufrimiento. Durante las hambrunas, se ha visto a los hindúes privarse de sus escasas raciones y dárselas a las vacas. Los monos también son animales sagrados y los hindúes soportan estoicamente sus depredaciones.

Confucionismo

Confucio nació en China en el siglo VI a.C. Era un político y no pretendía ser un reformador religioso, no interesándose realmente por los problemas de la vida religiosa. Su enseñanza era de alta moralidad político-militar (comportarse bien con los enemigos, etc.). Creía en el Cielo, pero se negó a pronunciarse sobre la existencia de más allá de la tumba: «Ya que no puedes entender la vida, ¿cómo puedes entender la muerte? dijo. No enseñó nada sobre los espíritus: »Si no podemos servir al hombre, ¿cómo vamos a servir a los espíritus?«, seguía diciendo. Sin embargo, ofreció sacrificios a sus antepasados »como si estuvieran físicamente presentes”.

La enseñanza de Confucio era producir «un Hombre superior», hombres cultos que siguieran «el Camino del Medio» y guiaran a otros en este Camino de moderación en todas las cosas.

Confucio existió en un clima politeísta, pero enseñó que sólo hay un Soberano Supremo, casi inaccesible, que hace sentir su presencia y decide el destino de los hombres que pueden recurrir a él, más allá de las creencias establecidas. Por otro lado, la Revelación nos enseña que Dios es accesible y está deseoso de ser contactado. El respeto de Confucio por el Creador lo llevó a un espíritu de tolerancia basado en una aguda conciencia de la prodigiosa brecha entre lo que el hombre cree que sabe sobre Dios y él mismo y lo que no sabe. Confucio nunca afirmó que estaba enseñando de Dios.

En China, el comunismo se opuso al confucianismo, juzgándolo demasiado moderado y tolerante, y también por el culto a los antepasados.

Además, hay un número ilimitado de «religiones» africanas y sudamericanas, fetichistas y creencias de brujas. Lo que he citado como ejemplo de las grandes corrientes espirituales es suficiente para discernir entre la búsqueda humana y la revelación divina. En resumen, todas estas expresiones religiosas son intentos de captar a Dios, un grito humano, inconsciente pero urgente, a Dios: «¿Dónde estás, quién eres? Dios responde revelándose en la Sagrada Escritura: »¡Aquí estoy!”

Religiones reveladas

En las religiones reveladas, Dios se responde a sí mismo a los que le buscan. A través de esta revelación, el Creador se presenta para darse a conocer tal como es. Este conocimiento del Creador eleva al hombre a su propia dignidad, y luego a Dios en quien se encuentra la plenitud de la Verdad, la Felicidad y la Paz.

De todos los caminos espirituales que se nos abren, ¿cuál debemos elegir? El que, por supuesto, donde Dios se revela.

Tres religiones se presentan como reveladas: Judaísmo, Cristianismo e Islam. Estas tres, de hecho, son sólo una religión, todas ellas cumplidas en la persona del Mesías, Jesús, enviado por Dios para unir a los hombres de buena fe de todas las razas, colores y naciones. Las divisiones entre los creyentes se deben al fanatismo, la ignorancia y los intereses humanos.

Judaísmo

Hace 4000 años, Dios intervino directamente por primera vez en el mundo revelándose a Abraham, el sirio. A través de él, Dios formó una comunidad humana para darse a conocer y prepararse para la venida del Mesías, el Salvador de todos los hombres. Esta comunidad se dio a sí misma el nombre de «Judíos». Su religión es el judaísmo. Escribieron su historia y sus enseñanzas en la Biblia. Los judíos contemporáneos aún esperan a este Mesías. Creen que debe restaurar el trono político de David y reconstruir el Templo de Salomón. Habiendo fallado en entender el plan de Dios para la salvación espiritual de todos los hombres, rechazaron el mesianismo universal de Jesús.

Cristianismo

Los cristianos creen en la revelación hecha a Abraham. El cristianismo comenzó hace dos mil años con Jesús de Nazaret, reconocido como el Mesías universal por los cristianos. Los primeros cristianos eran judíos convencidos de que Jesús es el esperado Mesías. Llevaron esta enseñanza a los cuatro rincones del mundo. De las muchas biografías de Jesús, sólo cuatro fueron retenidas y consideradas inspiradas por Dios: los cuatro Evangelios. Las cartas fueron escritas por los primeros conversos, los Apóstoles de Jesús, y atesoradas por las siguientes generaciones. Estas cartas, junto con las cuatro biografías del Fundador, se llaman el Nuevo Testamento o «el Evangelio»; fueron añadidas a la Biblia judía y consideradas por los cristianos como una parte integral de la Biblia.

A lo largo de la historia, los cristianos han estado divididos a veces por circunstancias humanas y otras por controversias espirituales. Esto dio lugar a tres grandes iglesias cristianas: católica, ortodoxa y protestante.

Islam

En el siglo VII d.C., apareció Mahoma, el profeta de la Península Arábiga. Habló con los politeístas sobre la región del Dios único que se reveló a Abraham y luego a Jesús. Mahoma apareció confirmando todo el mensaje bíblico, testificando que Dios se había revelado a Abraham y que Jesús es verdaderamente el Mesías. Condenó a los judíos por su negativa a creer en Jesús. El Corán es el libro del Islam.

Así, las «tres» religiones reveladas coinciden en que Dios se reveló a la humanidad a través de Abraham. Por lo tanto, estudiaremos esta Revelación más de cerca, comenzando cronológicamente: con la Biblia. Veremos los libros del Antiguo Testamento, luego los del Nuevo Testamento. Finalmente, leerás el libro «Una fiel mirada al Corán» que te preparará para la lectura del Corán.

Reflexiones

Los Libros del Apocalipsis

Este Itinerario Espiritual presenta las razones de nuestra fe: está basado en la Revelación Divina. Desterramos todos los sentimientos sectarios y fanáticos, oponiéndonos a las enseñanzas de esta Revelación.
Si te llamas a ti mismo judío, cristiano, musulmán, budista o hindú, etc., si no hubieras nacido así, ¿lo habrías elegido? ¿Y por qué lo habrías elegido? De acuerdo con su respuesta sabrá si ha logrado descontaminarse o no. Este descondicionamiento, esta liberación es indispensable antes de comenzar el estudio de los libros del Apocalipsis. La fe no viene a través de la herencia, sino a través de una elección personal iluminada por el conocimiento. Si te sientes liberado del fanatismo, considerando a todos los hombres iguales y llamado a encontrar la Verdad, puedes continuar con la mente abierta en la búsqueda objetiva de la Verdad. Por lo tanto, les invito a seguir adelante con el estudio del Curso Bíblico.

Los ateos y la fe en Dios

Algunos «ateos» creen que no tienen fe. Esto se debe al hecho de que algunos «creyentes» ofrecen una imagen distorsionada y falsa de Dios. De hecho, muchos de los llamados creyentes, incluso en el clero de las diferentes religiones, no reflejan el Verdadero Espíritu Divino. Creemos que toda persona que esté verdaderamente sedienta de la Verdad descubrirá finalmente el Verdadero Rostro de Dios después del indispensable esfuerzo de descondicionamiento mencionado en la Primera Era de este «Itinerario Espiritual». Así:

Si realmente amas a Dios, inevitablemente terminarás creyendo en Él.
Pero si no lo amas, encontrarás
mil y una razones para rechazarlo,
enmascarando tu odio con

la incredulidad.

En resumen, todo es cuestión de amor: ¡Amar
o no amar! Esta es la primera pregunta…
¡Si amas a Dios, lo encontrarás sin falta!
Porque entonces Él mismo vendrá a ti.
¡Y encontrar a Dios es encontrar la felicidad!
Porque en Él se encuentra la plenitud de la Verdad, el Descanso y la Alegría.

El problema del mal – ¿Por qué hay maldad en el mundo?

Dios, que es bueno, ¿por qué «creó» el mal?

Estas son preguntas que escuchamos a menudo.
Para encontrar las respuestas, debemos tomarnos la molestia de pensar cuidadosamente y usar nuestra lógica, comenzando, por ejemplo, por convencernos de que Dios, que es bueno, no puede haber creado el mal; porque cada árbol sólo puede producir su propio fruto.

Entonces, ¿de dónde viene el mal?

Es necesaria una reflexión sobre el mal. El mal no es una entidad en sí mismo, sino un bien truncado, una enfermedad: la enfermedad es la falta de salud, la ceguera es la privación de la vista, el robo es el despojo, el asesinato es la privación de la vida, la mentira es la verdad distorsionada, la injusticia es la falta de justicia, los placeres corporales irregulares son una desviación de la energía humana. Todas estas enfermedades impiden que el hombre evolucione espiritualmente. Definido el mal de esta manera, se hace evidente que Dios no puede tener placer en «crearlo», ni tampoco puede tener placer en ver a sus criaturas sufrir. No tiene ningún interés en esto. Cualquier persona lógica e imparcial puede ver esto.

Por otra parte, Dios ha dado un sentido a la creación; hay una dirección, una dirección a tomar en la vida; no hay que conducir por el camino equivocado, ni a velocidad, ni beber y conducir, etc., para no dañarse a sí mismo ni a los demás. Mucha gente se niega a seguir el camino de Dios y prefieren hacer lo que les plazca. Esta es la fuente del mal en el mundo. Conducimos a 200 millas por hora en estado de embriaguez, causamos accidentes y muertes, y… es culpa de Dios

Así que es el hombre quien ha traído la amargura del mal a su casa. Nunca deja de regar esta planta maligna con egoísmo y pasión por el poder y la dominación. La codicia del hombre es el origen de las guerras fratricidas. El hombre mata a su hermano para despojarlo y someterlo a sus demandas. Y esto, en contra de los preceptos del Creador divino. ¡¿De quién es la culpa?!

Es la Revelación divina que, en el relato simbólico de la caída de Adán y Eva, nos informa de la fuente del mal en la tierra. El hombre y la mujer eligieron creer en el malvado consejo del diablo, en lugar de confiar en las instrucciones de Dios para lograr la plenitud de la vida. De esta manera introdujeron el pensamiento del diablo en la intuición del hombre. Este fue el primer pecado, la separación entre Dios y su criatura. Después de introducir el desequilibrio entre el hombre y Dios, «Caín» continuó el acto malvado matando a su hermano «Abel» e introdujo el mal entre el hombre y el hombre su hermano. El culpable no fue ciertamente Dios que había advertido al hombre.

La bondad de Dios se manifiesta hacia el hombre pecador por la gracia del perdón. Esta gracia está simbolizada por las «túnicas de piel» que Dios le da a Adán y Eva para ocultar su vergüenza. En efecto, Dios extiende su mano a todos los hombres para sacarlos de su desgracia. Pero no puede forzar la mano del hombre que es libre, ni puede obligarle a practicar el bien, ni puede impedirle por la fuerza que cometa el mal. Ni Dios puede obligar al hombre a captar la gracia divina, a aprovechar la ayuda divina para salvarse. Extiende su mano, y depende de nosotros el agarrarla.

Dios pide; se ofrece a sí mismo. Nunca se impone.

Así el hombre no puede ser obligado a hacer el bien ni a evitar el mal. Y esto por dos razones:

  1. La naturaleza del Creador: Dios no es un dictador. Aconseja, pero no obliga a sus criaturas a hacer el bien. Se liberó a sí mismo, creó espíritus y hombres a su imagen y semejanza: libre.
  2. Naturaleza humana: El hombre no es un esclavo o cualquier animal, un perro que está atado o amordazado para no morder. Libre y digno, debe usar sus facultades emocionales e intelectuales en su propio interés y en el interés general. Para cometer el mal, el hombre debe perder el corazón y la inteligencia. Este es el peor tipo de enfermedad, ya que es la fuente de todo mal, y sería correcto culpar al Creador si hubiera creado en la enfermedad desde el principio. Ahora, en el principio, la criatura humana era, en su dimensión humana, impecable pero sujeta a la evolución hacia Dios. Fue el orgullo humano el que rechazó cualquier posibilidad de colaboración, cualquier sincronización con la obra del Creador. De ahí el desequilibrio y la fuente de todo el mal en la tierra: es el hombre quien libremente comete actos que su Creador no recomienda. Es un Padre que no desea ningún daño a la humanidad. ¿Qué ganaría Él haciendo que sus criaturas gobiernen? Si lo piensas, no es un sádico. Por el contrario, no deja de aconsejarnos paternalmente que evitemos las prácticas y actitudes que dañan el cuerpo y el alma (drogas, placeres ilusorios, injusticia, egoísmo, orgullo, etc.).

¿Por qué creó Dios?

La vida, la verdadera vida, la concebida por el genio del Creador, es hermosa. Y quería que lo compartiéramos con él. Por lo tanto, es un gesto altruista y bueno que es la base de la creación. Pocos se toman la molestia de mirar profundamente, de reconocer sus pasos en falso que son las verdaderas causas de su desgracia, de superar sus prejuicios perjudiciales. Ganarían tanto, si no todo, superándose a sí mismos. Se encontrarían de nuevo, liberados de falsas concepciones por un gesto de humildad y objetividad. Quien busca sinceramente, con objetividad y desprendimiento, sin amargura ni freno, ¡encuentra infaliblemente!

¿Pero por qué creaste sabiendo que el diablo y el hombre caído no debían disfrutar de la vida? ¿Por qué has creado sabiendo que el mal saldrá de él?

El Creador es libre. Infinitamente libre. Es a partir de este movimiento que Él creó, expresando un sentimiento de infinito amor por aquellos que Él llamó a la Vida. Si se hubiera abstenido de crear, previendo – entre los espíritus y los hombres – que las criaturas se convertirían en malvadas por celos o por desafío, Dios no habría sido libre. Se habría despersonalizado. Si, de hecho, debido a tal oposición, Dios se hubiera abstenido de crear, habría estado sujeto a enemigos incluso antes de que existieran. Esto es obviamente ilógico. Porque el Creador es infinitamente libre. Como el hombre puede hacer libremente lo que quiera dentro del marco de su naturaleza, Dios puede aún más, hacer lo que quiera de acuerdo a su naturaleza infinitamente libre. La oposición de la naturaleza creada es incapaz de frenar la voluntad todopoderosa del gran arquitecto de la creación.

Los espíritus angélicos y los hombres caídos son libres de destruirse a sí mismos. Pero lo que Dios creó fue, al principio, perfecto, cada uno según su propia naturaleza. Esta es la enseñanza de las Sagradas Escrituras.

En Cristo Jesús, Dios devuelve su vida eterna con un inmenso amor a aquellos que colaboran en esta redención. «No hay mayor amor que dar la vida por los amigos», dice Jesús (Juan 3,16 / 15,13 / 1 Juan 4,9). Por lo tanto, uno debe tener suficiente humildad y gratitud, y estar dispuesto a extender la mano para captar la gracia ofrecida libremente. Hay, por desgracia, tan pocos que quieran entender.

El sabio sabrá recuperar, a través de Jesús, lo que el diablo, a través de Adán, logró quitarle.

Tercera etapa – la opción: Revelación Divina

Introducción

Habiendo hecho la opción de la Revelación, profundizaremos nuestro conocimiento estudiando los libros que hablan de ella. Por lo tanto, sugiero que estudie la Biblia a través del «Curso Bíblico» y el Corán a través del texto «Mirada Fiel al Corán».

Sólo un corazón puro llegará al final de la investigación. Por lo tanto, es a ti, «Corazón Puro», a quien me dirijo y a este curso de la Biblia. Has purificado tu corazón «descondicionándolo», te has liberado de las cadenas del prejuicio y el odio. Tu sed de conocer la Verdad desnuda te llevará a escuchar su dulce y vigorizante melodía.

«Corazón Puro», es sólo a ti a quien me dirijo, a ti que estás dispuesto a sacrificarlo todo para elevarte. A ti que sufres de ignorancia, que buscas entender para amar. A ustedes que desean levantarse de la oscuridad para abrazar al Sol. A vosotros que estáis cansados de dormir hasta el punto de estar decididos a romper el ataúd de la mundanidad, a romper con la mediocridad y la banalidad. A ti que has descubierto la ilusión de la vanidad, que estás dispuesto a pagar el alto precio de la verdadera Felicidad y Verdad, que tienes la voluntad de perseverar, de superar todos los obstáculos, de afrontar todos los desafíos para llegar a la cima y saciar tu sed en la pura Fuente de la Vida Eterna. «Corazón Puro», es a ti a quien me dirijo.

Les entrego el fruto de cuarenta años de estudio, investigación y fatiga. Es un fruto recogido del Árbol de la Vida, «oro purificado por el fuego» (Apocalipsis 3:18). Me ha dado la felicidad que deseo para ti. Si logran probarlo, sepan que se lo deben a mi familia espiritual y especialmente a mi esposa y a mis hijos espirituales: les debo a ellos poder presentarles este curso.

Puede que hayas intentado leer la Biblia, pero las dificultades te alejaron de ella. No se desanime, porque para entender la Biblia según el Espíritu de Dios necesita una guía fiable. En el libro de los Hechos, el apóstol Felipe le preguntó a un etíope que leía el libro de Isaías, «¿Entiendes lo que estás leyendo?» Él respondió: «¿Y cómo puedo hacerlo si nadie me guía?» Entonces Felipe se sentó a su lado y le explicó lo que decía (Hechos 8:30-31).

Este curso bíblico es una guía segura; «haz que se siente cerca de ti», como hizo Felipe con el etíope, y síguelo paso a paso, sistemática e implacablemente, un poco cada día. Al final, poseerás la Vida a través del Conocimiento.
El Papa Pío XII había dicho:

«La ignorancia de la Sagrada Escritura es una herida en el costado de la Iglesia.»

Y así, cada vez que agarres una mancha oscura, esa herida se curará, los pulmones de tu alma se expandirán y respirarás la alegría de conocer y entender a Dios un poco mejor. Y este conocimiento te llevará al amor que, a su vez, te hará querer saber más sobre tu maravilloso Creador. Entonces querrás asemejarte a Él, tener su espíritu, su mentalidad en lugar de la tuya, que es muy estrecha. Esta es la «resurrección» y el «renacimiento» de los que habla Jesús (Juan 5:25 y 3:5-7). Entonces los ojos de tu corazón se abrirán y verás la Vida en su Fuente: «Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios». (Mateo 5,8). Ver a Dios es la verdadera felicidad.

Después del estudio de este curso, con el tiempo, y si sois asiduos en su lectura, la Biblia ya no os guardará ningún secreto, y su Espíritu estará en vosotros, revelándoos directamente, desde dentro, el consejo del adorable Creador. Porque te enseñará, ese es su propósito, a vivir permanentemente con Él y a disfrutar de su cálida compañía aquí abajo.

El propósito de la Biblia es comunicaros un Espíritu, el Espíritu de Dios; ese Espíritu es Dios mismo en vosotros. El conocimiento bíblico no es una meta en sí mismo; es inútil si no conduce a la adquisición del Espíritu de Dios, a su forma de ver, querer y amar la vida, la verdadera. No se trata de aferrarse a la vida material de este mundo materialista, a sus alegrías engañosas y siempre decepcionantes, sino a la Vida espiritual, la de tu alma. Ábrete al mundo Eterno que estás llamado a descubrir aquí abajo, tal es la razón de tu existencia en la tierra. Esta es la gran aventura bíblica que está a punto de emprender. Que esta aventura sea su mayor ambición en este mundo pasajero donde sólo los logros espirituales permanecen para siempre.

Comienza comprando una buena Biblia: «La Biblia de Jerusalén» o «La Biblia de Crampones» por ejemplo. Hojea a través de él. Al principio, sentirás que estás un poco perdido en ella. Eso es normal. Más tarde, después de este curso, verá que usted y la Biblia serán amigos inseparables de por vida.

Sí, amigos de toda la vida. Porque no creas que vas a descubrir todo de una vez, de una vez por todas, desde la primera lectura, y no vuelvas nunca más a ese libro sagrado. Cuanto más consultes tu Biblia, más la descubrirás; su Espíritu te hablará desde dentro, sobre todo si la lees con amor y entusiasmo. Debes acostumbrarte a dedicar toda tu vida, por lo menos diez minutos al día, a leer textos bíblicos regularmente, incluso después de terminar este curso.

Nunca te conformes con decir que has leído la Biblia 2, 3, 5 o 10 veces, como hacen algunas personas, diciendo que «se la saben de memoria». Hablar así es mostrar que no has entendido el alma de la Biblia. Con las Sagradas Escrituras, no se hace un recuento de la lectura, sino un uso diario y continuo de sus textos. No dejes pasar un día sin lavarte el corazón mientras lees un texto, así como te lavas la cara todos los días. Hasta hoy y después de 40 años de asidua frecuentación, no dejo de descubrir una delicadeza aquí, un matiz allá que me permite comprender mejor la intención del escritor bíblico. Y esto me acerca aún más a Dios.

En el apéndice de este curso, encontrará un estudio limitado del Corán: «Una mirada fiel al Corán». Verán que el Corán no es otra cosa que la Biblia, ya que es en sí mismo una traducción de la Biblia «en lengua árabe clara», destinada a los árabes de la península arábiga en el siglo VII d.C. En aquella época no podían leer la Biblia ya que sólo existía en hebreo, griego y latín, todos ellos idiomas ajenos a los árabes.

La lectura del Corán te liberará del fanatismo sectario en el que han perecido y siguen pereciendo muchos malos creyentes que, por chovinismo, se contentan con leer sólo la Biblia o el Corán. Es necesario saber ambas cosas, recordando que el Corán transmite el mensaje bíblico, lo confirma y presenta el Evangelio.

Si empiezo con la Biblia, es porque precede cronológicamente al Corán. El Evangelio os dará un espíritu de apertura, si sois dóciles a él, que os permitirá leer el Corán objetivamente y sin prejuicios. Encontrará que aquellos que difaman la Biblia o el Corán piensan que son diferentes o se contradicen entre sí; están equivocados. Así que adelante y dígase a sí mismo que leerá ambos libros. Comprenderá que ambos transmiten el mismo mensaje en un idioma y estilo diferentes porque hablan a sociedades diferentes.

La aplicación y la asiduidad son los elementos indispensables para su éxito; su formación espiritual y profética depende de ellos.

Vayamos juntos al prado bíblico. Siga pacientemente este curso de 15 lecciones de la Biblia, y aplíquese a leer los capítulos de la Biblia cada vez que lo refiera a ellos.

¿Qué es la Biblia?

Hace 4.000 años, 2.000 años antes de Cristo, toda la humanidad no era consciente de la existencia del único Dios Creador. El hombre era politeísta y las sociedades tenían cada una su mitología de múltiples dioses con diferentes nombres gobernados por un dios, maestro supremo, «Baal» para los cananeos, «Júpiter» para los romanos, «Zeus» para los griegos, «Ahura-Mazdâ» para los mazdeos (el actual Irán) etc. La Biblia es la Biblia.

Era necesario que el único Creador se revelara personalmente a la humanidad para darse a conocer. Abraham el arameo fue el primer hombre al que Dios se reveló personalmente alrededor del año 2000 AC. (Génesis 12:1-3). De no haber sido por esta revelación, toda la humanidad habría caído en la ignorancia total de la historia de la creación y la identidad de su Creador.

Esta revelación divina, hecha a Abraham, fue una total agitación para él y su séquito. Habiendo ocurrido en un momento de la historia en que el monoteísmo era insospechado e inaceptable, cuando el politeísmo tenía sus reglas inmutables y sus cultos rígidos y remunerativos, tal revelación no agradó a todos. De hecho, los diversos clérigos mitológicos sobrevivieron gracias a las ofrendas a los dioses, y los fabricantes de ídolos se beneficiaron muy bien del lucrativo comercio de sus productos. Incluso hoy, en nuestra sociedad del siglo XXI, la revelación del único Dios perturba a más personas de las que se regocija.

La Biblia cuenta la historia del diálogo de Dios con Abraham, el pacto entre ellos y la primera sociedad monoteísta que resultó. Este último trató de explicar, según las tenues luces científicas de la época, cómo sólo Dios creó el universo. También querían explicar la fuente del mal y las razones de la desgracia humana. Esto fue preservado por escrito en la Biblia.

El poco conocimiento de los escritores bíblicos (los escribas) les obligó a referirse a los relatos mitológicos pero monoteizando su contenido. Por lo tanto, ya no eran «los dioses» los que creaban uno el cielo, otro el sol, otro la luna, las estrellas, el mar o el viento, etc., sino que era el único Dios que se revelaba a Abraham, y sólo Él, por su omnipotencia, creaba todas las cosas.

La primera sociedad monoteísta se desvió de la línea trazada por Dios (1 Samuel 8:5-20 / 11:14-15 / 12:19). Envió profetas para devolverlo al camino divino (Jeremías 7,22 / Jeremías 8,8 / Amós 5,21-27 / Miqueas 6,6-8 / Oseas 8,1-4 / Oseas 9,15). Anunciaron que Dios enviará un profeta supremo, el Mesías, para iluminar a toda la humanidad, no sólo a los judíos, con el conocimiento de Dios (Isaías 42,1 / Romanos 3,29), un conocimiento celosamente guardado por la primera sociedad monoteísta (Hechos 11,1-3).

Este Mesías es Jesús de Nazaret, que vino a dirigir todos los corazones sedientos de verdad hacia la plenitud de la luz. Esta es, en resumen, la historia bíblica perfectamente encarnada en Jesús que dice:

«El que oye mi palabra y cree, pasa de la muerte a la vida.» (Juan 5:24)

«Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba, el que crea en mí… De su vientre correrán ríos de agua viva.» (Juan 7, 37-39)

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.» (Juan 14:6)

«Os digo esto para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea completo.» (Juan 15:11)

«Venid a mí todos los que estáis fatigados, y yo os aliviaré.» (Mateo 11:28)

La Verdad que buscamos, la Felicidad a la que aspiramos, no se encuentra en los cultos, doctrinas, grupos religiosos, grupos de investigación esotérica o edificios de oración, sino en el encuentro y la acogida de la Persona que los posee y los distribuye gratuitamente a los sedientos de ellos: Jesús el Mesías (Apocalipsis 21:6; 22:17). Jesús es la síntesis de toda la Biblia. Cualquier conocimiento bíblico que lo excluya es vano porque:

«La vida eterna es que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu mensajero, Jesús el Mesías» (Juan 17:3)

¿Qué es el Corán?

El Corán se presenta como una inspiración bíblica «en árabe claro» (Corán XXVI; Les Poètes, 192-196). Fue dirigida al mundo árabe a través del Profeta Muhammad. Se puede encontrar más información en el texto Una mirada fiel al Corán, del que se extrae lo siguiente:

La trampa en la que han caído los cristianos y los musulmanes es considerar que la religión del Corán se opone a la de la Biblia. El Corán no es responsable de este malentendido. Por el contrario, se presenta como un resumen del mensaje bíblico, inspirado a Mahoma en »clara lengua árabe”, dirigido a los habitantes de Arabia, porque no tenían -como la gente de la Biblia- mensajeros divinos que les aconsejaran.
El Corán dice:

«El Corán es una revelación del soberano del universo. El Espíritu Fiel lo descendió (desde el Cielo) sobre tu corazón (Mahoma), para que seas uno de los Apóstoles en árabe sencillo. Él (el Corán) está en los libros (la Biblia) de los primeros (judíos y cristianos)» (Corán XXVI; Poetas, 192-196)

Cabe señalar que la inspiración coránica ya se encuentra en la Biblia que precedió al Corán. Por lo tanto, el Corán no difiere de la Biblia, ya que emana de ella. Sólo difiere de ella en que se ha revelado «en un claro lenguaje árabe»:

«Así hemos revelado en árabe una sabiduría» (Corán XIII; El Trueno,37).

«Te revelamos un Libro (el Corán) en lengua árabe para que puedas advertir a la madre de los pueblos (La Meca) y sus alrededores.» (Corán XLII; La Deliberación,7).

«Corán» es la verdad de tu Señor, para que adviertas a un pueblo que no tuvo profeta antes de ti, y para que sea guiado por el camino correcto.» (Corán XXXII; Adoración,3)

La Biblia: El curso de la Biblia

Lea nuestro texto: «El Curso de la Biblia»

El Corán: Una visión fiel del Corán

Lea nuestro texto: «Una mirada fiel al Corán»

Cuarto paso – la felicidad

Todo el trabajo de investigación emprendido en este Itinerario Espiritual tenía como objetivo conducir a la felicidad interior y profunda, la del alma consciente de poseer los tesoros de la vida eterna. Esta felicidad es el fruto de la vida con Dios, que la Biblia llama «Emmanuel» y que significa, como hemos visto, «Dios con nosotros».

Este paso no puede ser explicado: para ser comprendido, debe ser vivido.

Has recibido suficiente luz para vivir Emmanuel y entender esta palabra bíblica:

«Gustad y ved cuán bueno es Dios» (Salmos 34(33),9).

Medita bien: Mateo 1,23 / Juan 14,21-23 y Hebreos 9,2 / Juan 17,21-24 / Apocalipsis 21,1-5 / Apocalipsis 21,22-27.

Lea el texto «La Restauración Universal».

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