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La Vuelta de Jesùs

Jesús había anunciado a sus Apóstoles, en sucesivas ocasiones, que Él volvía, al final de los tiempos, para poner orden en su Casa. Este día del regreso del Cristo fue llamado por los Apóstoles y los primeros Cristianos «el Día del Señor» o «la Llegada del Señor» (2 Tesalonicenses 2, 1-2).

¿Cómo se opera este Regreso?
¿Y por qué regresa Jesús de nuevo?
Aquí dos preguntas se deben de aclarar.

En resumen:
¿Cómo se opera esta Vuelta? Esta Vuelta no estará en un cuerpo materialmente visible y perceptible. Jesús vuelve de nuevo con su Cuerpo resucitado, inmaterial, imperceptible por los hombres. Será perceptible por el corazón.

¿Y por qué vuelve de nuevo? Para poner orden en su Casa. Vuelve de nuevo pa desenmascarar el Anticristo y expulsar a sus aliados porque es una «prueba del fin de los tiempos» que precede su aparición. Con los que estuvieron bien ante esta prueba universal, Jesús empieza una «Restauración Universal», y renueva la Morada de Dios sobre la Tierra. Así se establece una nueva era espiritual en el mundo para todos los hombres.

Vamos a seguir esta Vuelta de Jesús en cuatro tiempos:

  1. El anuncio de la Vuelta de Jesús.
  2. ¿Cómo se opera la Vuelta de Jesús?
  3. Las motivaciones de la Vuelta de Jesús.
  4. La fecha de la Vuelta de Jesús.

El anuncio de la Vuelta de Jesús

Jesús repitió en varias ocasiones, y bajo distintas formas, que volvería de nuevo a la tierra para un juicio:

«Cuándo el Hijo del Hombre vendrá, ¿encontrará la fe sobre tierra?» (Lucas 18,8).

«… Cuando el Hijo del Hombre vendrá en su gloria…?» (Lucas 9,26).

«Sean semejantes a gente que esperan a su Maestro a su Vuelta de las bodas» (Lucas 12,35).

«… ¿Cuál será la señal de tu Llegada y del fin del mundo?» (Mateo 24,3).

«… se verá al Hijo de Hombre venir sobre las nubes del Cielo…» (Mateo 24,30).

«Como los días de Noé, así será la Llegada del Hijo de Hombre» (Mateo 24,37).

«Feliz es el hombre quien el Amo a su llegada encontrará haciendo su deber…» (Mateo 24,46).

«Verán al Hijo de Hombre venir sobre las nubes del Cielo…» (Mateo 26,64).

«¿Si yo quería que él (Juan) permanece hasta mi Vuelta, que te hace esto»? (Juan 21,22).

«Gracia y paz les estén dadas por: quien Es, Era y Viene… ahí está quien viene envuelto con las nubes, cada uno Le verá…»(Apocalipsis 1,4-7).

«… lo que tienes, téngalo firmemente hasta mi Vuelta» (Apocalipsis 2,25).

«… si tu no vigilas, vendré como un ladrón sin que sepa a qué hora te sorprenderé… Mi Vuelta está cercana?» (Apocalipsis 3,3/3,11).

«Ahí me tienes a la puerta (del corazón) y yo toco…» (Apocalipsis 3,20)

Los Apóstoles, y los primeros cristianos después ellos, esperaban una Vuelta inminente de Jesús, creyendo que eso estaría en su tiempo. Esta es la razón por la cual Pablo los pone en guardia contra esta espera, explicándoles que el Hombre Impío (el Anticristo) debe aparecer primero:

«Se lo pedimos, hermanos, con respecto a la Llegada de Nuestro Señor Jesús, el Cristo, … no dejan demasiado deprisa agitar el espíritu ni alarmar por palabras proféticas … como que vienen de nosotros, y que les haría pensar que el Día (de la Vuelta) del Señor es ya allí … Antes debe venir la Apostasía, y se revela el Hombre Impío, el Adversario (del Cristo: el Anticristo) … el Señor lo hará desaparecer por la respiración de su Boca, lo destruirá por el resplandor de su Llegada …» (2 Tesalonicenses 2,1-8).

Estos versículos inspirados indican que Jesús volverá de nuevo, que el Anticristo aparecerá pero que será destruido totalmente por la Vuelta gloriosa del Cristo.

Cómo se opera la Vuelta de Jesús

San Pablo nos aclara esto en su carta a los Hebreos. Después de haber confirmado la segunda aparición de Jesús, explica cómo eso se hará:

«El Cristo después de haberse ofrecido una sola vez para levantar los pecados de un gran número, aparecerá por segunda vez – fuera del pecado a los que lo esperan, para darles la salvación» (Hebreos 9,28).

Esta profecía está: es «después» de haberse ofrecido en sacrificio sobre la cruz por primera vez, que el Cristo aparecerá por segunda vez. Pero esta segunda manifestación del Cristo se hará:

  1. «Fuera del pecado»;
  2. Exclusivamente «a los que lo esperan…»
  3. «Para darles la salvación».

Veamos de más cerca cada uno de estos 3 puntos:

«Fuera del pecado»

Para Pablo, el pecado aquí significa el cuerpo humano, ya que, por el cuerpo, el hombre está expuesto al pecado. Habría podido decir: «El Cristo aparecerá por segunda vez fuera del cuerpo». En efecto, en 2 Corintios 5,21 Pablo ha escrito: «Él (Jesús) quien no había conocido el pecado, (Dios) lo hizo pecado para nosotros…» Es decir lo hizo cuerpo para hacerle accesible al hombre. Eso quiere decir que Jesús tomó un cuerpo que, al igual que los cuerpos humanos, se somete al pecado. Pero nunca había cometido, y cumpliendo, hasta la crucifixión, la Voluntad del Padre, triunfó sobre el pecado en su cuerpo.
Pablo explica así su pensamiento: «Dios, al enviar su propio Hijo con una carne parecida a aquella del pecado, condenó (por la irreprochabilidad del Cristo) el pecado en la carne» (Romanos 8,3). A los Gálatas, Pablo escribe también: «El Cristo nos compró de esta maldición de la Ley, volviendo Él mismo una maldición por nosotros para que a los paganos pasa, en el Cristo Jesús, la bendición de Abraham» (Gálatas 3,13-14). Jesús se convirtió en «maldición» por nosotros tomando un cuerpo humano, exponiéndose así a los peligros corporales, incluso que fue detenido, corporalmente, y crucificado. Los judíos consideran este hecho como una maldición: «Lo consideramos castigados, golpeado por Dios (maldito)» dijo Isaías (53,4). Muchos judíos contemporáneos creen también que Jesús está maldito por Dios porque fue detenido y crucificado.

La Vuelta del Cristo no será semejante a su encarnación. Aparecerá fuera del cuerpo. Será en la conciencia, «fuera del pecado», sin cuerpo humano, físicamente imperceptible esta vez por sus enemigos, que se manifestará: «…el Señor Jesús se revelará de la altura del Cielo con los ángeles de su poder (los Apóstoles de los últimos tiempos)», dijo Pablo (2 Tesalonicenses 1,7).

Jesús vuelve de nuevo sin hacer ruido, «como un ladrón». Solos los que esperan su Vuelta lo verán. Les había prevenido: «Vuelvo como un ladrón» (Apocalipsis 3,3). Los Apóstoles habían comprendido bien eso y nos habían advertido (1 Tesalonicenses 5,2 / 2 Pedro 3,10 / Apocalipsis 16,15). Esta Vuelta es bendita y elevada; pasa en la conciencia.

Entonces, Jesús ya no se someterá a las vicisitudes y a los peligros corporales. Esta dimensión espiritual de la vuelta del Cristo ya fue revelada por Daniel que vio el Hijo del Hombre venir «sobre las nubes del cielo» (Daniel 7,13), luego por Jesús mismo (Mateo 26,64). Las nubes señalan bien la dimensión inmaterial de esta Vuelta. Es allí, en el alma y la conciencia, que el Cristo «descenderá del Cielo» para manifestarse a sus elegidos: «Él mismo, el Señor, a la señal otorgada por la voz del Arcángel y la trompeta (apocalíptico) de Dios, descenderá del Cielo» (1 Tesalonicenses 4,16). Es por su Cuerpo espiritual invulnerable que Dios envía de nuevo Jesús, su Mesías, para completar, hoy día, por el Libro del Apocalipsis, la Restauración empezada por el Evangelio hace 2000 años.

«A los que los esperan»

El Cristo vuelve de nuevo en primer lugar para «los que lo esperan», las «vírgenes sabias» (Mateo 25,5-7). En efecto, son sus Apóstoles de los últimos tiempos. ¿Quiénes son?

Son gente que tienen sed de amor, verdad y justicia; lo esperan… en su ignorancia. Quizá son pobres pecadores, como lo eran algunos de sus primeros Apóstoles (Lucas 5,8), pero que retoman su vida con la apertura del Libro del Apocalipsis, este «Libro» calificado como Libro de la Vida (Apocalipsis 20,12). Vuelve a dar la Vida espiritual a los que son capaces de identificar la Bestia y le resisten. Nadie habría identificado a esta «Bestia» si el mismo Jesús no hubiera revelado la identidad el 13 de mayo de 1970 (leer el texto «la Llave del Apocalipsis»).

En este tiempo apocalíptico, Jesús lleba «un nuevo nombre» (Apocalipsis 3,12). Los que descubren este nuevo nombre así como el nombre de la Bestia (Apocalipsis 13,18) y lo combaten, son los que esperan a Jesús. Es a ellos solos que ya comienza a manifestarse, para salvarles de la seducción del Anticristo, que no es otro que «la Bestia» del Apocalipsis…

Ya anteriormente, el Cristo sólo se revelaba a una elite (Hechos 10,40-41). En la Transfiguración, sólo se manifestó a Pedro, Santiago y Juan (Mateo 17) y, resucitado, apareció en primer lugar a María-Magdalena luego a los Apóstoles. Más tarde apareció a Pablo para hacerlo su apóstol. Pero nunca se ha manifestado a los miembros del Sanedrín, por ejemplo, ni separadamente a Caifás para convencerle. ¿No había dicho: «El mundo no me verá más. Pero ustedes, me verán … El que me ama será amado por mi Padre y lo amaré y me manifestaré a él?» (Juan 14,19-21). «Bienaventurados los de corazones puros que verán a Dios» (Mateo 5,8).

Hoy también, Jesús no se remanifiesta sino a los que lo aman «lo esperan». No obstante, el Apocalipsis dice que «todo ojo lo verá, incluso los que lo traspasaron» (Apocalipsis 1,7). Sus enemigos lo verán pues también, esto significa que comprenderán por fin, confundidos y avergonzados, que aquél que rechazaron, combatieron y crucificaron no era sino el único y verdadero Mesías. Después de su Resurrección y la expansión de su Evangelio, el Sanedrín y todos los judíos que se le oponían vieron a Jesús en su interior juzgados por sus triunfos (Mateo 26,64). Hoy día, el Anticristo y sus aliados lo verán, ellos también, después de su derrota, condenándolos en su conciencia: entonces «sobre él se lamentarán todas las razas de la Tierra» (Apocalipsis 1,7). Este lamento es el lote de los que, consciente o inconscientemente, habrán combatido a Jesús en alianza con el Anticristo.

Es según su ignorancia, en el profundo del subconsciente, que amigos y enemigos del Cristo actúan a favor o contra Él. Jesús nos da esta gran enseñanza en la parábola de Mateo 25,31-46 respecto al juicio: ni los buenos ni los malos sabían que su comportamiento hacia su prójimo era de hecho hacia el propio Cristo.

Los verdaderos amigos de Jesús son los que lo habían probado su amor durante la prueba apocalíptica que está culminada «sobre el mundo entero para probar a los habitantes de la tierra» (Lucas 21,34-36/Apocalipsis 3,10).

«Para darles la Salvación»

¿En qué consiste esta salvación?

Consiste en salir bien en la prueba universal bajo el reino del Anticristo. En efecto, Dios permite a este enemigo del Cristo aparecer con potencia, en este fin de los tiempos, para probar los creyentes y revelar el fondo de los corazones. Pablo explica eso diciendo: «Su llegada de él, el Impío (el Anticristo, la ‘Bestia’), se habrá caracterizado por la influencia de Satanás… hacía los que están dedicados a la perdición de no haber obedecido al amor de la verdad… Por eso Dios les envía una influencia que los extravía (la Bestia), que les impulsa a creer la mentira, de modo que se condenen todos los que se habían negado a creer la Verdad y habían ido hacía el mal.»(2 Tesalonicenses 2,9-12).

La salvación resulta del apoyo del Cristo en esta prueba final: «Puesto que ha guardado mi consigna de constancia, a mi vuelta te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir al mundo entero para probar los habitantes de la tierra.
Mi vuelta está cercana; esté firme en lo que tienes, para que nadie te quite tu corona.» (Apocalipsis 3,10-11). Esta prueba prevalece actualmente en el mundo por la aparición del Estado sionista.

Nuestra corona se preserva guardándonos indefectible nuestro «testimonio para Jesús» (Apocalipsis 19,10). Este testimonio es «No, a Israel», ya que reconocer a este Estado que rechaza a Jesús y espera a otro Mesías, es rechazar a Jesús como el único Mesías.

Un «gran nombre» no tuvo en cuenta ninguna de las recomendaciones de vigilancia: «Tomen guardia que nadie abusa de ustedes». Como consecuencia de la injusticia creciente, «el amor se enfriará del gran número. Pero el que había mantenido bien hasta el final, aquél será salvado», había avisado Jesús (Mateo 24,4-13). A pesar de eso, la mayoría de los «discípulos» de Jesús, jefes y cabezas, han relacionado con la causa del Anticristo.
Firmar el acuerdo entre el Vaticano e Israel, el 30 de diciembre de 1993, ilustra perfectamente este «enfriamiento del amor del grande número», previsto por Jesús (Mateo 24,12) y repetido por Él mismo en el Apocalipsis (Apocalipsis 2,4): «Tengo contra ti que has perdido tu amor primero». Esta es la razón por la cual, Jesús, no sin amargura, había pedido: «Pero el Hijo del Hombre, cuando vendrá, ¿encontrará la fe sobre la Tierra?» (Lucas 18,8). ¡Los supuestos discípulos del Cristo se convierten en cómplices del Anticristo! Se lamentarán juntos después del triunfo de Jesús, realizando su avergonzada «situación final» (Mateo 12,43-45). Es a estos renegados que Jesús se dirige en el Apocalipsis: «Tú pasas por vivo, pero estás muerto. No encontré tu vida bien llena… Vendré como un ladrón, sin que sepa a qué hora te sorprenderé» (Apocalipsis 3,1-3)

Motivaciones de la Vuelta de Jesús

El Cristo vuelve de nuevo por dos razones:

  1. Para desenmascarar al Anticristo, la Bestia del Apocalipsis.
  2. Para establecer la Restauración Universal anunciada por Pedro.

Para desenmascarar al Anticristo

Hemos visto que Pablo había anunciado la aparición del Anticristo que le llamó el Hombre Impío, el Adversario, etc.… (2 Tesalonicenses 2,3-12). Por su parte, Juan, también, se había puesto en guardia contra el Anticristo (véase 1 Juan 2,22/2 Jean 1,7-11). Habla de él también en el Apocalipsis donde se simboliza por la «Bestia» (Apocalipsis 13 y 17).
El Cristo apareció el 13 de mayo de 1970 a un sacerdote para revelarle la identidad de esta Bestia. Esta aparición es una forma de la Vuelta del Cristo, inauguró esta Vuelta desenmascarando el Anticristo. (Referirse al texto: «La Llave del Apocalipsis»).

La Restauración Universal

Dirigiéndose a los judíos, Pedro dijo:

«Arrepentíos para que el Señor haga venir el tiempo del alivio. Enviará entonces al Mesías que se les destinó, a Jesús, el que el Cielo le debe guardar hasta el tiempo de la restauración universal…» (Hechos 3,19-21).

Dos puntos son importantes en este texto:
Dios «enviará al Mesías»: el verbo está en el futuro. Lo enviará pues de nuevo.
Se trata de la Vuelta de Jesús.

El Cielo debe guardar al Mesías por un tiempo; Éste debe Volver por un propósito preciso: después de haber desenmascarado y haber destruido al Anticristo, operará una restauración universal sobre tierra.
Para saber aún más, referirse al texto «la Restauración Universal».

La fecha de la Vuelta de Jesús

Esta fecha, dijo Jesús, es desconocida. No obstante, irá precedidas de señales avisadoras llamadas «las Señales del Tiempo». Jesús nos invita a reconocer estas Señales:
La fecha es desconocida: Jesús dice, en efecto:

«En cuanto a la fecha de este día, y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles de los Cielos, ni el Hijo, nadie sino el Padre? (Mateo 24,36).

Las Señales anunciantes:

»Cuando verán todo eso (estos acontecimientos) tengan en cuenta que Él (el Hijo del Hombre, Jesús) está cerca, a las puertas? (Mateo 24,33).

Ver nuestro texto «las Señales de la Vuelta de Jesús».
Los Apóstoles creyeron que esta Vuelta es inminente porque Jesús había dicho:

«Esta generación no pasará sin que todo esto ocurra.» (Mateo 24,34)

Pero Jesús señalaba a la destrucción del Templo de Jerusalén cuyo Él había predicado su destrucción:

«Sus discípulos le señalaron las construcciones del Templo. Pero les respondió: Ven todo eso, ¿verdad? en verdad se lo digo, no seguirá siendo aquí piedra sobre piedra: se destruirá todo.» (Mateo 24,1-2)

Este Templo, en efecto, fue destruido en el año 70 por Tito, alrededor de 35 años después de la profecía.
San Pablo mismo esperaba la Vuelta del Cristo a su tiempo:

«Ahí está, en efecto. lo que tenemos que decirles, sobre la Palabra del Señor. Nosotros, los vivos, nosotros quienes estaremos también para la Llegada del Señor…» (1 Tesalonicenses 4,15)

Esta «Palabra del Señor» a la cual Pablo se refiere es:

«Esta generación no pasará sin que todo esto ocurra.» (Mateo 24,34)

Los Creyentes se impacientaban de no ver el Cristo de Vuelta ya en su tiempo. San Pedro les responde:

«El Señor no tarda el cumplimiento de lo que fue prometió, como algunos lo consideran el tardar, pero es paciente con ustedes, queriendo que nadie se pierde, sino que todos llegan al arrepentimiento. Vendrá, el Día del Señor, como un ladrón; en este día, los cielos estrepitosamente pasarán…» (2 Pedro 3,9-10).

Por su parte, Pablo se reanuda y matiza sus palabras diciendo a los creyentes, que antes de la Vuelta del Cristo debe aparecer su Enemigo, el Impío que Juan llama el Anticristo:

«Con respecto a la Llegada de nuestro Señor Jesucristo … no se dejen agitar demasiado el espíritu ni alarmar por palabras proféticas … como si vienen de nosotros, y que les harían pensar que el Día del Señor está allí … Antes debe venir la Apostasía y revelarse el Hombre impío, al Adversario (el Anticristo)…» (2 Tesalonicenses 2,1-4).

El Libro del Apocalipsis se dedica a la Vuelta del Cristo y a la aparición del Anticristo. Su misterio, como el Día del Señor, sólo se conoce solo por Dios:

«Nadie era capaz, ni en el Cielo, ni sobre la Tierra» de descubrir el misterio (Apocalipsis 5,3).

La primera señal de la Vuelta del Cristo fue el día, el 13 de mayo de 1970, donde Él mismo apareció para revelar la identidad del Animal, el Anticristo. (Véase el texto: «La Llave del Apocalipsis»).
El Día del Señor está ya allí. Su Vuelta ya empezó, Él está reconocible por la apertura del Apocalipsis y por los acontecimientos profetizados que se desarrollan actualmente en el Mundo. Felices los que velan para acogerLo.

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